viernes, 28 de enero de 2011

Las estrategias de caza de los Neandertales I: La fauna en Pech-de-l'Azé I

ResearchBlogging.org

Vuelvo con este post a las revisiones de artículos, en las que presento trabajos que me parecen interesantes para comprender mejor la vida de los Neandertales. Esta vez, hago la crítica de un estudio arqueozoológico, publicado por Willian Rendu en 2010. En ese trabajo, el autor analiza los comportamientos de caza de los Neandertales, a partir del estudio de los restos de sus presas.

La arqueozoología, esa gran desconocida (lamentablemente)

Antes de entrar en el meollo, permitidme una -no tan breve- disgresión sobre la arqueozoología. Esta disciplina (o técnica, o sub-disciplina, etc, según quien la nombre) constituye, en mi opinión, uno de los recursos más valiosos, y a la vez desconocidos y minusvalorados, para el estudio de las sociedades de cazadores-recolectores. Y, por tanto, para avanzar en la comprensión de las sociedades humanas del Paleolítico.

Es cierto que otros aspectos del registro arqueológico (como la industria en piedra, o en otras materias) y paleoantropológico (los propios restos humanos) son de gran interés, y sirven para reconstruir partes importantes de la experiencia humana en el pasado.

Pero el enfoque centrado en esas evidencias a menudo olvida o minusvalora (históricamente ha sido así) los restos estudiados por los arqueozoologos. Me refiero a los restos de fauna, que provienen de animales que entraron en la órbita de las sociedades humanas de la Prehistoria (normalmente, como presas consumidas).


Para el Paleolítico, y para las sociedades de cazadores-recolectores en general, las presas de la caza están en la base natural de la organización económica. 

La gestión de lo económico (subsistencia, producción, gestión de recursos), a su vez condiciona e interacciona con la organización social. Y, probablemente -como sugiere el arte rupestre- la caza también estuvo en el centro de la cosmovisión y los valores de las sociedades paleolíticas.

Además, la caza no es sólo alimentación. La evidencia arqueológica señala que, junto con la carne y la grasa, los animales abatidos proporcionan materia prima para el utillaje (hueso, diente o asta) al menos desde el Musteriense (la cultura material asociada a los Neandertales europeos). También se trabaja la piel animal (de nuevo, desde el Musteriense como mínimo) para la confección de abrigos y refugios.

Y, por último, hay otros usos probables, pero que no dejan evidencias en los registros arqueológicos de esa antiguedad: Por ejemplo, el uso de tendones y tripas (para realizar atados y sujecciones varias), o el recurso a la grasa medular con fines no alimenticios: bien como aislante corporal, o bien como combustible, para la iluminación artificial.

Puntas enmangadas con sujecciones de tripa seca 
(realizadas por el paleo-artesano Triballica)

Si dejamos por un momento de pensar en lo que aporta la caza, y pasamos a valorar lo que requiere, esa actividad se revela como un criterio central en la organización de la movilidad de los grupos, y en la gestión del territorio. Desde luego, no es el único aspecto importante, ya que la recolección de otros recursos (líticos, vegetales) y las necesidades puramente sociales (interacciones familiares, clánicas, tribales...) también influyen en la organización de la movilidad. Pero no cabe duda de que, a pesar de ello, la caza sigue siendo un elemento decisivo.

La etnografía de cazadores-recolectores actuales y sub-actuales muestra cómo -a menudo- las necesidades de la caza (entendida como obtención de recursos animales) determinan cómo se organiza el trabajo en esas sociedades. Esto es particularmente cierto en las poblaciones árticas y sub-árticas: La caza condiciona el tamaño de los grupos, cómo se unen o se separan en agrupaciones más pequeñas a lo largo del año, cuantos kilómetros se desplazan y qué territorios cubren, etc.


Para ir cerrando esta disgresión sobre la arqueozoología, quiero insistir en que el estudio de los restos óseos de los animales tiene un enorme potencial explicativo. Según mi criterio, hacen falta más especialistas y más trabajos arqueozoológicos, como el artículo que nos ocupa.

Sin embargo, reconozco esta no es un petición sencilla de satisfacer: un buen arqueozoólogo debe tener amplios conocimientos de paleontología, biología/etología y antropología/arqueología, como mínimo, para hacer bien su trabajo... Es difícil conseguir especialistas con conocimientos tan variados y, a la vez, tan especializados, pero.... ¡por pedir que no quede!  

Comportamiento, cultura material y Neandertales en el suroeste de Francia  

El trabajo de W. Rendu estudia los comportamientos de los grupos neandertales que habitaron en el abrigo rocoso de Pech-de-l'Azé I. Ese yacimiento forma parte de un conjunto de cavidades con depósitos arqueológicos, que están situados en dicha localidad del suroeste de Francia. Los abrigos (I a IV) son conocidos desde finales del siglo XIX y han sido excavados en varias ocasiones.

Situación del yacimiento en el mapa de Europa (a partir de W. Rendu, 2010)

En concreto, el abrigo de Pech-de-l'Azé I ha sido re-excavado en un reciente proyecto de investigación sobre el Musteriense de esa región, dirigido por Marie Soressi. El trabajo de William Rendu aprovecha los resultados de dicha excavación.

Gracias a una metodología más desarrollada y cuidadosa que la utilizada en las intervenciones antiguas, la excavación de Soressi permitió una recogida exhaustiva de todos los restos de fauna. El estudio de esos restos, junto con todas las evidencias conservadas de excavaciones anteriores, ha permitido al autor estudiar los comportamientos de los Neandertales en relación a la caza y consumo de animales. 

