El que avisa no es traidor ;)
Este será un post bastante denso, espesito, sobre teoría y práctica en la arqueología del Pleistoceno.
Retomo el blog con la revisión crítica de un artículo que he encontrado muy interesante. Se trata de un trabajo de Julien Riel-Salvatore, un paper teórico y de síntesis, de bastante calado, sobre la llamada "transición" entre el Paleolítico medio y el superior.
Riel-Salvatore se centra en la Península Itálica y propone un modelo de corte evolucionista y adaptativo, con algunos aspectos que me parecen de particular interés. En concreto:
En primer lugar el planteamiento que propone aúna de manera dinámica aspectos ecológicos, de comportamiento ("culturales", en cierto sentido), y bioevolutivos.
En segundo lugar, mantiene una visión imparcial, basada en la evidencia (o la ausencia de ella), y de sentido común, en lo referido a la tan manida y problemática identificación de culturas y especies humanas (p.e. "modernos"-Protoauriñaciense vs. Neandertales-Uluzziense).
Y, por último, propone un modelo que, si bien no comparto, debo reconocer que permite analizar a las poblaciones Pleistocenas de la Península itálica como cazadores-recolectores, con una única serie de criterios aplicables a todas ellas. Y eso es, además de una refrescante novedad, una manera inteligente de evitar el típico doble rasero con el que se suelen estudiar las poblaciones de neandertales y "modernos".
Crítica de las explicaciones monolíticas
El artículo critica, en sus primeros epígrafes, la ilusión de que la "transición" entre el Paleolítico medio y superior pueda explicarse con un único y gran fetiche explicativo (lo que el autor denomina prime movers) a escala continental. Los prime movers propuestos por muchos investigadores suelen ser o bien causas biológicas, o bien mecanismos culturales. O, en algunos casos, causas climáticas y medioambientales. La crítica de Riel-Salvatore señala que, en cada paradigma monolítico, se elige una sola de esas explicaciones, dejando las otras como irrelevantes o, como él las llama, epifenoménicas.
Dentro de los modelos que rechaza, hay uno que vale la pena especificar: La idea de que la "transición" entre el Paleolítico medio y superior se pueda entender como una Revolución (idea presente en Mellars et al., 2007). Hay que comprender que Riel-Salvatore entiende una revolución en términos evolucionistas estrictos, ya que es su paradigma, el esquema dentro del que se mueve. Por lo tanto, su crítica a la idea de una Revolución en la "transición" va en ese sentido: Para el autor, si no hay un crecimiento demográfico importante que demuestre que la Revolución ha supuesto una clara ventaja adaptativa para la población, no hay tal revolución.
"In sum, the available demographic data for the transition interval indicate that, at present, it can only be considered revolutionary by analogy to the Neolithic and Urban Revolutions".
Por mi parte, aunque comparto la afirmación de que en la "transición" no hay más "revolución" que en otros periodos (p. e. los milenios posteriores), tampoco creo que el concepto de revolución sea evaluable en esos términos elementales de inputs demográficos.
Si las explicaciones no sirven por separado, júntalas.
La idea del autor es elegante y relativamente sencilla: Los prime movers o explicaciones monolíticas fracasan porque no integran en la explicación los distintos factores que concurren para producir los cambios que se perciben en el registro arqueológico.
Para Riel-Salvatore, desde una visión evolutiva-adaptativa, los cambios relevantes en las culturas arqueológicas sólo son aquellos que sirven a fines evolutivos. Es decir, que permiten mejorar la forma de adaptarse al medio-ambiente y, en último término, provocan el "progreso" de la especie en términos de supervivencia y demografía.
En ese sentido, el autor integra los tres fetiches explicativos favoritos para la "transición": El clima, los cambios en el comportamiento, y los cambios bioevolutivos.
Estos tres factores interactúan de manera dinámica (de forma que sus relaciones e influencias mutuas cambian a lo largo del tiempo). En conjunto, componen una serie de sistemas de "herencia interrelacionada", que determinan también lo que sucederá en los periodos posteriores.
Por lo tanto, la solución pasa por encontrar un modelo que permita aunar de manera dinámica esos tres aspectos, y la propuesta de Riel-Salvatore es la NTC: Niche Construction Theory (Odling-Smee et al., 2003), lo que podríamos traducir como Teoría de la Construcción de Nichos. Es una teoría originada en la biología evolutiva, que propone que la evolución de los organismos se explica en función de la interacción de esos tres factores a lo largo del tiempo: Comportamiento, biología y medioambiente.
