La imagen del neandertal bruto es un tópico extendido más allá de las disciplinas científicas. Esa visión no se basa en evidencias: Es fruto de viejas inercias en la investigación y de modelos simplistas sobre el Homo sapiens y la desaparición de los Neandertales. Aquí recogeremos las evidencias científicas que existen, y las que se vayan publicando, sobre los modos de vida y la cultura de los neandertales.
martes, 3 de noviembre de 2009
Fallece Claude Lévi-Strauss
Nos ha dejado un investigador con una mente y una sensibilidad privilegiadas, para analizar lo humano que hay en nosotros, y en los otros...
...sean estos otros los -como él afirmaba, mal llamados- "primitivos actuales", o los "primitivos" del pasado histórico.
Os dejo vínculos a una nota de prensa, otra, y un reciente artículo de opinión, de Manuel Delgado, que recoge algunos esbozos de la trascendencia de Lévi-Strauss.
También recomiendo el artículo de la wikipedia en inglés sobre este investigador (más completo que la versión en español)
La dieta del Hombre de Neandertal: ¡Vuelve a haber pescado en el menú!
Hemos pasado de percibir a los Neandertales como devoradores de carroña en los márgenes del ecosistema, a considerarlos eficaces cazadores y, por fin, comprender que no eran demasiado distintos de los sapiens. Voy a tratar de hacer un breve resumen de algunos hitos importantes de la investigación.
Desde finales de los años 70 y principios de los 80, a partir de los trabajos de autores como Freeman, Binford, Stiner y Straus, aparece un modelo que caracteriza a los neandertales como carroñeros oportunistas. Se describe al neandertal como un homínido muy limitado, que caza de forma oportunista presas de pequeño tamaño, con armas poco eficaces ("palos y piedras") y carroñea los restos de grandes ungulados.
Este modelo queda expresado en los 90, con la obra de Straus Iberia before the Iberians, a modo de síntesis para el Paleolítico en la zona del cantábrico. Así pues, en este modelo los neandertales comían "carne y hueso carroñeados", y el ocasional ciervo, corzo, cabra, rebeco... Frente a esto, se resalta la estrategia, más eficaz y eficiente, de los cazadores del Paleolítico superior.
Siempre he creído que este modelo da por supuestas demasiadas cosas, sobre todo en lo que se refiere a las incapacidades de los neandertales. En mi opinión, la imagen dada no se corresponde con el registro material; pero no sólo con el actual, sino tampoco el de los años 80, cuando se construyó el modelo. Y tampoco me parece correcto juzgar esa estrategia oportunista como "inferior", o "peor adaptada" que la estrategia cazadora del Paleolítico superior. Como explicaré más abajo, esto tiene que ver con la construcción, voluntaria o no, de "no-win scenarios" para los Neandertales.
Desde los años 90, se producen dos fenómenos paralelos: Por un lado, hay un cierto desarrollo de los análisis arqueozoológicos, que junto con la excavación de nuevos yacimientos, o re-excavación de yacimientos conocidos de antiguo, por toda Europa, va cambiando la imagen de las presas que abatía y comía el Neandertal.
A esa evidencia se suma, a partir de mediados de los 90 -sobre todo- la irrupción de los análisis isotópicos de huesos neandertales. Estos estudios analizan la composición mineral de los fósiles humanos, y los investigadores deducen, a partir de los resultados, cual fue la dieta del individuo durante su vida.
Dichos análisis son relativamente "gruesos", y hay que leerlos con precaución, porque los huesos pueden cambiar su contenido mineral durante la fosilización. Pero aún así, los resultados han sido bastante espectaculares.
Se han estudiado sobre todo, Neandertales de Centroeuropa y Francia -es decir continentales, no mediterráneos- y los resultados señalan claramente una dieta cazadora basada en grandes ungulados (bisonte, caballo...). En términos de cadena trófica, los Neandertales se sitúan en lo alto de la pirámide, al nivel de los grandes depredadores (lobo, felinos).
Entre estos estudios destaca el de Richards y otros. Con estos datos, según los investigadores, los Neandertales se dan grandes festines de carne de grandes bóvidos, caballo, ciervo, e incluso animales más grandes, como el mamut y el rinoceronte. Pero eso es todo, no comen nada más.
A partir de esa tesitura, la idea del carroñeo neandertal se desinfla notablemente. Pero no tarda en aparecer un nuevo concepto, para devolver a los Neandertales a su estatus inferior. Se trata de la "(hunting) broad spectrum revolution" (ver por ejemplo el trabajo de B. Hockett y J. A. Haws).
Este modelo propone que los sapiens antiguos llegados a Europa extinguen al Neandertal, gracias a una dieta basada en la caza, pero mucho más amplia. Este modelo tiene cierta base en la evidencia, ya que los análisis químicos de los sapiens arcaicos apuntan a una dieta mas variada. Al menos, comparados con los neandertales de Europa continental.
El problema no son análisis, sino la formulación de esos no-win scenarios en los que, como a priori, se decide que la estrategia vinculada a los neandertales es siempre "económicamente peor", menos "evolucionada", o menos "eficiente".
Volvamos un momento al modelo de carroñeo oportunista frente a caza organizada. En ese modelo la estrategia neandertal también puede verse con un prisma positivo: puede considerarse más diversificada, menos exigente en recursos y movilidad, y menos vulnerable a cambios medioambientales. En términos etnográficos, conocemos pueblos "primitivos actuales", sapiens, que utilizan a estrategias carroñeras/oportunistas, y nadie piensa -nadie con dos dedos de frente- que son cognitiva o biológicamente inferiores.