En este punto, mencionaré que los trabajos de Soressi en la zona donde se sitúa Pech-de-l'Azé son de gran interés para estudiar el cambio histórico en las sociedades Neandertales. En concreto, y para esa región, la investigadora propone una evolución en la organización económica en la parte final del Musteriense (Soressi, 2002).

Dicho cambio se refleja en el registro, en el paso de un Musteriense de Tradición Achelense (MTA) Tipo A, al llamado Musteriense de Tradición Achelense Tipo B. Se trata de dos sistemas de organización de la industria lítica, que están dentro de las mismas tradiciones técnicas pero presentan diferencias significativas.

En concreto, el MTA Tipo A se distingue por la producción de abundantes bifaces, muy estandarizados en su forma y dimensiones. En Pech-de-L'azé I esa "facies" aparece en el nivel 4, el más antiguo de los estratos con ocupación humana. Además de los bifaces, hay otros rasgos interesantes: En las materias primas líticas conviven materiales importados y locales; y se aportan y utilizan abundantes pigmentos minerales (manganesos).  

En cuanto al MTA Tipo B, supone una reducción importante en el número de bifaces, que pasan a ser un tema menor en la industria de piedra. Además, las materias primas pasan a ser de origen más bien local, con menos materiales importados. En Pech-de-l'Azé I esta "facies" aparece en los niveles 6 y 7 (que son los otros dos estratos con presencia neandertal). En esos niveles se documentan los rasgos típicos de la "facies" cultural. Y, por otro lado, desaparece el transporte y uso de pigmentos de manganeso, tan abundantes en el nivel 4. 

La interpretación regional de Marie Soressi es la siguiente: dentro del MTA, el paso del Tipo A al Tipo B refleja un cambio económico de calado en una sociedad inmersa dentro de una cierta tradición técnica.

Ilustración de la síntesis de M. Soressi para explicar
el desarrollo del MTA (A y B). El original aquí.

Ese cambio sería el tránsito de una economía basada en la movilidad logística a otra basada en la movilidad residencial. Con estos términos Soressi se refiere a dos estrategias definidas por el antropólogo y arqueólogo Lewis R. Binford, a partir de sus estudios etnográficos (Binford, 1980).

A grandes rasgos, la movilidad residencial implica aportar los recursos a campamentos base, de manera que estos sólo se abandonan cuando los citados recursos se agotan en el ámbito inmediato. Esa estrategia presupone, por lo tanto, una relativa abundancia de recursos, y cierta homogeneidad en su distribución en el territorio.

En cuanto a la movilidad logística, según Binford se basa en el aprovechamiento de recursos que están desigualmente distibuídos en el tiempo y en el espacio (por ejemplo, migraciones de grandes manadas de ungulados). En este modelo los campamentos se sitúan próximos a los lugares y momentos en que los recursos son más abundantes.

A pesar de los obvios parecidos entre ambas estrategias, la duración de las ocupaciones y las distancias recorridas en cada modelo suelen ser muy diferentes. Y también lo son otros aspectos, como el tamaño de los grupos a lo largo del ciclo anual, o las necesidades de materia prima, alimento y utillaje que se presentan en cada estación.

Volviendo al MTA, tal y cómo propone Soressi, los bifaces y la aportación de materias primas importadas (Tipo A) encajarían bien con la estrategia logística, mientras que los cambios en el MTA Tipo B estarían en la linea de un cambio hacia una movilidad de tipo residencial .

La caza y el aprovechamiento de los ciervos en Pech-de-l'Azé I

Me he entretenido en explicar los planteamientos de Soressi porque son importantes para entender las conclusiones y propuestas explicativas de Rendu. Volvamos ahora al trabajo de este autor.

En el artículo que nos ocupa, "Hunting Behavior and Neanderthal adaptability in the Late Pleistocene site of Pech-de-l'Azé", Rendu aborda un estudio que combina varias técnicas y enfoques de alto valor informativo. Esos enfoques son: estudio de la tafonomía del depósito, análisis arqueozoológico del transporte y consumo de los animales, determinación de perfiles de población, y, por último, "esqueletocronología" (determinación del momento de la muerte de los animales, a partir de los restos esqueléticos de huesos, dientes y astas).

Un dato conocido previamente, por los estudios paleontológicos de excavaciones anteriores en el yacimiento, es que la fauna de Pech-de-l'Azé I está dominada por el ciervo (Cervus elaphus), seguido del bisonte (Bison priscus), y por otros ungulados en número mucho menor. Además, parece que no hubo cambios ambientales importantes entre los tres niveles estudiados (4, 6 y 7). En ese sentido, el trabajo que nos ocupa no hace sino constatar los hechos ya conocidos.

Cervus elaphus: ciervo rojo o venado.

El primer resultado original del análisis de Rendú es demostrar que las muestras de fauna son de origen antrópico. Es decir, que otros agentes (como los carnívoros, trampas naturales, etc) no tuvieron una influencia apreciable en la acumulación de huesos de los tres estratos estudiados.

Esta afirmación se infiere de la práctica ausencia de huellas de carnívoros y de restos de dichos animales. Y también de la hiper-abundancia de huellas antrópicas (hechas por los Neandertales, en este caso) sobre los huesos de fauna.

En cuanto al transporte y aprovechamiento de los animales, el estudio de Rendu afirma que hay una correlación clara entre las partes del animal que aparecen con mayor frecuencia, y la cantidad de médula ósea que tienen esos huesos en su interior.

