La interacción de Neandertales y carnívoros ha sido un tema recurrente en los estudios sobre el Paleolítico medio y sobre el H. neanderthalensis. Desde los inicios de la investigación en Prehistoria (s. XIX y principios del XX), los arqueólogos se dieron cuenta de que en los yacimientos Musterienses los restos de las ocupaciones humanas convivían o alternaban con la presencia de grandes carnívoros. Esto sucedía especialmente en cuevas.
La explicación de los expertos era la siguiente: el Hombre de Neandertal compite por refugios, con los grandes carnívoros (y otros animales peligrosos, como los osos -que son omnívoros). Así, una viva imagen pasó al saber popular y a la literatura: la idea del Neandertal luchador y cazador, que se enfrenta a osos, leones, hienas o lobos para ocupar sus cubiles.
En los años ochenta, el trabajo de C. K. Brain "The Hunters or the Hunted" inauguró un nuevo modo de estudiar la formación de los yacimientos (que hay solemos llamar "tafonomía"). Su estudio tuvo un enorme impacto en la interpretación del Paleolítico antiguo. Brain demostró que los australopitecos sudafricanos, en contra de lo que afirmaba Dart, no eran grandes cazadores, armados con temibles armas en huesos aguzados. Al contrario, eran presas habituales de los leopardos y otros grandes carnívoros. Así, los huesos presentes en las cuevas de los australopitecos eran restos dejados por los felinos. Y los homínidos sólo eran otra opción gastronómica más, en el menú los grandes gatos.
En Europa, esa visión llegó con mucha fuerza, y se revisó de forma crítica todo el Paleolítico inferior y medio, en busca del tipo de situaciones descritas por Brain. El antropólogo y arqueólogo L. Binford fue un abanderado de este tipo de revisión. Se llegó a describir, años después, todo aquel "huracán" revisionista como el "efecto Binford". En yacimientos muy antiguos, como Orce-Venta Micena, Torralba y Ambrona, se deshechó la idea de que las acumulaciones de fauna estuvieran relacionadas con actividades de caza.
En ese marco, los yacimientos en cueva en los que aparecían tanto materiales musterienses como carnívoros, empezaron a perder interés como fuentes de información sobre los Neandertales. El razonamiento era este: no se podía afirmar que la fauna representara las capturas hechas por los Neandertales, y era más probable que fueran animales cazados por grandes carnívoros.
Eso, unido a un renovado modelo (de mano de la Nueva Arqueología) de las incapacidades Neandertales, llevó a imaginar al Neandertal como un homínido poco inteligente, incapaz de cazar de manera eficaz y organizada. Por todo ello, era fundamentalmente un ser carroñero. Con un razonamiento un tanto circular, esas limitaciones permitían explicar la presencia de herramientas Musterienses en las acumulaciones de los carnívoros: provenían de las exploraciones y actividades carroñeras de los Neandertales.
Esta imagen domina los años ochenta del siglo XX, y empieza a ser disputada a partir de los noventa. Al afinarse los estudios tafonómicos (i.e. "cómo se acumulan y se forman los yacimientos") se comienzan a distinguir los huesos procesados por los Neandertales y los devorados por carnívoros. Además el estudio de las estrategias de caza (por la especie, edad, sexo... de las presas) permite separar acumulaciones de carnívoros de otros perfiles, más típicos de sociedades humanas cazadoras. Y por otro lado, los estudios de industria lítica muestran que los neandertales tenían un equipamiento (de caza, de procesado de la materia animal) mucho más eficaz de lo descrito hasta entonces.
En ese ambiente cambiante, llegan los estudios de isótopos estables, que permiten valorar la dieta a partir del análisis de composición de los huesos. Esas técnicas describen la posición de un individuo en la cadena trófica (si es herbívoro, omnívoro, o carnívoro) y la proporción aproximada de proteína animal presente en su dieta. El trabajo Richards y otros sobre los Neandertales de Vindija marca un rubicón, al sumar los restos croatas a los resultados de estudios anteriores (de Bélgica y Francia). El conjunto de los datos da una imagen de "gran carnívoro", del Neandertal, en lo más alto de la cadena trófica.