Sucede algo similar con la "(hunting) broad spectrum revolution". El razonamiento de esta teoría es el siguiente: La mejor alimentación de los sapiens, derivada de una mayor variedad de presas (animales pequeños, aves, pescado..), les permite mantener índices de crecimiento demográfico superiores a los neandertales.
Pero una formulación opuesta es del todo posible: Dado que los análisis isotópicos colocan a los neandertales en lo alto de la cadena trófica, estos tendrían acceso a la más rica y abundante fuente de proteínas animales. Mientras, los sapiens desperdiciaban recursos persiguiendo presas que son, energéticamente, mucho menos eficientes.
Por tanto, si es el neandertal el homínido considerado, la estrategia tiene que ser inferior. Pero si es el sapiens, es más eficaz y evolucionada. A esta situación "pierde-pierde" se une que esas ideas están, en exceso, vinculadas a visiones economicistas estrictas (de imputs calóricos y outputs demográficos), a veces de un mercantilismo parodiable.
Actualmente, la idea de la caza de espectro amplio para el Paleolítico superior, junto con la idea del cazador poco flexible, ultra-especializado en grandes animales (neandertal), están en claro retroceso. Cada día que pasa se recogen y publican más evidencias del consumo de todo tipo de alimentos por parte de los neandertales: pescado, moluscos, mamíferos marinos, todo tipo de mamíferos terrestres (incluyendo presas pequeñas como liebres y conejos) y hasta tortugas.
Hay que decir que estas evidencias no son realmente nuevas, sino que llevan apareciendo varias décadas. Sin embargo, no se han tenido en cuenta hasta hace poco, y aún queda por hacer un enorme trabajo (recoger, sintetizar y revisar toda la información que existe al respecto).
Ya en 1992, E. Roselló señala la presencia de abundantes restos de peces de río en Cueva Millán, un yacimiento Musteriense continental de la Península Ibérica (en la Meseta norte). Se descarta una acumulación natural, ya que los peces tienen que ser aportados a ese abrigo rocoso.
Además todos los peces son de una talla más o menos similar, pertenecen a sólo tres especies grandes, y la mayor parte murieron en verano (cuando la mortalidad natural de esos peces es predominante en invierno). La conclusión es que los llevaron allí los neandertales desde el río, y lo hicieron a lo largo de todo el año, pero sobre todo en primavera y verano. Por lo demás, se compara con peces capturados en el Paleolítico superior (de Tito Bustillo) y la idea general es que, quitando la estacionalidad (que es inversa), en lo demás son muestras muy similares.
En 1993 Stiner, para Italia, documenta el consumo de mejillones y almejas (i. e. moluscos marinos) en distintos niveles Musterienses de la cueva de Moscerini. Se caracteriza como un consumo local que va variando a lo largo del tiempo según las fluctuaciones de la "oferta medioambiental". Vamos, que si hay más mejillones cerca de la cueva, eso es lo que aparece en el estrato, y viceversa.
En los últimos dos años se han multiplicado los ejemplos de consumo de pequeños animales, terrestres y marinos, por parte de los Neandertales, sobre todo en el mediterráneo. En la Península Ibérica destaca la Cueva de Bolomor, donde R. Blasco ha documentado el procesado y consumo alimenticio de aves, conejos y tortugas.
Muy recientemente, además, hemos sabido por Mundo Neandertal, del probable consumo de vegetales y pescado en El Salt, a partir de los restos de grasas, y de espinas de pez quemadas estudiados por los investigadores.
Y por fin, se ha publicado en 2009 un estudio anunciado desde hace años, sobre la dieta de los neandertales de Gibraltar, en las cuevas de Vanguard y Gorham's.
Para los autores, Stringer y otros, la evidencia señala a que no existen verdaderas diferencias entre neandertales y modernos, a la hora de reconocer, adquirir y consumir recursos marinos. En el trabajo se incluyen moluscos, peces y mamíferos marinos como el delfín. Todas estas especies están presentes en Gibraltar y muestran huellas de haber sido procesados y consumidos por los neandertales.
La imagen que se forma a partir de todas estas evidencias es la de una creciente importancia de los animales pequeños, y de los recursos marítimos sobre todo en el área mediterránea, en el Paleolítico medio.
Además, hay un hecho que sugiere que estos descubrimientos pueden ser la punta de un "iceberg" que no podemos estudiar aún: La mayor parte de la costa emergida durante extensas fases del Pleistoceno, hoy se encuentra oculta bajo el mar. Descubrimientos como el "Neandertal del Mar del Norte" señalan en esa dirección.
Para finalizar, recomendar un trabajo de J. Joordens, también comentado por J. Hawks en su blog, que recoge una importante reflexión para poner las cosas en su sitio: El consumo de recursos acuáticos puede no ser un buen indicador de "modernidad vs. arcaísmo" del comportamiento.