A partir de ese dato, el autor propone que hubo un transporte diferencial de dichas partes del esqueleto, a causa del "valor" en grasa medular de esos huesos en particular.

Esto tiene bastante lógica, ya que al "preparar" un animal en el lugar de abatimiento ("kill site") se debe decidir qué parte se transporta y cual no. Pero también hay que decidir si se toman sólo los paquetes musculares o se carga con piezas con el hueso incluído. El criterio de la cantidad de médula ósea, que tiene un impacto importante en la dieta, es por tanto, bastante razonable. Creo que es muy probable que fuera tenido en cuenta por los Neandertales.
 
Sin embargo tengo dos críticas a esta parte del trabajo. Por una parte, el propio estudio también muestra que hay una correlación bastante alta entre la densidad de los huesos y los elementos presentes en la muestra.

Eso podría indicar que se han destruido por procesos tafonómicos los huesos menos densos: es decir, puede ser que ciertos huesos que fueron llevados al yacimiento en origen, no sobrevivieron a más de 40 milenios de procesos físico-químicos. Es cierto que Rendu menciona esta posibilidad, pero pasa por ella de puntillas. Si realmente no cree que el sesgo de la conservación comprometa la validez de la muestra, debería razonarlo.  

El otro punto que me hace dudar se refiere a las esquirlas y los restos "no determinables". O mejor dicho, a su aparente ausencia de la explicación.

Me explico: En los conjuntos óseos de los yacimientos pleistocenos -al menos, los que yo he estudiado- además de los huesos cuyo origen (parte anatómica y especie) se puede reconocer, hay una gran cantidad de pequeños fragmentos "no determinables". En algunos casos, dichos restos pueden llegar a constituir (en terminos de "masa") la mayor parte de la fauna del nivel.

En general, estos restos son ignorados en los estudios arqueozoológicos y paleontológicos. Y esto es bastante problemático: al no ser tenidos en cuenta, pueden pasarse por alto importantes sesgos en la representación anatómica y de especies animales.

Por ejemplo, supongamos que una parte de los huesos es reducida de foma intencional a pequeños fragmentos "no determinables". Un motivo para ello puede ser el siguiente: entre los restos aportados estaban ciertas partes del animal ricas en grasa medular de difícil acceso: epífisis, huesos articulares, costillas, vértebras, y huesos planos con tejido esponjoso.

La grasa de esos huesos es, como digo, bastante difícil de obtener: requiere procesos muy intensos de fragmentación, junto con otros mecanismos como cocciones, etc...

En ese sentido, hay documentados  etnográficamente distintos procesos para obtener la grasa medular, que en general implican la fragmentación de los huesos en pequeños trozos para hacer con ellos un "caldo de hueso".

Lo que quiero decir es que, hipotéticamente, en un yacimiento del Pleistoceno, podrían estar las epífisis, huesos articulares, costillas, vértebras, huesos planos... pero pasar desapercibidos para el arqueozoólogo, porque han sido reducidos a pequeños fragmentos... que no se estudian.

Todo eso puede devenir en un sesgo importantísimo, que oculta realidades completamente distintas a las que se infieren del estudio los huesos determinados.

Por todo esto, pienso que un trabajo arqueozoológico queda un poco "cojo", si no se intenta al menos cuantificar y clasificar esos pequeños fragmentos.

Aunque está claro que los pequeños trozos de hueso no se pueden estudiar con tanto detalle cómo los grandes restos, si se pueden buscar otras estrategias de análisis: Una primera sugerencia sería separarlos en categorías: Por ejemplo, se pueden separar por un lado aquellos que presentan "tejido cortical", proveniente de la caña de los huesos largos, y por otro los restos con tejido "esponjoso" (también llamado canceloso o trabecular, que se halla en epífisis, articulaciones, etc).

Por otra parte, se puede estudiar el grado de fragmentación (agrupándolos por tamaños, y analizando los tipos de fractura que presentan). Y, otra idea, se pueden documentar las alteraciones que presentan (por ejemplo: ¿está el fragmento quemado o alterado por el calor?).

En este punto, me gustaría aclarar que todo lo dicho no significa que no acepte el análisis de Rendu. Ni que piense que su trabajo es erróneo.

En realidad, es posible que los fragmentos "no determinables", en estos niveles de Pech-de-l'Azé I, sean poco abundantes o poco significativos. Pero, si ese es el caso, realmente creo que debería explicarlo en el artículo. Porque lo que sucede es que, al no aparecer ninguna referencia explícita a las esquirlas y fragmentos "no determinables", se generan ciertas dudas -creo que razonables- sobre esa parte de su trabajo.

Volviendo a la ennumeración de los resultados del estudio, la siguiente aportación de Rendú es la representación de edades y sexos (poblaciones animales) a partir los restos de ungulados. Esa parte va unida al estudio de la "esqueletocronología". Estas líneas de análisis son, sin duda, lo mejor del artículo.

El autor se centra, a partir de este punto, en el estudio de los ciervos, y utiliza varias técnicas complementarias (estudio de crecimiento de huesos y astas, erupción de dientes, desarrollo del esmalte dental) para aproximarse a la población cazada (edades y sexos) y a la época del año en que fueron abatidos. Los resultados le permiten proponer cambios importantes a lo largo de los tres niveles arqueológicos.