Los isótopos estables alejan la idea del Neandertal carroñero oportunista y abren la puerta a consideraciones de tipo congnitivo y social: Si el H. neanderthalensis es un "top carnívore", entonces debe ser gracias a sus capacidades. Una parte de los investigadores de hacen énfasis en sus habilidades de planificación y oganización, rastreando -y hallando- cada vez más evidencia de complejidad. Pero otros siguen atados a los antiguos modelos de las incapacidades mentales, y proponen un nuevo fetiche explicativo en forma de "superhombre", lo que podriamos llamar el modelo "Conan con Torus Supraorbital".
Así, se transmite la idea de un neandertal increíblemente fuerte y robusto, al que la evolución no ha dotado de gran inteligencia, pero sí de armas alternativas a las garras y dientes: músculos de película de acción y lanzas "primitivas". En mi opinión, este tópico está sobredimensionado. Los Neandertales eran fuertes, si, pero sus capacidades (planificación, estrategia, uso del fuego, armamento y herramientas muy elaboradas) permiten pensar en alternativas razonables al (absurdo) "cuerpo a cuerpo 1vs1", a la hora de enfrentarse a carnívoros o cazar grandes herbívoros.
En ese marco de finales del S. XX y principios del XXI, aparece una propuesta que se centra en la interacción de Neandertales y carnívoros, para explicar la desaparición de ambos. Se trata de la hipótesis de J. Estévez y otros , propuesta desde la paleontología y la zooarqueología. En resumen, se trata de lo siguiente: Al final del Pleistoceno desaparecen de forma más o menos brusca varias especies de grandes carnívoros (Hienas...) y omnívoros (Osos cavernarios). Algunas estas especies subsisten en áreas restringidas mucho tiempo, pero también acaban por extinguirse. Dada la coincidencia en el tiempo de esos procesos, y dado que son simultáneos (más o menos) con la llegada a Europa y la expansión demográfica del Homo sapiens, es razonable pensar que las extinciones están relacionadas con nuestra especie. Además, el paralelismo sugiere al autor que hay que considerar H. Neandertalensis como un carnívoro más, a la hora de explicar su extinción.
Por mi parte, considero que a esa hipótesis le falta de coherencia interna en su formulación. Un hecho bien establecido es que las capacidades de H. Neanderthalensis son equiparables en eficiencia y complejidad a las de las poblaciones "modernas". Este hecho inhabilita la propuesta de Estévez. Específicamente, no es correcto dejar a un lado de la formulación teórica al taxón H. sapiens, dándole un carácter y unas capacidades diferenciales, y no aplicar los mismos razonamientos al H. Neanderthalensis.
Esto no significa que el Neandertal no tuviera cosas en común con los grandes carnívoros (como también lo tuvieron los "modernos" del Paleolítico, por otro lado). Pero lo que no es correcto es aplicar un doble rasero a dos poblaciones humanas a la hora de elaborar la explicación. Eso es volver al "no-win scenario".
En el siguiente post trataré de una cuestión relacionada con los carnívoros que está de actualidad, por varios trabajos recién publicados o en proceso de estudio. Me refiero al uso que los Neandertales hacian de los carnívoros. Existen evidencias de que probablemente cazaron hienas, leones y osos. O (al menos), aprovecharon sus restos.
Referencias
Brain, C.K., 1981: "The hunters or the hunted? An introduction to African cave taphonomy" University of Chicago Press. Chicago.
Binford, L.R., 1981: "Bones. Ancient Men and Modern Myths". Academic Press.
Richards, M. P., Pettitt, P. B., Trinkaus, E., Smith, F. H., Paunovic, M., Karavanic, I., 2000: "Neanderthal diet at Vindija and Neanderthal predation: The evidence from stable isotopes". PNAS, Vol. 97, N. 13. pp: 7663–7666.
Estévez, J. 2004: : "Vanishing Carnivores: What can the Disappearance of Large Carnivores tell us about the Neanderthal World?". Int. J. Osteoarchaeol. 14. pp. 190–200 .
No hay comentarios:
Publicar un comentario