En el artículo de Joordans se explica que los biólogos han documentado una captura y consumo de animales marinos por parte de todo tipo de omnívoros y carnívoros terrestres, desde el babuino al oso, pasando por todos los cánidos, hienas y hasta suidos (cerdos salvajes).
martes, 20 de octubre de 2009
Las tumbas de los Neandertales
Para algunos autores, como P. B. Pettitt, las evidencias "sólo" nos dicen que los Neandertales "ocasionalmente" pudieron enterrar a sus muertos. Pettitt ha hecho un gran trabajo revisando enterramientos, pero parece que no puede librarse por completo de los modelos de las incapacidades neandertales. Me refiero a argumentos propuestos por Gamble, Stringer o Mellars.
Si ponemos la cuestión en contexto, tenemos que -para el mismo periodo- prácticamente no existen enterramientos de hombres "modernos" (los de Skhul y Qafzeh son anteriores). Y, de hecho, los enterramientos humanos en Eurasia para los siguientes 10.000 años se pueden contar con los dedos de una mano, y nos sobran.
¿Pero entonces... de cuantos enterramientos hablamos?
El conjunto de los fósiles neandertales se compone de muchos miles de restos que pertenecen a algo más de 500 individuos. Este número crece a un ritmo relativamente alto, y problablemente seguirá creciendo en los próximos años, gracias a nuevas excavaciones y descubrimientos arqueológicos.
Por supuesto, no todos estos restos (ni siquiera la mayoría) se corresponden con enterramientos en sentido estricto. Los especialistas discuten el número concreto, disputando sobre los casos más complicados o dudosos. El número total de tumbas se sitúa entre 35 y 60. Desde cualquier óptica, 35 enterramientos ya sería un número espectacular, sobre todo comparado, -como decía antes- con las tumbas de "humanos anatómicamente modernos".
Los orígenes
Antes de tratar las tumbas neandertales, es interesante mencionar los antecedentes que anuncian un tratamiento "especial" de los cuerpos de los difuntos, si bien no muy ceremonioso.
Ese es el caso de los Homo heidelbergensis de la Sima de los Huesos (Atapuerca), con al menos 300.000 años de antiguedad (y seguramente más de 350.000).
La hipótesis principal es que varias decenas de individuos fueron arrojados a un pozo karstico natural, a lo largo de un periodo de tiempo indeterminado. También conviene comentar que, según los excavadores del yacimiento, otras causas para la acumulación no pueden descartarse del todo.
En esta misma línea (la disposición sumaria de cadáveres en cuevas) podrían estar los neandertales arcaicos de Pontnewydd Cave. Estos restos, muy fragmentarios, tienen más de 225.000 años, y fueron hallados en la zona interna de la cavidad.
Características de los enterramientos neandertales
En general, las tumbas neandertales que se han encontrado están en cuevas o abrigos. Las fosas mejor conservadas nos indican que se enterraban en pozos excavados, no demasiado profundos (aunque hay excepciones). Después las fosas se rellenan con la misma tierra del vaciado. En todos los casos, cuando no ha habido perturbaciones postdeposicionales, se observa que los cuerpos fueron depositados con cuidado y buscando una posición específica, no aleatoria.
No hay evidencias de que los neandertales enterrasen a sus muertos con ajuar. Los arqueólogos han propuesto en varios casos algunos objetos como posible ajuar funerario (astas y huesos de animales, piezas de sílex). Sin embargo, resulta imposible -al menos de momento- saber si llegaron junto al difunto como ofrenda o, simplemente, como parte de la tierra que rellenó la fosa.
En el caso de Shanidar 4, los excavadores originales propusieron que había sido enterrado con ofrendas de flores. Un estudio posterior (Sommer, 1999) afirma que las flores llegaron como parte de las reservas que ciertos roedores de la zona acumulan en sus madrigueras. Yo querría tener una tercera opinión: Aunque los argumentos de Sommer parecen convincentes, mi tendencia es a fiarme más de los criterios de los excavadores originales. En todo caso, la presencia de ajuar en Shanidar es, en el mejor de los casos, dudosa.
Los Neandertales entierran a todo tipo de individuos, desde neonatos (o fetos proximos al nacimiento) hasta hombres ancianos de la época (de unos 35 años), con una ligera ventaja de los enterramientos masculinos.
Los cuerpos se entierran a menudo en la zona central de la cueva o abrigo (Amud, Roc de Marsal, Chapelle-aux-Saints o Kebara) pero también hay casos de tumbas en zonas periféricas o cercanas a las paredes de la cavidad.
Otra cuestión son los enterramientos o tratamientos secundarios, de los que no hablaré en este post por cuestiones de espacio. Sólamente un par de nociones:
En las culturas tradicionales son frecuentes los tratamientos secundarios de los cadáveres humanos, o mejor dicho de sus esqueletos, una vez ha pasado el tiempo suficiente desde el rito funerario inicial. Así los esqueletos se desarticulan, a veces se trocean, etc... y a menudo se cambian de lugar. No me extiendo mucho más en este tema, excepto para señalar que este tipo de tratamiento puede haber sido confundido, en varios yacimientos Neandertales, con evidencias de canibalismo. Como digo, es algo que trataré en algún momento... en otro post.
Cementerios neandertales
Si consideramos la idea de cementerio en su acepción más amplia, como lugares ritualizados o socialmente designados como "allá donde se entierra a los muertos", para los Neandertales tenemos un par de ejemplos bastante claros.
El primero de estos lugares es Shanidar, donde se han encontrado restos de 10 individuos neandertales.