En el nivel 4, el más antiguo, se cazan machos y hembras, con edades que representan a toda la población, y se abaten a lo largo de todo el año, con una concentración importante en primavera. En el nivel 6,  se cazan sobre todo hembras, también de edades que representan a toda la población, y que son abatidas a lo largo la primavera y la primera mitad del verano. Y, por último, en el nivel 7 hay un cambio total de los perfiles: Se cazan machos, basicamente en edad reproductora, abatidos al final de la estación cálida (finales del verano y comienzos del otoño).

Extrapolando estos datos a la etología de los ciervos, Rendú explica que la caza en el nivel 4 puede interpretarse en dos sentidos: O bien es una caza "no selectiva" a lo largo de todo el año (con un "pico" al inicio de la estación cálida), o bien se trata de un palimpsesto que refleja varias estrategias de caza, en varias estaciones del año, superpuestas en un mismo nivel arqueológico.

En el nivel 6 la organización de la caza se centra -según el autor- en los rebaños de hembras, que tras la época de parto están biológicamente debilitadas y tienen una movilidad más predecible y reducida, a causa de la atención que requieren los cervatos.  

Por fin, en el nivel 7, la organización de la caza da un giro importante: Se abaten machos, que probablemente están debilitados tras la berrea y el apareamiento, a finales del verano y en otoño.

Todos esos cambios llevan al autor a enunciar un interesante problema interpretativo: Los cambios en las estrategias de caza, entre niveles, difícilmente pueden explicarse por el cambio del MTA Tipo A al MTA Tipo B (es decir, el paso de una movilidad logística a otra residencial).

En concreto, Rendu destaca que el cambio radical en los objetivos de la caza, entre el nivel 6 y el nivel 7, se corresponde con una continuidad casi total en  las industrias líticas (MTA Tipo B).

Para resolver ese problema, Rendu propone una explicación que integra lo local en procesos de cambio más generales. Un hecho comprobado (por los estudios geológicos y estrátigráficos) es que el espacio disponible en Pech-de-l'Azé I, para el hábitat doméstico, se va haciendo menor a lo largo del Pleistoceno. Esto se debe a la caída de bloques de la visera rocosa.

Así, la zona "útil", donde asentarse, es menor en el nivel 6 con respecto al nivel 4. Y se vuelve todavía más pequeña en el nivel 7. Eso, según Rendú, limita el tamaño del grupo que puede habitar el abrigo en cada momento, y por ello cambia el uso que se le dá, en función del espacio disponible. Así, un lugar de ocupación más o menos estable, prolongado en el tiempo o frecuentado en varias estaciones (nivel 4), pasa a ser un lugar de habitación utilizado sólo en la primera parte de la estación cálida, de principios de la primavera a mediados del verano (nivel 6). Y finalmente, se convierte en un alto de caza para grupos pequeños, que abaten ciervos machos al final del verano y comienzos del otoño.

Cuadro-resumen de la propuesta de interpretación
de Rendu (2010) para el registro de Pech-de-l'Azé I

Esos cambios en el uso del espacio, según el autor, documentan la flexibilidad, las capacidades de planificación y gestión de espacio (el doméstico y el territorial) de los Neandertales; Y, sobre todo, su excelente adaptación al medioambiente Pleistoceno.
     
Balance final

Como balance final, diría que el trabajo de William Rendú es un estudio completo, coherente y valioso para la disciplina. Destaca por integrar la esqueletocronología y la etología (comportamiento) de los animales, con el análisis de la organización económica de los grupos neandertales.

Aunque es cierto que encontré algunas carencias, en general me parece un buen artículo. Además, pertenece a un campo en el que los trabajos son relativamente escasos; y los buenos trabajos, aún más escasos. Viendo el enorme potencial de la arqueozoología para avanzar en el conocimiento de las sociedades prehistóricas, resulta evidente que debemos trabajar para corregir esa escasez.

Referencia de Research Blogging: 

Rendu, W. (2010). Hunting behavior and Neanderthal adaptability in the Late Pleistocene site of Pech-de-l'Azé I Journal of Archaeological Science, 37 (8), 1798-1810 DOI: 10.1016/j.jas.2010.01.037

Bibligrafía adicional

Soressi, M. (2002): Le Moustérien de tradition acheuléenne du sud-ouest de la France. Discussion sur la signification du faciès à partir de l’étude comparée de quatre sites : Pech-de-l’Azé I, Le Moustier, La Rochette et la Grotte XVI. Thèse de l’Université Bordeaux I, 339 pp. [pdf con imágenes de baja resolución (6 MB)] [pdf con imágenes de alta resolución (36 MB)]

Binford, L. R. (1980): "Willow Smoke and Dogs' Tails: Hunter-Gatherer Settlement Systems and Archaeological Site Formation". American Antiquity, Vol. 45, No. 1 (Jan., 1980), pp. 4-20. URL estable.

lunes, 17 de enero de 2011

Famosos "Neanderthal Style"

A través de De10.mx, me entero de que en la página Worth1000 van ya por la segunda competición de "famosos neandertalizados". Se trata de una galería a la que los miembros de esa web envían imágenes retocadas con Photoshop o programas similares, para que "parezcan" Neandertales, o simplemente, cavernícolas.


No se trata por tanto de reconstrucciones científicas ni con pretensiones, sino un divertimento. Pero, contra todo pronóstico, varios retratos de esta segunda competición son, además de simpáticos, bastante aceptables. Me gustan en especial los alter-egos de los primeros clasificados: Al Pacino, Shakira, Scarlett Johansson y Russell Crowe.


En cuanto a la primera competición de "neandertalizados", como se puede ver en el enlace fue bastante más floja, y las imágenes en la galería correspondiente no son comparables a esta edición.

