martes, 20 de octubre de 2009

Las tumbas de los Neandertales

Durante al menos 30.000 años (entre aprox. 75.000 y 35.000 BP), el hombre de Neandertal enterró a sus muertos en cuevas y abrigos rocosos desde Iraq hasta Francia. Las tumbas Neandertales se distribuyen por toda Eurasia, con dos focos destacados, en Francia y en Oriente Medio.


Para algunos autores, como P. B. Pettitt, las evidencias "sólo" nos dicen que los Neandertales "ocasionalmente" pudieron enterrar a sus muertos. Pettitt ha hecho un gran trabajo revisando enterramientos, pero parece que no puede librarse por completo de los modelos de las incapacidades neandertales. Me refiero a argumentos propuestos por Gamble, Stringer o Mellars.

Si ponemos la cuestión en contexto, tenemos que -para el mismo periodo- prácticamente no existen enterramientos de hombres "modernos" (los de Skhul y Qafzeh son anteriores). Y, de hecho, los enterramientos humanos en Eurasia para los siguientes 10.000 años se pueden contar con los dedos de una mano, y nos sobran.

¿Pero entonces... de cuantos enterramientos hablamos?

El conjunto de los fósiles neandertales se compone de muchos miles de restos que pertenecen a algo más de 500 individuos. Este número crece a un ritmo relativamente alto, y problablemente seguirá creciendo en los próximos años, gracias a nuevas excavaciones y descubrimientos arqueológicos.

Por supuesto, no todos estos restos (ni siquiera la mayoría) se corresponden con enterramientos en sentido estricto. Los especialistas discuten el número concreto, disputando sobre los casos más complicados o dudosos. El número total de tumbas se sitúa entre 35 y 60. Desde cualquier óptica, 35 enterramientos ya sería un número espectacular, sobre todo comparado, -como decía antes- con las tumbas de "humanos anatómicamente modernos".

Los orígenes

Antes de tratar las tumbas neandertales, es interesante mencionar los antecedentes que anuncian un tratamiento "especial" de los cuerpos de los difuntos, si bien no muy ceremonioso.

Ese es el caso de los Homo heidelbergensis de la Sima de los Huesos (Atapuerca), con al menos 300.000 años de antiguedad (y seguramente más de 350.000).



La hipótesis principal es que varias decenas de individuos fueron arrojados a un pozo karstico natural, a lo largo de un periodo de tiempo indeterminado. También conviene comentar que, según los excavadores del yacimiento, otras causas para la acumulación no pueden descartarse del todo.

En esta misma línea (la disposición sumaria de cadáveres en cuevas) podrían estar los neandertales arcaicos de Pontnewydd Cave. Estos restos, muy fragmentarios, tienen más de 225.000 años, y fueron hallados en la zona interna de la cavidad.

Características de los enterramientos neandertales

En general, las tumbas neandertales que se han encontrado están en cuevas o abrigos. Las fosas mejor conservadas nos indican que se enterraban en pozos excavados, no demasiado profundos (aunque hay excepciones). Después las fosas se rellenan con la misma tierra del vaciado. En todos los casos, cuando no ha habido perturbaciones postdeposicionales, se observa que los cuerpos fueron depositados con cuidado y buscando una posición específica, no aleatoria.



No hay evidencias de que los neandertales enterrasen a sus muertos con ajuar. Los arqueólogos han propuesto en varios casos algunos objetos como posible ajuar funerario (astas y huesos de animales, piezas de sílex). Sin embargo, resulta imposible -al menos de momento- saber si llegaron junto al difunto como ofrenda o, simplemente, como parte de la tierra que rellenó la fosa.

En el caso de Shanidar 4, los excavadores originales propusieron que había sido enterrado con ofrendas de flores. Un estudio posterior (Sommer, 1999) afirma que las flores llegaron como parte de las reservas que ciertos roedores de la zona acumulan en sus madrigueras. Yo querría tener una tercera opinión: Aunque los argumentos de Sommer parecen convincentes, mi tendencia es a fiarme más de los criterios de los excavadores originales. En todo caso, la presencia de ajuar en Shanidar es, en el mejor de los casos, dudosa.