Algunos de los individuos de Shanidar no pueden considerarse enterramientos primarios: por ejemplo el número 10 fue localizado hecho trocitos, entre los restos de fauna. Y ya hemos hablado de Shanidar 4. Sin embargo, la evidencia de al menos 6 enterramientos, en tres momentos diferentes, situa a la gruta en nuestra órbita de "lugar común de enterramiento" o cementerio.
El otro caso bien documentado es La Ferrasie, con siete individuos enterrados (dos de ellos prácticamente completos, en fosas individuales) en momentos diferentes, con el transcurso de un tiempo significativo entre algunos de los enterramientos.
Los estudios y la bibliografía
Una obra clásica y muy recomendable es el libro de Defleur "Les sepultures Mousteriennes". Para Oriente Medio, tenemos el libro de Trinkaus "The Shanidar Neanderthals" y el artículo de Solecki "Shanidar IV, a Neanderthal flower burial in northern Iraq". La crítica de Shanidar 4 que he mencionado está en el artículo de Sommer "The Shanidar IV 'Flower Burial': A Reevaluation of Neanderthal Burial Ritual".
Mención aparte merece el trabajo de Gargett en Current Antropology, por lo malo que es. El trabajo de Gargett tiene un enfoque fuertemente lastrado por la visión más exagerada de las incapacidades neandertales, y trata de negar la existencia de "verdaderos enterramientos neandertales".
El problema es que, siendo la evidencia tan sólida, Gargett tiene que hacer verdadero "encaje de bolillos" con sus disquisiciones, y al final le queda un trabajo muy malo. Contra sus conclusiones se han pronunciado casi todos los paleoantropólogos y arqueólogos que han tratado el tema, excepto los más afines -y estos lo defienden no muy convencidos.
Entre los abiertamente críticos: David W. Frayer, Antra Montet-White, Harvey M. Bricker, Catherine Farizy, Claude Masset, Antonio Gilman, Arlette Leroi-Gourhan, Maria Isabel Martinez Navarrete, Paul Ossa, y Erik Trinkaus (aunque la lista creo que se queda bastante corta).
Un artículo más correcto y basado en la evidencia, es el de Paul B. Pettitt "the Neanderthal dead". Es un trabajo más equilibrado, aunque existe una cierta tendencia, muy anglosajona, a buscar esa "significativa diferencia cognitiva" que permite distinguir a los neandertales de los "humanos de verdad".
miércoles, 7 de octubre de 2009
Neandertales en Negro
El uso de pigmentos minerales sobre el propio cuerpo está documentado, por la etnografía, en muchos grupos humanos de las sociedades “primitivas actuales”. De hecho, se considera un comportamiento bastante universal entre las sociedades de cazadores-recolectores y otras formas sociales “tradicionales”.
Otra cuestión que refleja la etnografía, es que el uso de esos pigmentos no tiene, prácticamente nunca, un carácter puramente utilitario. Es decir, la decoración corporal con esos pigmentos tienen una función étnico-social, estética y simbólica evidente, a la se añaden (normalmente por deducción de los investigadores) otras funciones utilitarias: protección de la piel, como desinfectante, etc.
Esa información etnográfica se ha utilizado como modelo para la reconstrucción del pasado remoto de África. En general, los estudios (como el de I. Watts) tienden a identificar la presencia de pigmentos minerales con evidencias de un comportamiento simbólico, y por lo tanto, como un rasgo de modernidad.
La información disponible sugiere que el uso de pigmentos minerales sería, en efecto, un rasgo de comportamiento simbólico y “moderno”, pero lo curioso es que no resulta demasiado revolucionario ni supone grandes cambios en las sociedades al largo plazo.
Así, se rastrea la presencia de pigmentos minerales (óxidos de hierro, que se usan como ocres rojos) en yacimientos africanos desde hace unos 200.000 años. Se hacen más frecuentes hasta llegar a Blombo’s Cave, en Sudáfrica (entre h. 100.000 y h. 75.000 años), donde se han encontrado unos 8000 fragmentos de ocre rojo, uno de ellos con un dibujo geométrico grabado.
Esos yacimientos de la MSA africana se vinculan a nuestros ancestros directos, los llamados Humanos Anatómicamente Modernos, (o simplemente, humanos modernos).
El uso de pigmentos minerales ha sido uno de los rasgos esgrimidos para diferenciar el comportamiento de esas poblaciones “modernas” y otras, supuestamente más arcaicas, como los Neandertales.
En este punto, hay que señalar que los razonamientos que llevan a igualar ocres y comportamientos simbólicos, en África, aún carecen de una base empírica fuerte (excepto los grabados de Blombo’s, que es un caso particular) .
Eso no significa que estén equivocados, solamente que no se han hecho aún suficientes estudios de cadenas tecnológicas y de traceología, con base experimental, que permitan explicar cómo se usaron esos pigmentos, y asociarlos a actividades concretas.
Por lo demás, el modelo basado en la etnografía parece bastante sólido, y el uso del ocre rojo con valor étnico y simbólico, es -también en mi opinión- la hipótesis más razonable.
Volvamos ahora a los Neandertales que es lo que nos interesa en este blog: En un mundo ideal, el modelo aplicado a la MSA africana debería poder transponerse a los Neandertales europeos, siempre que se encontrara una gran cantidad de pigmento mineral utilizado. Este es el caso de los yacimientos de Pech-de-L’Aze I y IV, donde se hallaron, en una superficie relativamente pequeña, más de 500 fragmentos de dióxido de manganeso (pigmento negro) con marcas de trabajo y de uso.