Por supuesto las galerías y los comentarios en Worth1000 están llenos de prejuicios y errores sobre los Neandertales y los "cavernícolas", pero dado que es una cosa más bien festiva y de cachondeo, no me pondré a despotricar contra ellos, por esta vez ;)

martes, 11 de enero de 2011

Lo que viene en 2011: Congresos y reuniones científicas sobre Prehistoria y Neandertales

Una parte importante de la labor investigadora es acudir a reuniones internacionales, para presentar los resultados del propio trabajo y -no menos importante- ponerse al día de las novedades dentro de cada campo científico.

En este post presento los congresos y reuniones científicas que se celebrarán a lo largo de 2011 y que, según mi criterio, pueden ser interesantes para estudiantes e investigadores de arqueología prehistórica en general y del Paleolítico medio y los Neandertales, en particular.

Esas nuevas tecnologías que nos vuelven locos

En primer lugar, entre el 3 y el 8 de Abril, se celebra un workshop de microarqueología en el Instituto Weizzman de Rehovot, Israel. Es una reunión científica especializada en todas esas técnicas de microanálisis que están revolucionando en nuestros días la investigación arqueológica: Fitolitos, analisis de residuos, radiocarbono, y ADN antiguo, entre otras.


Entre los organizadores he podido ver que está Dan Cabanes, uno de los autores del trabajo sobre las camas de pasto en el yacimiento neandertal de El Esquilleu (que fué revisado aquí). Por cierto que las inscripciones finalizan el 21 de Enero, así que los interesados deberían darse prisa.

El carbono radioactivo es tu mejor amigo


En el mismo mes de Abril, del 10 al 15, una de estas técnicas de análisis especializado, el radiocarbono (en concreto, la datación por Carbono-14) es el tema de un Symposium  celebrado en Pafos, Chipre.

Además del interés de la propia reunión (dicha técnica está avanzando a pasos forzados y empieza a ser viable datar al menos el final del Musteriense por radiocarbono) hay otro aliciente nada despreciable: sin  duda el Symposium se celebra en lo que las agencias de publicidad describirían como un "marco incomparable".  Por cierto que si alguien quisiera presentar una comunicación en este evento, apenas tiene unos días: El plazo termina el 17 de Enero.

Jóvenes con mucho que decir

Entre el 11 y el 14 de Mayo se celebra otra reunión, que puede ser de mucho interés para los estudiantes de las diversos grados relacionados con la arqueología y la prehistoria. Sobre todo para aquellos que se planteen seguir una carrera investigadora en el futuro. Me refiero a la cuarta edición de las JIA, o Jornadas de Jovenes Investigadores en Arqueología. Este congreso, que ha ido adquiriendo una dimensión internacional en las últimas ediciones, esta dedicado en exclusiva a los investigadores que están en una fase avanzada de su formación, pero sin ser Doctores.


Las JIA me parecen una iniciativa en la que cualquier investigador puede aprender muchísisimo, pero que resulta aún más útil a aquellos que están empezando. Permiten aprender de las experiencias e iniciativas de otros estudiantes, en una situación similar a la propia (o un poco más avanzada, en todo caso). Las IV JIA se celebran en la Universidad del Algarve, en Faro (Portugal), así que los jovenes investigadores peninsulares no tienen excusa para no acudir.

La Bestia ;)

En Septiembre llega uno de los pesos pesados de los congresos: del 4 al 10 de Septiembre se celebra el congreso de la UISSP (acrónimo francés de Unión Internacional para las Ciencias Prehistóricas y Protohistóricas). Esta reunión se celebra en Brasil, en la Universidad Federal de Santa Catalina -en la ciudad de Florianópolis.


 Se trata de una gran reunión internacional a la que acuden los principales investigadores de numerosos campos científicos. Los interesados en los Neandertales y en el Paleolítico en general, pueden centrarse en varias sesiones específicas, de las que recomiendo la siguiente: Going beyond Stone Tools: The other signs of Paleolithic Transitions. 

Carnivore Vs. Hominid... Fight!

Por último, pero no menos importante, entre los días 25 y 27 de Octubre de 2011 tendrá lugar un congreso sobre las Interacciones Homínidos-Carnívoros en el Pleistoceno, un tema de gran interés para los investigadores de los Neandertales, que por cierto también se ha comentado en varios posts de este blog (aquí y aquí).


 Es un congreso internacional, de nuevo cuño, y se celebra en Tarragona, España. Lo organizan, entre otros, Jordi Rosell (IPHES y Universitat Rovira i Virgili) y Enrique Baquedano (Museo Arqueológico regional de Madrid).

miércoles, 5 de enero de 2011

Infancia, género y aprendizaje (en clave Neandertal)

ResearchBlogging.org
A modo de introducción del rollo que sigue...

Retomo por fin el blog con una entrada que, si bien no es de rabiosa actualidad, espero resulte interesante o, al menos, de lectura entretenida. No será un post denso ni técnico (al menos, esa es mi intención) pero si que será largo, así que recomiendo buscar un rato libre, prepararse un cafetito y acomodarse en la silla antes de la lectura ;)

En esta nota hago el análisis, crítica y resumen de un artículo de Dick Stapert, publicado en 2007, que trata sobre la talla lítica por parte de niños neandertales. Es un trabajo publicado en la revista PalArch's Journal of Archaeology of Northwest Europe. Es una investigación innovadora y valiosa, aunque con algunos "peros" importantes, que explicaré más adelante.


