Como anunciaba en la entrada anterior, con este post comienzo las revisiones de los diez ensayos publicados en Evolutionary Anthropology que tratan de responder a la pregunta planteada por J. M. Calcagno y A. Fuentes, ¿qué nos hace humanos?
El primero de esos mini-ensayos es obra de M. Cartmill y K. Brown, y tiene un título de trabalenguas: "Being Human Means that "Being Human" Means Whatever We Say it Means". Lo que, traducido, viene a ser lo siguiente:
Ser humano significa que "ser humano" significa lo que nosotros digamos que significa.
En su propuesta, estos investigadores comienzan comentando brevemente algunas de las posibles respuestas a la pregunta de ¿qué nos hace humanos? Una primera y obvia sería enumerar los rasgos morfológicos que nos permiten distinguirnos como humanos desde la taxonomía. En ese sentido, seríamos bípedos con manos delicadas, grandes cerebros, caras cortas, etc.
A continuación explican que hay otras dos respuestas muy habituales sobre lo que distingue a los humanos: el uso de un lenguaje articulado, muy complejo y elaborado, y la pro-sociabilidad: una cualidad innata o tendencia a aprender en la infancia a "ser social", y también a dejar de lado el egoísmo individual en beneficio de los demás, y en último término del grupo o comunidad.
Brown y Cartmill creen que estas cuestiones (lenguaje, pro-sociabilidad) son más relevantes que las primeras (los rasgos físicos que enumeramos antes), pero también proponen un nivel más de explicación. Según ellos, puede haber dos rasgos que serían mas elementales, y de adquisición más temprana en términos evolutivos. Esos rasgos son según ellos la base sobre la que se producen las posteriores adaptaciones, que dan lugar al lenguaje humano y a la pro-sociabilidad.
Dichos rasgos más elementales serían la imitación pre-verbal, y la capacidad para ver las cosas desde la perspectiva de los otros.
La imitación pre-verbal para los autores es un rasgo que los humanos tienen muy "exagerado", incluso comparado con otros primates, y tiene su origen en la imitación por pares entre madre y cría. Ese mecanismo tan simple pondría los cimientos del aprendizaje social de los seres humanos, y sería la razón básica de la homogeneidad cultural y de la existencia de las normas sociales.
La imitación, denostada en el mundo artístico y comercial, estaría en las raíces de lo humano.
En cuanto a "ver las cosas desde la perspectiva ajena", se refiere como es obvio a ponerse en el lugar de los demás, pero tanto desde un punto de vista emocional como puramente táctico-cognitivo (por ejemplo, pensar en qué está pensando otra persona, y cómo va a actuar, para anticiparse). Ese rasgo sería también propiamente humano, o al menos muy exacerbado en nuestra especie, en comparación con otros primates y otros animales en general.
En la película Blade Runner (1982) los "replicantes" muestran su humanidad poniéndose en el lugar de otros.
Por último, los autores hacen una rápida referencia a las adaptaciones recientes de la especie humana, que han supuesto la multiplicación de su biomasa y de su impacto ecológico. En ese sentido, hablan de co-evolución con especies vegetales y animales (nuestros "simbiontes domesticados"), y consideran que sin ellos, el ser humano sería aún un curioso primate cazador, escaso en número.
¿Y los Neandertales?
A la hora de preguntarnos si las respuestas de Brown y Cartmill son aplicables a las poblaciones neandertales, lo cierto es que podríamos decir sin temor a equivocarnos que: en gran medida o casi por completo.
Esto se debe (y será una constante en la mayoría de los siguientes ensayos) a que los autores se retrotraen a los aspectos más determinantes, y más tempranos en términos evolutivos, para responder a la pregunta de ¿qué nos hace humanos? Por ello, al hablar de la imitación pre-verbal y del "ponerse en el lugar del otro o la otra", están presentando rasgos y tendencias que debían de estar presentes en los primeros Homo africanos, de hace más de 1 millón de años, y que por tanto son comunes a Homo sapiens, Homo neanderthalensis, y cualquier otra especie humana que haya vivido en el planeta.
Otra posibilidad es preguntarnos si esos rasgos, tanto los más primitivos (imitación pre-verbal, ponerse en el lugar ajeno) como los desarrollos posteriores (pro-sociabilidad, lenguaje "complejo") estuvieron tan desarrollados entre las poblaciones humanas neandertales como entre los humanos actuales, de la especie Homo sapiens.
Mi respuesta, a la luz de los conocimientos actuales, y dentro de las obvias limitaciones del registro paleoantropológico, génético y arqueológico, es que esos rasgos que Cartmill y Brown consideran definitorios de "lo humano", estaban desarrollados a un nivel muy similar, o al mismo nivel, entre los Neandertales.
La complejidad del lenguaje de los Neandertales ha sido largamente discutida, pero creo que hoy no hay argumentos anatómicos o genéticos de peso para sugerir o proponer que estos humanos fueran incapaces de hablar.