Sin embargo, el prejuicio sobre los Neandertales pesa mucho, y los modelos que resaltan sus incapacidades, como hemos visto, no tienen problemas en situar a los Neandertales en un “no-win scenario”: En el caso de los pigmentos minerales, lo que se dice es que, de utilizar los Neandertales ese material, lo harían de una forma utilitaria, simple, sin componente simbólico.
Previendo esa respuesta, los investigadores que abordaron el tema, F. D’errico y M. Soressi, lo hicieron del modo más difícil: Buscando la evidencia empírica que aún no se ha estudiado para la MSA africana.
Para ello se desarrolló un programa experimental que estudia las huellas que quedan al utilizar los fragmentos de dióxido de manganeso contra diferentes tipos de superficies (incluyendo filos de sílex para raspar el manganeso, superficies de arenisca para abrasionarlo, y piel de animales y humana sobre la que se pintaba).
Sus conclusiones, aún provisionales, son estas:
- Que a los fragmentos de manganeso se les ha dado forma para que muestren facetas estrechas y alargadas. De esa forma se convierten en lápices de pigmento mineral, para decorar (“dibujar”) antes que “cubrir” superficies enteras.
- Que el trabajo mayoritario hecho con estos lápices ha sido sobre piel “en seco” (sin agua como disolvente); está en estudio si se trata de piel humana o de pieles de animales, y en que proporción en cada caso.
Las implicaciones me parecen bastante evidentes. Hay que empezar a salvar esas “trampas” de juzgar con distinto baremo a unas y otras poblaciones humanas (en este caso, humanos modernos y Neandertales). Y, por otro lado, parece claro que el uso simbólico de pigmentos minerales, entre los Neandertales, es una realidad tangible, a tenor de las evidencias.
Nota final: Otros blogs de ciencia han tocado este tema en el pasado. Recomiendo los comentarios de John Hawks y Mundo Neandertal.
martes, 29 de septiembre de 2009
La página de Don's Maps
http://www.donsmaps.com/mousterian.html
Es imprescindible en cuanto a imágenes y referencias sobre Musteriense y Neandertales.
También podeis visitar su página sobre recursos de arqueología en general:
http://www.donsmaps.com/indexsites.html
Los colgantes y punzones de la Grotte-du-Renne (Arcy-sur-Cure)
Al suroeste de Paris, en el Departamento de Yonne, hay un macizo calcáreo, en Arcy-sur-Cure, donde se concentran varios yacimientos emblemáticos de la prehistoria Europea. Hoy me interesa hablar de una de esas cuevas, la Grotte-du-Renne.
Esta cavidad nos ha dado la serie más importante de niveles arqueológicos del Chatelperroniense. Gracias a su registro, sabemos que los Neandertales habitaron el centro de Francia hasta al menos hace unos 38.000 años. Y no sólo sobrevivían, sino que desarrollaron una cultura rica y compleja, al modo del Paleolítico superior.
Antes de que A. Leroi-Gourham excavara en la Grotte-du-Renne, la idea predominante era que el Neandertal era un homínido muy arcaico, extinto por sus limitaciones cognitivas: Al no poder igualar la tecnología y las capacidades simbólicas de los humanos modernos, llegados desde África por Oriente, los Neandertales desaparecieron por competencia directa, en poco tiempo.
Hoy sabemos que casi todas las premisas de esa afirmación son falsas. Pero el camino ha sido largo y no exento de tropiezos. La excavación de la Grotte-du-Renne fue uno de los primeros yacimientos que le dio la vuelta a las ideas preconcebidas sobre los Neandertales. Hoy me centraré en los colgantes y los punzones de hueso de ese yacimiento.
Para los defensores de las incapacidades Neandertales, el uso de elementos de adorno personal (colgantes perforados) y la elaboración de una industria en hueso son rasgos de los humanos modernos. Por lo tanto, no parecía posible que los Neandertales fabricaran colgantes y punzones. Todo eso cambió con la excavación de Arcy-sur-Cure, donde en los niveles del Chatelperroniense aparecieron numerosos punzones de hueso y colgantes en dientes perforados de animales. Además, se ha podido asociar sin dudas el Chatelperroniense a los Neandertales (por la presencia de restos humanos en varios niveles de esa cultura, no sólo en Arcy-sur-Cure).
Hoy, se conocen niveles Chatelperronienses por toda Francia, y en el norte de la Península Ibérica. Los niveles de centro de Francia han aportado numerosas evidencias de industria ósea y de colgantes.
Además, en el Uluzziense del norte de Italia, una industria similar al Chatelperroniense, también se han encontrado colgantes.
Una parte refractaria de la historiografía se ha negado a aceptar esta avalancha de evidencias. Los argumentos son variados, si bien tienden a reeditarse con el tiempo. Se ha querido presentar la idea de que los colgantes y objetos trabajados en hueso provienen de niveles Auriñacienses (de los humanos modernos), y que se han movido en el sedimento, o bien su presencia se debe a errores de excavación.
En general, es un poco atrevido plantear que eso suceda sistemáticamente en todos los niveles Uluzzienses y Chatelperronienses de Europa, y por el contrario no suceda en el resto de estratos del Paleolítico superior (se dan por buenas las atribuciones Auriñacienses, Gravetienses, etcétera).