Por otra parte, hay una afirmación particular del artículo de Stapert, que me da pie a introducir (y discutir) ciertas cuestiones de historiografía y género (estereotipos, prejuicios, división sexual del trabajo). Lo haré a partir de un gran artículo de Kathryn Weedman Arthur sobre mujeres y talla lítica, de reciente publicación (2010).  

Infancia neandertal: ¿Tan mal lo tenían?  

El artículo de Dick Stapert comienza haciendo un breve balance sobre lo que sabemos de la infancia en las poblaciones neandertales. Presenta un panorama general de altísima mortalidad infantil, y numerosos problemas de salud y supervivencia. Mi impresión global de dicha introducción es que se exageran de manera gratuita las "malvivencias" neandertales, como un valle de lágrimas y dolor. Y creo saber de donde viene esa concepción.

Una buena parte de la imagen viene de la propia naturaleza de la evidencia estudiada. Al fin y al cabo, no son otra cosa que restos óseos de niños neandertales, que murieron en esa etapa temprana de su desarrollo.

Otra parte de la explicación pasa por falta de referentes demográficos fiables, tanto para las propias poblaciones neandertales, como para cualquier otra población humana arcaica (del Pleistoceno medio). Es decir, no hay nada con lo que podamos comparar los escasos datos que tenemos. Por eso, cualquier tasa de mortalidad infantil, prevalencia de la enfermedad, supervivencia, etc... es especulativa, dado que no conocemos estructuras o tamaños de población reales para dichas sociedades.

Y por último, creo que hay -en la introducción del autor- un poco de "mito del progreso" y de las incapacidades neandertales: En mi opinión, el razonamiento implícito es este: las sociedades han avanzado y han ido mejorando a lo largo de la historia, sobre todo en ese tipo de cosas (como la mortalidad infantil). Y por lo tanto, es "lógico" que en las sociedades de unos homínidos tan primitivos como los neandertales, los índices de mortalidad sean excepcionalmente altos.

Sin embargo, esa idea se contradice con la información real que tenemos, por ejemplo, para periodos de la Edad Media europea, etapa en la que se conoce bastante bien la estructura y tamaño de las poblaciones. Pues bien, se sabe que la mortalidad en el parto (e infantil en general) era mucho más alta en determinadas regiones y epocas medievales, que entre los cazadores-recolectores actuales y sub-actuales, que han sido estudiados por etnógrafos y antropólogos.
  
¿Significa esto que la imagen de una vida durísima de los neandertales, al límite de la supervivencia, marcada por la enfermedad y por la muerte en la infancia, es incorrecta? Bueno, no necesariamente. Lo que quiero resaltar es que: 1) toda información es relativa a su contexto -no tiene, por ejemplo, sentido comparar sin más los registros especulativos de los neandertales con los datos reales de sociedades postindustriales; y 2) la ausencia de información no justifica presentar la especulación como información.

Pero volviendo al tema central del artículo de Stapert, lo que el autor aborda es el estudio del aprendizaje de la talla lítica, es decir la transmisión de los conocimientos técnicos y de la propia práctica de trabajar la piedra, entre adultos y niños de las poblaciones neandertales.

Talla lítica y modelos de género: una cuestión abierta

En este punto se introduce la cuestión de género a la que me refería más arriba. Stapert afirma "Probably, they were mostly boys" ("probablemente, eran en su mayoría chicos" es decir, varones).

Para justificar esa afirmación, recurre a las estadísticas de un trabajo de Murdock y Provost (1973). En ese trabajo, de 73 sociedades tradicionales estudiadas, en 67 de ellas el trabajo de la piedra está vinculado preferentemente a los varones. Y, en concreto, la talla lítica casi nunca parece vinculada a las mujeres.
 
Esta linea de interpretación se trata de apuntalar con una referencia a los bifaces o hachas de mano: Stapert afirma que los bifaces fueron hechos y utilizados de manera prediminante por varones, dado que son hallados casi siempre de manera aislada, en -supuestos- "kill sites": lugares donde se abatieron las piezas de caza.

Sobre la vinculación del trabajo de la piedra en general a los varones, volveré más adelante, cuando me refiera al trabajo de K. Weedman Arthur que mencionaba al principio.

¿Bifaces de "machos"?

En cuanto a la cuestión de los bifaces hay un par de cosas que no quiero dejar pasar: Por una parte, la afirmación de Stapert se basa en -razonables pero inciertas- especulaciones sobre la división sexual del trabajo en las sociedades del Paleolítico medio (concretamente, en la idea de que los hombres cazaban y las mujeres no). Por tanto, el "dato" debería ser presentado en los terminos especulativos que corresponden, y no como un argumento para consolidar una afirmación del tipo "los niños neandertales que tallaban la piedra eran varones".

Y por otro lado, la idea de que los bifaces son abandonados de manera aislada en "kill sites", no tiene base en la evidencia arqueológica. Veamos esto en detalle: 

Por una parte, los bifaces del Paleolítico antiguo en general (inferior y medio) si que provienen, en su mayor parte, de hallazgos aislados. Pero esto sólo significa que carecen de contexto arqueológico y que no estaban en una cueva. Eso no nos permite interpretar -de ningún modo- que vengan de "kill sites". Más aún, sabiendo que los neandertales construían campamentos al aire libre como el de La Folie.

Y por otra parte, lo que no es cierto, es que en el Paleolítico Medio europeo (Musteriense, en sentido amplio), los bifaces provengan -mayoritariamente- de hallazgos sin contexto. Para esa cronología los bifaces provienen a menudo de lugares de ocupación en cuevas y abrigos, es decir, campamentos semi-permanentes o temporales, de muy diversa naturaleza.