"Thus, NTC highlights the dynamic, often unstable interplay between these three domains of inheritance as the principal evolutionary pathway that directs the evolutionary history of a species and its wider ecosystemic context".
Niche Construction Theory y Neandertales
En este punto, el autor enumera una serie de rasgos que denomina comportamientos de construcción de nichos por parte de los Neandertales: Caza selectiva de ungulados, obtención sistemática de pequeños animales como suplemento de la dieta, ocupación de nuevos biotopos (montañas), explotación estacional de distintos gradientes de altitud, aportación de material lítico a lugares de referencia, patrones de movilidad flexibles, uso controlado del fuego, armamento de caza a corta distancia, transporte ocasional de material lítico a larga distancia, y recogida de vegetales para varios usos.
Estos rasgos hay que entenderlos también en los términos evolutivos con los que funcionan este tipo de explicaciones: Es decir, se entiende la construcción de nichos como el conjunto de las facetas del comportamiento humano que son seleccionadas -en términos evolutivos- gracias a que ayudan a las poblaciones a sobrevivir y a crecer. O dicho de otro modo, las facetas que son más eficientes.
Los rasgos enumerados, por otro lado, reflejan un cambio en la conceptualización de los neandertales, que se ha producido en los últimos años. Ahora, se entiende a estas poblaciones como plenamente humanas en el sentido de sus capacidades y (al menos) su organización económica y subsistencial. Y esa nueva comprensión permite, sin mayores problemas, aplicar una metodología única para estudiar a "modernos" y Neandertales como cazadores-recolectores del Pleistoceno, evitando así el doble rasero o a priori que significaría presuponer lo contrario.
Sin embargo, debo criticar dos de los aspectos que menciona Riel-Salvatore por ser, en mi experiencia, fruto de lugares comunes sobre las poblaciones neandertales. En primer lugar, la cuestión del armamento a "corta distancia". Existen pruebas razonablemente sólidas de la existencia de caza a "larga distancia" (uso de proyectiles) desde los inicios del Paleolítico medio europeo (Thieme, 1997), y es un tema que he tratado en varios posts de este blog (como éste). En ese sentido, recomiendo un artículo de Ríos Garaizar (2008) sobre el tema. Es un tema que está poco y mal estudiado, con abundantes lugares comunes y numerosas afirmaciones gratuitas.
El otro aspecto que no comparto es que el transporte de materias primas a larga distancia sea "puntual". En concreto, nuestro trabajo en el yacimiento de Axlor (Dima, Bizkaia), ha revelado que, en los niveles de Musterienses, hay estrategias sistemáticas de aprovisionamiento y transporte de materias primas líticas. Prácticamente todo el sílex hallado proviene de fuentes situadas a más de 50 kilómetros de distancia.
Esas materias primas componen la mayor parte del utillaje, no se trata presencias puntuales de objetos "exóticos". Esta información está disponible en una serie de trabajos, como el que citaba antes de J. Ríos Garaizar, pero también en otros (González Urquijo et al, 2005). En este sentido, entiendo que también hay demasiadas preconcepciones y lugares comunes, y faltan estudios sistemáticos de procedencia de las materias primas.
Tras las reflexiones y explicaciones sobre la Teoría de Construcción de Nichos, el autor aplica esos principios al estudio de la "transición" en la Península Itálica. Ese periodo estaría dividido en tres etapas: una primera, que ve la aparición de las industrias del Uluzziense en el sur de Italia, y el Protoauriñaciense en el Norte, con pervivencia del Musteriense final o tardío en Italia Central (circa 42-41.000 BP). A esa etapa le seguiría otra (41-37,5 ka BP) que supone la extensión de las industrias "transicionales" a expensas del Musteriense final. Y, por último, después de 37.500 BP, la extensión del Auriñaciense (sensu lato) por toda la península itálica.
El modelo propuesto para explicar esos cambios en el registro arqueológico sigue los procedimientos descritos al explicar la Teoría de Construcción de Nichos.
Dicho modelo conceptualiza una situación inicial en la que irrumpe una gran inestabilidad climática, que tiene distintos efectos en diferentes áreas de la Península Itálica. Por una parte, en la zona central hay cambios en la organización de la subsistencia, que se cifran en cambios en la movilidad territorial: pasa de residencial a logística (sensu Binford, 1982).