Además, supone cuestionar que los materiales de Grotte-du-Renne no están debidamente atribuidos. Para concluir, voy a centrarme en este punto, para exponer lo alucinante que me resulta esa idea. Me refiero a la línea seguida por White, de afirmar que los punzones y los colgantes del Chatelperroniense puedan provenir de un nivel Auriñaciense posterior, y deberse su atribución a un error de excavación.
Si acudimos a las memorias de excavación publicadas por André y Arlette Leroi-Gourham (en Gallia Préhistoire), y a los trabajos posteriores, vemos una serie de hechos:
* Las dataciones obtenidas por los excavadores originales son correlativas a los niveles. Coinciden con la secuencia y la antigüedad relativa.
* Los diagramas polínicos también muestran la integridad y ordenación de la secuencia, con cambios progresivos entre los niveles Chatelperronienses y un único cambio fuerte, precisamente en el nivel Auriñaciense.
* La metodología descrita (y bien conocida por los especialistas) sugiere un gran detalle y cuidado en la excavación. Parafraseando a un conocido investigador: “si Leroi-Gourham no sabía excavar, ya podemos tirar la Prehistoria a la basura, porque nada de lo que se ha excavado, desde siempre, sirve de algo”.
* En la industria de piedra de los niveles Chatelperronienses, no hay elementos que sugieran mezcla con el Auriñaciense. Toda la lítica es la que cabría esperar.
* Los colgantes asociados a neandertales son muy abundantes, y provienen del nivel X de Grotte-du-Renne. Ese nivel está varios estratos por debajo del Auriñaciense. Si vienen de este estrato, tal movimiento supondría que los colgantes fósiles tienen una capacidad de penetración superior a la de munición de guerra de uranio empobrecido.
* Para complicarlo más, en el nivel Auriñaciense no aparecen colgantes similares a los del nivel X. Es decir que, según la propuesta de White, todos esos objetos se lanzaron a si mismos hacia el estrato Chatelperroniense, donde decidieron permanecer. Su objetivo: confundir durante décadas a los prehistoriadores europeos.
lunes, 21 de septiembre de 2009
La organización de los campamentos Neandertales
Algunos autores (Stinger & Gamble, Mellars, Rivera), en el marco de la comparación entre humanos modernos y Neandertales, han afirmado que estos últimos tenían una organización muy simple del espacio doméstico. Simple en el sentido de instintivo, al modo del cubil de los carnívoros o los nidos de los primates. Esos autores sitúan al Neandertal en algún punto intermedio entre “lo humano” y lo puramente instintivo. El punto concreto en que se sitúa varía entre los autores.
En ese tipo de argumentaciones, los rasgos más humanos serían la flexibilidad y la complejidad a la hora de establecer los lugares de habitación (campamentos). Y también la presencia de espacios que reflejen las interacciones sociales de los individuos y los grupos. Los rasgos de homínidos arcaicos serían, por el contrario, el establecer modelos simples y repetitivos de ocupación y con poca evidencia de interacción social.
Con diverso grado de error, en lo que respecta a las capacidades de los neandertales (unos homínidos supuestamente arcaicos), estos autores concluyen que las sociedades de cazadores-recolectores de los humanos modernos son más complejas, adaptables y flexibles que las poblaciones neandertales.
Esta hipótesis, sin embargo no se sostiene con la evidencia material (obtenida por la arqueología), y en particular, los datos de las últimas décadas.
Ya desde principios de los años sesenta se publican datos que sugieren, con fuerza, que los Neandertales no son homínidos arcaicos de comportamiento simplista. En el nivel X de la Grotte du Renne, en Arcy-Sur-Cure, Leroi-Gourham excava una ocupación Chatelperroniense.
Allí encontraron los restos de una estructura de habitación (una choza o cabaña) bien estructurada, con delimitación del espacio, zona de hogares, agujeros de poste... Tenía todos los rasgos que cabría esperar, en la organización espacial, de una vivienda de cazadores-recolectores “etnográficamente conocidos” (actuales o sub-actuales).
Ante este tipo de evidencias, algunos proponen que los neandertales quizás sólo fueran “algo menos capaces”, de forma que serían capaces de imitar los comportamientos de los humanos modernos con los que iban entrando en contacto (a inicios del Paleolítico superior). Esta teoría de la “aculturación del primo tonto” choca con la evidencia cronológica y las dataciones.
Los estudios demuestran, sin demasiadas dudas que, allí donde se da el Chatelperroniense, u otras culturas de P. Superior asociadas con Neandertales, la llegada del Auriñaciense (asociado a Humanos modernos) es siempre, como mínimo, uno o dos milenios posterior. Además, aunque fuera correcta la hipótesis, la aculturación no es sinónimo de “inferioridad cognitiva”, sino al contrario (de igualdad).
Grotte-du-Renne es una evidencia muy sólida para el Paleolítico superior inicial, para el Chatelperroniense, porque además ha dado colgantes e industria ósea. Pero entonces, que pasa en el Paleolítico medio: ¿Eran los Neandertales, hasta hace 40.000 años, esos homínidos arcaicos que se han descrito, viviendo en “nidos” o “cubiles”? La evidencia tampoco apoya esa hipótesis.
En toda Europa se han excavado y analizado yacimientos Neandertales que muestran estrategias flexibles y complejas de organizar el hábitat doméstico, pero con casi toda seguridad, el más importante de esos lugares está en Cataluña (España): Se trata del Abric Romaní.