En esos contextos, los bifaces se han asociado a tareas pesadas, de descuartizamiento y preparación de las piezas de caza, pero también a trabajos sobre madera y otros materiales. En general, los bifaces musterienses suelen interpretarse como unas herramientas multifuncionales, transportables, de buena durabilidad. Y que funcionan a veces como núcleos, para obtener lascas delgadas y cortantes.

Mujeres artesanas de la piedra

Una vez vista la debilidad del argumento que asocia bifaces, caza, y labor masculina para el Musteriense (y el Paleolítico medio europeo en general) volvamos a la asociación de talla lítica y varones para las sociedades de cazadores-recolectores. La cita que hace Stapert del trabajo de Murdock y Provost (1973) me pareció a priori bastante sólida -aunque un poco antigua.

Sin duda, ese tema no me habría llamado la atención si no hubiera estado leyendo en los mismos días un trabajo de Kathryn Weedman Arthur: Feminine Knowledge and Skill Reconsidered: Women and Flaked Stone Tools. Es un artículo muy sólido, que reune crítica historiográfica, información arqueométrica (estudio de materiales) e información sociológica y antropológica -obtenida de mujeres africanas que aún hoy trabajan la piedra.

El trabajo se estructura en dos grandes lineas complementarias: En primer lugar, Weedman Arthur critica la concepción sesgada, que asocia el trabajo de la piedra al hombre y al cazador, de manera exclusiva y monolítica. Tampoco es que la autora crea que no existe división sexual del trabajo, ni unos roles muy marcados para los sexos en las sociedades "tradicionales". Al contrario, en todo su trabajo queda bien claro que todas las sociedades, incluso las más simples, atribuyen diversos roles y trabajos a sus componentes, sobre todo en función del género.

Lo que defiende Weedman Arthur, en concreto, es que la asociación de industria lítica tallada y trabajo masculino, como algo universal entre los cazadores-recolectores, es más bien fruto de lugares comunes, ideología y prejuicios historiográficos, y no de hechos probados.

Para argumentar esta afirmación, la autora hace una extensa revisión de la bibliografía etnográfica. A partir de las referencias, la autora explica cómo desde finales del S. XIX y en las primeras décadas del siglo XX, las mujeres son descritas a menudo como habiles artesanas de la piedra. Sin embargo, en todos los casos la talla de la piedra era vista como una actividad en el extremo inferior de lo socialmente valioso y relevante, una actividad menor. Por lo tanto, las construcciones -muy sexistas- de la época sitúan a la mujer artesana de la piedra en ese marco de inferioridad.

Sin embargo, a partir de las décadas centrales del S. XX se produce un cambio importante en las visiones sobre la tecnología "primitiva", y aumenta el valor percibido de las industrias en piedra, como elemento para la reconstrucción de las sociedades del pasado. En los 60 y los 70, la bibliografía revela cómo los referentes cambian, para situar al hombre como el artesano socialmente valioso. Se asocia la talla con las tareas de caza (algo reservado al varón), y con los elementos de prestigio masculino (puntas de armas, objetos de intercambio, etc). Para la autora, esto se explica mejor como fruto de nuestras propias estructuras mentales y etnocentrismo occidental, y no como deducción de las observaciones sobre otras sociedades. 

Un dato interesante señalado por Weedman Arthur es que, aunque en la observación etnográfica es muy común identificar mujeres y trabajo de la piel, los arqueólogos y etnoarqueólogos fallan a la hora de relacionar ese hecho con el extenso utillaje de raspadores y raederas, propio de todo el Paleolítico.

Las artesanas Konso de la talla lítica y el trabajo de la piel

El otro pilar del artículo de Weedman Arthur es el estudio de los trabajos de talla que realizan las mujeres Konso (del sur de Etiopía). El estudio se lleva a cabo a partir tanto de los propios materiales etnoarqueológicos (las piezas talladas, nucleos, etc) como del registro etnográfico (entrevistas y recogida de datos). La conclusión de la autora es que se trata de una actividad especializada, con una producción compleja que va desde la obtención de la materia prima en canteras específicas (cuyo conocimiento se mantiene dentro del grupo familiar) hasta el abandono -tras el uso y reavivado extensivo- de las herramientas.

Mujer Konso -Sayete Pochatko- extrayendo cuarzo de una cantera lítica
  (tomado de Weedman Arthur, 2010)

La producción se focaliza en fabricar raspadores, con los que se trabaja la piel. Además implica procesos tecnicos complejos: en especial, un tratamiento térmico cuidadoso de las materias primas, para mejorar su respuesta durante la talla. 

La talla lítica de las mujeres Konso es también una tradición transmitida a las descendientes femeninas de la artesana (hijas, nietas o sobrinas), que se aprende en distintas fases desde los ocho hasta los dieciocho años, e incluye conocimientos sobre la preparación de enmangues, y de resinas para fijar los raspadores.

 Mujer konso -Turmala Umala- trabajando un raspador por percusión 
directa mientras su hija observa (tomado de Weedman Arthur, 2010)

La conclusión final de Weedman Arthur es que la tecnología lítica de las mujeres Konso demuestra que pueden existir modelos económico-sociales de género, (y, por tanto, ideologías de las sociedades "primitivas"), que no respondan al modelo estricto de "el hombre cazador" y "la mujer recolectora".

Re-enter the Neandertal...