Ademas, estudios recientes (Martínez et al. 2012) sugieren que, de hecho, los antepasados de las poblaciones neandertales (Homo heidelbergensis) disponían de una anatomía fonadora y auditiva muy compleja. Eso implica que eran capaces de ir mucho más allá del abanico restringido de "llamadas" de otros primates, y que utilizaban los sonidos propios de un lenguaje articulado, como los humanos modernos.
Los Neandertales, por tanto, eran capaces de usar un lenguaje articulado, desde un punto de vista físico. Pero también tenían el equipamiento necesario desde el punto de vista cognitivo.
En ese sentido, hay numerosas evidencias indirectas de las capacidades lingüísticas neandertales: Desde las capacidades tecnológicas avanzadas (talla lítica de gran complejidad, fabricación de útiles compuestos, uso tecnológico del fuego), hasta los numerosos ejemplos de comportamiento simbólico y/o social-representativo (enterramientos, adornos y decoración personal o representaciones abstractas en soportes materiales), pasando por el hecho de la transmisión inter-generacional de todas esas capacidades.
Por otro lado, para la cuestión de la pro-sociabilidad se han propuesto algunas incapacidades (Burke 2012) entre los Neandertales: dificultades para formar redes sociales amplias, ausencia de etnicidades muy marcadas, etc. Aquí puede haber algo de verdadero interés. Aunque también se ha dicho exactamente lo contrario (Hayden 2012): Que las sociedades neandertales no son cualitativamente distintas de otros cazadores-recolectores.
Hayden (2012) muestra que la distribución de hogares y zonas dormitorio en Abric Romaní tiene la misma estructura que los campamentos de cazadores recolectores etnográficos (a partir de la figura original de Valverdú et al. 2010)
En todo caso, si que es posible observar alguna diferencias, sobre todo de matiz, entre las poblaciones neandertales y las de los Humanos Anatómicamente Modernos que remplazan en Eurasia a las primeras, a partir de hace unos 50.000 años.
Y, por otro lado, parece bastante claro que en el Paleolítico superior, en concreto en su parte final (entre hace 25.000 y 15.000 años), aparecen poco a poco toda una serie de elementos de complejidad creciente, en lo social y lo demográfico, que no estuvieron tan presentes a lo largo de las decenas de miles de años de historia de los Neandertales.
No obstante, sería un grave error dar por supuesto que esas diferencias sólo se pueden explicar como incapacidades innatas -en el sentido, por ejemplo, de una menor tendencia biológica al aprendizaje pro-social en la infancia.
Hay que tener en cuenta que esas diferencias en el registro, y los cambios del Paleolítico superior, pueden explicarse también como un desarrollo histórico de esas sociedades humanas.
Si trasladamos ese "pre-juicio apriorístico" contra los Neandertales al ámbito actual es como decir que los indígenas del Amazonas tienen menos capacidad "pro-social" que los humanos occidentales post-industriales, porque estos últimos han desarrollado sociedades y demografías mucho más "densas".
Esa afirmación es obviamente una barbaridad, y (por si alguien lo duda) la antropología, etnografía, sociología, etc, de esos pueblos permiten asegurar que no hay carencias significativas en sus capacidades pro-sociales innatas o aprendidas en la infancia.
Por tanto, y volviendo a los Neandertales, se puede apunta una idea para el futuro: una estrategia efectiva sería el buscar, de manera paralela a las explicaciones biológico-adaptativas, otras explicaciones histórico-sociales. Así, podrían ser comparadas, y se podría juzgar cuales encajan mejor con los cambios y diferencias que se perciben en el registro. Y esto podría servir para entender y explicar mejor la desaparición de las poblaciones de Homo neanderthalensis.
Sigue leyendo esta serie de posts.
Referencias bibliográficas
Burke, A. (2012): "Spatial abilities, cognition and the pattern of Neanderthal and modern human dispersals", Quaternary International, v. 247, nº 9, pp. 230-235.
Hayden, B. (2012): "Neandertal Social Structure?", Oxford Journal of Archaeology, v. 31, nº 1, pp. 1-26.
Martínez, I., Rosa, M., Quam, Jarabo, P., Lorenzo, C., Bonmatí, A., Gómez-Olivencia, A., Gracia, A. y Arsuaga, J. L. (2012): "Communicative capacities in Middle Pleistocene humans from the Sierra de Atapuerca in Spain", Quaternary International, en línea desde 10 de Julio de 2012.
Vallverdú, J., Vaquero, M., Cáceres, I., Allué, E., Rosell, J., Saladié, P., Chacón, G., Ollé, A., Canals, A., Sala, R., Courty, M.A. y Carbonell, E. (2010): "Sleeping activity area within the site structure of Archaic human groups", Current Anthropology, nº 51, pp. 137-145.
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