Este abrigo es un yacimiento excepcional en cuanto a la conservación de los restos. El vertido natural y periódico de aguas con carbonato cálcico sobre la superficie del suelo del abrigo ha ido creando capas superpuestas de colada estalagmítica, que conservan con gran integridad los restos de las ocupaciones neandertales. Los excavadores de este abrigo han encontrado al menos 27 niveles arqueológicos distintos, y todavía no se ha llegado al fondo de la secuencia. La estratigrafía va desde hace (un mínimo de) 70.000 años, hasta hace 40.000 años.
En Abric Romaní se han hallado cientos de hogares domésticos, en sus distintos niveles, muy bien conservados. Para entender cómo organizaban su espacio doméstico los Neandertales, los investigadores han usado el estudio de los hogares como el elemento central. Han estudiado sus dimensiones, su posición en el abrigo y las relaciones entre unos y otros, en cada nivel. Además han estudiado como se distribuyen los restos líticos, de fauna y de otras materias (como los pseudomorfos de madera y la madera carbonizada) con respecto a los hogares. Por último, se han comparado los distintos niveles entre sí.
La conclusión final de los investigadores (Vaquero, Rando & Chacón, y Vaquero & Chacón, 2007) es que no existen diferencias de ningún tipo, en cuanto a complejidad, adaptabilidad, flexibilidad en la organización de los campamentos, entre los Neandertales y los cazadores-recolectores que se han estudiado etnográficamente. Además, las estrategias de ocupación del espacio doméstico cambian a lo largo del tiempo, dando lugar a configuraciones muy diferentes, lo que nos habla de cambios sociales de tipo histórico: los grupos van cambiando socialmente, en su estructura, y en su forma de organizarse, y eso se refleja en la distribución espacial de las ocupaciones.
miércoles, 16 de septiembre de 2009
El Viejo de Chapelle-aux-Saints, anatomía del error
El esqueleto de Chapelle-aux-Saints es el modelo en el que se basaron las primeras -y decisivas- reconstrucciones de los neandertales. La imagen que se forjó entonces del Hombre de Neandertal ha pesado mucho en cómo lo imaginamos.
Los restos del "Viejo" de Chapelle-Aux-Saints fueron estudiados por Marcellin Boule, quien lo describió como un pariente simiesco y brutal de la humanidad moderna, que caminaba arrastrando los pies y sólo parcialmente erguido.
La representación gráfica de esa criatura sub-humana corrió a cargo de un notable pintor e ilustador, Frantizek Kupka, quien inmortalizó al Neandertal en su versión más bestial y salvaje.
Por desgracia, dicha imagen se basaba en datos insuficientes e interpretaciones erróneas.
A partir de los años 50 del siglo XX, trabajos sistemáticos de varios equipos distintos han vuelto sobre los restos originales del "Viejo". Destacan los trabajos de Straus & Cave, Trinkaus, y Dawson & Trinkaus. Estos últimos han sido criticados, no obstante, por Tappen.
Con matices, todos los investigadores coinciden en que la caracterización de los neandertales hecha por Boule y retratada por Kupka se basa en algunos hechos, y muchos errores. Boule interpretó como si fueran rasgos propios de la especie neandertal numerosas patologías del esqueleto, en especial las relacionadas con la artrosis, y atrofias óseas relacionadas con la edad y la pérdida de dentición.
Lo más llamativo es que la imagen que nos ofrece hoy el "Viejo" de Chapelle-aux-Saints, a través de los diferentes estudios, es del todo opuesta a la de principios del siglo XX.
Ese fósil, junto con el de Shanidar 1, nos habla de sociedades humanas que cuidaban de sus parientes enfermos y ancianos.
El "Viejo" tenía una artrosis grave en las vértebras cervicales y en un hombro. Había perdido los molares y tenía dañadas las encías. Probablemente padecía de sordera, al menos parcial. Una de sus rodillas estaba deformada y tenía un dedo del pie aplastado. Es muy improbable, por no decir imposible, que pudiera valerse por si mismo. Esto nos indica que en los grupos neandertales cuidaban de sus miembros ancianos. Este hecho sugiere la existencia de lazos de solidaridad bien establecidos, y de algún tipo de sistema de valores.
Además, el "Viejo" de Chapelle-aux-Saints, como otros fósiles neandertales, estaba enterrado en una fosa. La posición anatómica, los huesos en conexión, la posición en el espacio y la estratigrafía señalan a un enterramiento de tipo funerario.
Esa es una forma muy concreta de tratar un cadáver. Supone que se reconoce al difunto como tal, e implica un comportamiento ritual. Nos permite saber que existe algún tipo de conceptualización de la muerte (desde la cognición), y un estatus del difunto (desde lo social). El enterramiento nos habla, por tanto, de comportamientos que reconocemos como plenamente humanos.
Un siglo después del descubrimiento del "Viejo" de la Chapelle-Aux-Saints, con todo lo que ha llovido, hay cosas que llaman la atención: Por ejemplo, es poco reconfortante que instituciones supuestamente solventes en lo científico, como el British Museum, sigan cayendo en el tópico del neandertal simiesco y brutal.
viernes, 11 de septiembre de 2009
"No-win scenario" para los Neandertales
En la prehistoria, los neandertales convivieron con los humanos modernos en Oriente Medio (entre h. 120.000 y h.90.000 años). En Europa occidental, lo hicieron desde h. 42.000 años (o h. 38.000 años, segun otros autores) hasta la desaparición del Homo neanderthalensis (h. 30.000 años).