Volviendo a los niños neandertales y la talla lítica, cómo se podrá entender después de revisar el trabajo de Weedman Arthur, no queda más remedio que poner en seria cuarentena las afirmaciones de Stapert sobre lo "probable" de la vinculación exclusiva de varones y trabajo de la piedra.

El resto del trabajo de Stapert, no obstante, es mucho más salvable. Su estrategia se basa en identificar los elementos que pueden señalar la presencia de niños entre los talladores: Un primer grupo de evidencias (el más importante) se basa en encontrar trazas de la falta de habilidad y de conocimientos técnicos en un tallador o artesano de la piedra, a partir de las herramientas producidas y los núcleos descartados. Para ello, recurre a los programas experimentales de Shelley (1990), quien identificó tres "errores" tipicos en los núcleos trabajados por principiantes y aprendices de talla: (1) fracturas/reflejados, (2) reflejados escalonados, y (3) golpeo repetitivo en lugares donde es imposible obtener una lasca.

Datos del programa experimental de Shelley (1990) sobre errores 
de aprendizaje en la talla -presentados por Stapert (2007)

De estos errores, el primero puede suceder incluso al tallador experto (aunque con menos frecuencia) y el último es típico de los principiantes (y casi nunca se produce entre los expertos). A partir de esas categorías de errores, Stapert analiza los materiales del Paleolítico medio de la cantera de sílex de Maastricht-Belvédère (De Loecker, 2006). Su análisis concluye que los materiales de la localización K de esa cantera son una producción realizada por talladores inexpertos, en proceso de aprendizaje (es decir, niños neandertales).

 Problemas/accidentes de talla en Maastricht-Belvédere, según Stapert (2007)

Aunque la explicación de Stapert es coherente, y algunos elementos parecen bastante irrefutables (cómo la presencia de impactos en angulos imposibles para la talla, y de reflejados escalonados) existe un elemento de cautela que sugiere la necesidad de profundizar más en el estudio de esos materiales. Me refiero a la interpretación expresa de De Loecker, que ha estudiado también todos esos materiales, y afirma que los restos líticos de la localización K se explican cómo descartes de núcleos iniciados, que resultaron de mala calidad para la talla.    

Después del ejemplo de Maastricht-Belvédère, el autor presenta otros posibles trabajos de aprendices, en mi opinión mucho menos verosímiles.

Al ser piezas individuales y aisladas, que vienen de varios yacimientos holandeses, no es posible valorar si responden a una lógica de talla presente en el conjunto del utillaje. No se puede comprobar, por tanto, si se corresponden con lo que Stapert piensa que son: útiles tallados por aprendices inexpertos. Esta parte del trabajo remite a un error típico que cometemos a veces los prehistoriadores. Me refiero a querer cimentar la interpretación por "peso": Es decir, por acumulación de posibles evidencias... aunque no sean muy sólidas.

Esta estrategia suele ser un error, y a menudo produce el efecto contrario al deseado. En general, es mejor quedarse con los casos más claros y que se comprenden mejor, y no tratar de acumular ejemplos de casos "posibles", "hipotéticos" y "dudosos". En ese sentido, el resto de materiales presentados por Stapert no tienen la solidez de los materiales de Maastricht-Belvédère. Y me parece que "coger cosas de aquí y allá" no es una buena estrategia, si buscas identificar el trabajo de los niños/aprendices de talla, entre las producciones de los artesanos neandertales.

Balance y conclusiones

Como he dedicado mucho de esta revisión a criticar los aspectos menos sólidos del trabajo de Stapert, voy a tratar de centrarme en sus virtudes, a la hora de hacer balance. Un aspecto importante es lo novedoso de este trabajo, al menos para el Paleolítico medio. Stapert demuestra que, ni con mucho, está todo dicho en el estudio de la tecnología y la producción lítica.

Además, el trabajo del holandés es un enfoque que, de consolidarse, permitiría abordar cuestiones fundamentales de la organización y la propia naturaleza de las sociedades neandertales, como los modos de transmisión de la cultura inmaterial (conocimientos técnicos, en este caso).

Y por último, me parece muy positivo y adecuado el recurso a los referentes experimentales (los trabajos de Shelley) como elemento de comparación y contraste con el material arqueológico. De esa forma, los resultados de un programa experimental controlado permiten aportar nueva luz, y formular nuevas hipótesis, sobre la naturaleza de las evidencias arqueológicas.

Nota: El artículo de Kathryn Weedman Arthur, al que hago referencia extensa en el texto, también recibió hace unos meses una revisión crítica favorable por parte del arqueólogo Julien-Riel Salvatore, en su blog.

Referencia de Research Blogging:

Dick Stapert (2007). Neanderthal children and their flints PalArch’s Journal of Archaeology of Northwest Europe, 1 (2), 16-39

Bibligrafía adicional

De Loecker, D. (2006): Beyond the Site: The Saalian Archaeological Record at Maastricht-Belvédère, The Netherlands. 300p. Analecta Praehistorica Leidensia 35/36, University of Leiden

Murdock, C. P. y Provost, C. (1973): Factors in the Division of Labor By Sex: A Cross-Cultural Analysis. Ethnology Vol. 12, No. 2: 203-22. Stable URL: http://www.jstor.org/stable/3773347

Shelley, P. H. (1990): Variation in Lithic Assemblages: An Experiment. Journal of Field Archaeology, Volume 17: 187-193. DOI: 10.1179/009346990791548349

Weedman Arthur, K (2010): Feminine Knowledge and Skill Reconsidered: Women and Flaked Stone Tools. American Anthropologist, 112: 228–243. doi: 10.1111/j.1548-1433.2010.01222.x