Mientras tanto, el norte y el sur los cambios tienen otro calado: Un mayor cambio ambiental, y, sobre todo, la creciente dificultad para predecir la disponibilidad de los recursos, son el motor de cambios tecnológicos que llevan a la aparición tanto del Uluzziense como del Protoauriñaciense.
La segunda etapa se caracteriza por la expansión de las industrias "transicionales", como hemos visto arriba (lo que se explica en términos de herencia digamos, cultural). Y la mayor estabilidad climática de esta segunda fase se pone en relación con un cierto retorno a estratégicas de movilidad más bien residenciales.
En cuanto a la tercera fase, dada la escasez de las evidencias arqueológicas, no se profundiza demasiado, más allá de proponer algunas hipótesis sobre las que trabajar en el futuro (como una posible influencia del último Uluzziense en las industrias posteriores, en el sur de Italia).
Aspectos negativos y positivos
El trabajo de Julien Riel-Salvatore, en líneas generales, es en mi opinión altamente positivo, aunque se mueva dentro de un paradigma que no comparto: la aplicación estricta de una visión evolutiva y adaptativa de la cultura y el comportamiento humanos, para explicar el registro arqueológico.
En particular, encuentro muy valioso el esfuerzo por la integración de lo que llama "comportamiento" (cultura, en cierto sentido), la biología y el medioambiente. Pero, sobre todo, me parece fantástico que esos factores se vean como interdependientes y dinámicos, como flujos de relaciones que cambian en el tiempo y determinan, en un sentido histórico, los cambios en las sociedades humanas, que observamos en el registro material.
Además, me parece que aplica un memorable (¡y poco frecuente!) sentido común a la hora de abordar la peliaguda cuestión de la identificación de especies (o poblaciones) humanas con determinadas culturas arqueológicas.
En cuanto a los aspectos negativos, me centraré en dos temas concretos: Por una parte, no puedo dejar de señalar lo que, a mi entender, es una cierta obsesión por explicar los cambios históricos de las sociedades humanas en términos estrictos de eficiencia, de inputs tecnológicos y organizativos, y outputs de aumento demográfico, desarrollo y progreso. Creo que pueder existir un fuerte sesgo ideológico y de tradición historiográfica, en ese sentido.
No se trata de negar, por mi parte, que existan elementos de selección positiva o negativa de determinados aspectos de la organización social. Pero si creo que se exagera mucho al pretender que dichos elementos, considerados globalmente puedan: (1) explicar tanto la variabilidad sincrónica como los cambios diacrónicos en el registro arqueológico, y (2) ser la causa última de la evolución de las sociedades humanas.
Creo que ejemplos tan contundentes como la completa desaparición de toda la complejidad Magdaleniense (tanto en el arte, como en las tecnologías líticas y óseas) en el Mesolítico de la Península Ibérica, prueban que entender la evolución de las sociedades humanas en términos lineales de innovación tecnológica = mejor adaptación al medio es una simplificación excesiva. Y, sobre todo, no permite realmente explicar el pasado.
El otro tema que quería criticar es la incomprensión generalizada que existe aún (y el artículo de Riel-Salvatore no es una excepción) sobre la lógica interna de la producción y la gestión del utillaje lítico, a veces unida a una falta de reflexión sobre los artefactos producidos por los métodos de excavación.
En particular, en el artículo se presentan una serie de reflexiones sobre la movilidad de los grupos humanos, basados en la presencia relativa de productos retocados y la densidad del volumen de material lítico hallado (patrones WABI).
No tengo aquí espacio para explicar cada uno de los aspectos que -creo- están sesgando significativamente dichos índices WABI, pero si puedo enumerarlos y poner algunos ejemplos:
- Incomprensión de la lógica subyacente al utillaje lítico. Esto supone: ausencia de una distinción cualitativa y cuantitativa de las diferentes materias primas (adecuadas a distintas funcionalidades), falta de estudios sobre huellas de uso (el material no retocado también puede ser utillaje, por ejemplo), valoración de la intensidad del retoque, en relación a fenómenos de reavivado y reciclado (un conjunto de útiles retocados una sola vez, para su conformación, no puede ser igualado a herramientas que han sufrido decenas de reavivados durante su uso), útiles polifuncionales vs. monofuncionales, distinción de lugares según las actividades de gestión del utillaje en piedra (de captación primaria, secundaria, de producción, de mantenimiento del utillaje, de desechado del mismo, etc...).