Es evidente que las poblaciones Neandertales se extinguieron. Es probable que la interacción de Neandertales y humanos modernos tuviera cierto peso en la extinción. El problema es que los modelos basados en la competición de ambas especies, en general, no tienen una buena base material o gnoseológica.
En una parte de los estudios sobre la interacción entre las dos especies, existe la tendencia a colocar al Neandertal en un "no-win scenario".
La mecánica es la siguiente: se elige un tema (industria lítica, estrategias de caza, patrones de ocupación del territorio, etc) para comparar a Neandertales y humanos modernos. En ese punto, se elaboran modelos alternativos sobre cómo actuaban, en ese aspecto concreto, las poblaciones de cada una de las especies. El error consiste en que se elaboran las hipótesis de forma que las actitudes y estrategias de los humanos modernos se consideran, a priori, como más evolucionadas y eficaces.
Es ese apriorismo el que coloca al Neandertal en una "no-win situation".
Un buen ejemplo de este tipo de construcciones son las estrategias de caza y los patrones de movilidad:
Para Oriente Próximo, en periodos de entre h. 150.000 y h. 80.000 años, Shea propuso que los Neandertales llevaban a cabo una caza especializada de grandes ungulados de pradera, con estrategias de movilidad vinculadas a las manadas migratorias. Dicha estrategia de subsistencia se ve, hasta cierto punto, como menos eficaz, demasiado dependiente de criterios imprevisibles.
Según uno de los modelos de Shea, los humanos modernos de esa zona, por el contrario, tendrían una alimentación "de más amplio espectro". Esa alimentación, que incluye más variedad de piezas de caza, es considerada en sentido positivo, como vehículo de una mejor adaptación al medio (dependen menos de las manadas migratorias).
Sin embargo, el mismo tipo de modelo se ha utilizado por otros autores en Europa (Straus) pero invirtiendo los papeles: El neandertal tendría, según este investigador, una captación de presas y una alimentación más oportunistas. Y los humanos modernos tendrían estrategias más especializadas.
Sin embargo, al invertirse los papeles, también cambian los valores asociados a cada actitud. En este modelo de Straus, la actitud "especializada" se ve como una ventaja adaptativa, mientras que la caza (y carroñeo) oportunista refleja una menor capacidad cognitiva de los Neandertales.
Estos modelos de Shea y Straus son sólo dos ejemplos de como funciona el "no-win scenario" para los Neandertales. No quiero decir, con ello, que sus síntesis carezcan de valor. Al contrario son intentos, valientes y trabajados, de explicar el pasado. Por desgracia, en la cuestión de los Neandertales, se aprecian planteamientos lineales, demasiado simplistas, y con un fuerte bagaje heredado de la visión negativa de los Neandertales.
jueves, 10 de septiembre de 2009
Las armas de proyectiles de los Neandertales
Los enfoques para afirmar la ausencia de armamento a distancia son dos: el estudio de la cultura material (las puntas de piedra del armamento de caza) y el análisis de los restos humanos (las deformaciones asociadas a trabajos concretos, como el de lanzar un proyectil).
Ese tipo de razonamientos se pueden ver, llevados a su extremo, en trabajos como el de Rhodes y Churchill o Churchill y otros. Esos investigadores llegan a sugerir, con escasa base científica (como señala John Hawks en su blog) que un humano moderno podría haber asesinado a un Neandertal en Shanidar 3. Ese es, probablemente, uno de los artículos científicos menos científicos de la historia: El trabajo de Churchill y cia. parece más diseñado para obtener impacto en los medios de comunicación, que para resolver un problema arqueológico o paleoantropológico.
El tópico de la ausencia de armas a distancia, en realidad, no se sostiene. Los estudios de Shea y otros demuestran que un tipo de puntas de piedra fabricadas por los neandertales pueden ser utilizadas como proyectil. Además, Shea ha estudiado huellas de uso y encuentra abundantes marcas de impacto en las puntas. Esas fracturas son de un tipo concreto, que se relaciona con el uso de proyectiles. Aunque algunos de sus análisis ha sido matizados y criticados por otros autores, en cuanto a huellas de uso, éstos no desmienten la cuestión de los proyectiles.
Pero las evidencias no están no sólo en Oriente Medio. En la Península Ibérica, los trabajos de Rios Garaizar han encontrado huellas de impacto, producidas por el uso como proyectiles, en puntas de piedra usadas por los neandertales de dicha región.
Un trabajo muy reciente, de Paola Villa y otros, abre la posibilidad de que se utilizaran, también, armas de proyectil en el Paleolítico medio de Italia.
Además de estas pruebas, existe un material que es bastante incontestable. Se trata de las lanzas de Schöningen, en Alemania. Son azagayas (lanzas ligeras para arrojar) completas, de madera, conservadas en un yacimiento excepcional (un bosque parcialmente fosilizado). Como explican sus descubridores:
Las azagayas de Schöningen tienen 400.000 años de antiguedad, demostrando, sin dejar mucho espacio de discusión, que los homínidos H. heildebergensis (pre-neandertales) europeos cazaban con armas de proyectil.