- Ausencia de reflexión explícita sobre los constructos producidos en los trabajos de campo: Por ejemplo, el tipo de cribado (en seco, con agua a presión, o con agua lenta, como la de un bidón de flotación) y el grosor de las cribas utilizadas (luz de 1, 2 o 4mm, etc) sesgan, en mi experiencia, de manera radical la cantidad recuperada de laminillas, otros elementos microlíticos conformados, y los materiales comúnmente llamados "restos de talla" (una denominación a menudo errónea).
- Falta de reflexión sobre la diagénesis de los yacimientos, y el propio concepto de nivel arqueológico, en relación a las técnicas que son aplicables a su estudio (el autor reconoce que se trata de palimpsestos, pero los índices WABI, en mi opinión, no resultan efectivos a la hora de soslayar ese hecho concreto).
De todas formas, estas últimas cuestiones creo que se entienden mejor como críticas al conjunto de las investigaciones paleolíticas, más que al trabajo que nos ocupa. Y en todo caso, recomiendo la lectura del artículo de Julien Riel-Salvatore. Es un trabajo muy valioso en numerosos aspectos, que he tratado de desgranar (espero que con cierto éxito) en este post. El autor, por cierto, tiene un interesante blog sobre prehistoria y arqueología del que soy asiduo seguidor.
Referencia:
Riel-Salvatore, J. (2010). A Niche Construction Perspective on the Middle–Upper Paleolithic Transition in Italy Journal of Archaeological Method and Theory, 17 (4), 323-355 DOI: 10.1007/s10816-010-9093-9
Bibliografía citada:
Binford, L. R. (1982): "The archaeology of place". Journal of Anthropological Archaeology, Volume 1, Issue 1. Pags. 5-31.
González Urquijo, J., Ibáñez Estévez, J.J., Ríos Garaizar, J., Bourguignon, L., Castaños, P. y Tarriño, A. (2005): “Excavaciones recientes en Axlor. Movilidad y planificación de actividades en grupos de neandertales”. En R. Montes y J.A. Lasheras (eds.): Neandertales Cantábricos. Estado de la cuestión. Museo de Altamira, Monografías 20. Madrid. Pags. 527-539.
Mellars, P., Boyle, K., Bar-Yosef, O., y Stringer, C. [editores] (2007): Rethinking the human revolution: new behavioural and biological perspectives on the origin and dispersal of modern humans. Cambridge.
Odling-Smee, F. J., Laland, K. N., y Feldman, M. W. (2003): Niche construction: the neglected process in evolution. Princeton.
Rios Garaizar, J. (2008): "Variabilidad tecnológica en el Paleolítico Medio de los Pirineos Occidentales: una expresión de las dinámicas históricas de las sociedades neandertales". Treballs d'Arqueologia, Nº. 14. Pags. 171-194.
Thieme, H. (1997): "Lower Palaeolithic hunting spears from Germany". Nature 385, 807 - 810.
Hola Millán,
ResponderEliminarTengo dos blogs, uno es Una Ventana al Mundo en el que publiqué hace un par de días el artículo sobre la promiscuidad de los neandertales. Me comentabas que eso no era correcto, no te lo pongo en duda ya que mis conocimientos sobre ese tema son escasos. Lo que yo publiqué es un artículo aparecido en Europa Press.
El otro blog, Paseando por la Historia, es donde has leído que los neandertales envenenaban las flechas. Esto lo he leído en un reportaje sobre venenos de la revista Historia y Vida, el que cito en la fuente, y ha sido escrito por una tal Anabel Herrera que es periodista, por lo que tampoco sé hasta qué punto estará documentado.
Por mi parte te sigo, que siempre es interesante aprender cosas nuevas.
Saludos
Hola Kassiopea. Gracias por comentar.
ResponderEliminarYa imaginaba que en tus notas se trataba, sencillamente, de dar difusión a noticias de contenido científico y/o curioso.
Lo cierto es que, entre el chapucero analisis de ADN low-cost del pobre Ozzy, y el "hype" por el artículo de los "dedos sexuales terstosterónicos", las noticias neandertales que leo ultimamente son realmente raras, y desanima un poco tanto amarillismo...
Lo del veneno me llama la atención porque no creo que haya evidencia, pero si la hubiera, yo no la conozco, y me gustaría mucho enterarme.
El artículo del veneno en cuestión: http://paseandohistoria.blogspot.com/2010/11/el-veneno-en-la-historia.html
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