Los Neandertales entierran a todo tipo de individuos, desde neonatos (o fetos proximos al nacimiento) hasta hombres ancianos de la época (de unos 35 años), con una ligera ventaja de los enterramientos masculinos.


Los cuerpos se entierran a menudo en la zona central de la cueva o abrigo (Amud, Roc de Marsal, Chapelle-aux-Saints o Kebara) pero también hay casos de tumbas en zonas periféricas o cercanas a las paredes de la cavidad.

Otra cuestión son los enterramientos o tratamientos secundarios, de los que no hablaré en este post por cuestiones de espacio. Sólamente un par de nociones:

En las culturas tradicionales son frecuentes los tratamientos secundarios de los cadáveres humanos, o mejor dicho de sus esqueletos, una vez ha pasado el tiempo suficiente desde el rito funerario inicial. Así los esqueletos se desarticulan, a veces se trocean, etc... y a menudo se cambian de lugar. No me extiendo mucho más en este tema, excepto para señalar que este tipo de tratamiento puede haber sido confundido, en varios yacimientos Neandertales, con evidencias de canibalismo. Como digo, es algo que trataré en algún momento... en otro post.

Cementerios neandertales

Si consideramos la idea de cementerio en su acepción más amplia, como lugares ritualizados o socialmente designados como "allá donde se entierra a los muertos", para los Neandertales tenemos un par de ejemplos bastante claros.

El primero de estos lugares es Shanidar, donde se han encontrado restos de 10 individuos neandertales.


Algunos de los individuos de Shanidar no pueden considerarse enterramientos primarios: por ejemplo el número 10 fue localizado hecho trocitos, entre los restos de fauna. Y ya hemos hablado de Shanidar 4. Sin embargo, la evidencia de al menos 6 enterramientos, en tres momentos diferentes, situa a la gruta en nuestra órbita de "lugar común de enterramiento" o cementerio.

El otro caso bien documentado es La Ferrasie, con siete individuos enterrados (dos de ellos prácticamente completos, en fosas individuales) en momentos diferentes, con el transcurso de un tiempo significativo entre algunos de los enterramientos.



Los estudios y la bibliografía

Una obra clásica y muy recomendable es el libro de Defleur "Les sepultures Mousteriennes". Para Oriente Medio, tenemos el libro de Trinkaus "The Shanidar Neanderthals" y el artículo de Solecki "Shanidar IV, a Neanderthal flower burial in northern Iraq". La crítica de Shanidar 4 que he mencionado está en el artículo de Sommer "The Shanidar IV 'Flower Burial': A Reevaluation of Neanderthal Burial Ritual".

Mención aparte merece el trabajo de Gargett en Current Antropology, por lo malo que es. El trabajo de Gargett tiene un enfoque fuertemente lastrado por la visión más exagerada de las incapacidades neandertales, y trata de negar la existencia de "verdaderos enterramientos neandertales".

El problema es que, siendo la evidencia tan sólida, Gargett tiene que hacer verdadero "encaje de bolillos" con sus disquisiciones, y al final le queda un trabajo muy malo. Contra sus conclusiones se han pronunciado casi todos los paleoantropólogos y arqueólogos que han tratado el tema, excepto los más afines -y estos lo defienden no muy convencidos.

Entre los abiertamente críticos: David W. Frayer, Antra Montet-White, Harvey M. Bricker, Catherine Farizy, Claude Masset, Antonio Gilman, Arlette Leroi-Gourhan, Maria Isabel Martinez Navarrete, Paul Ossa, y Erik Trinkaus (aunque la lista creo que se queda bastante corta).

Un artículo más correcto y basado en la evidencia, es el de Paul B. Pettitt "the Neanderthal dead". Es un trabajo más equilibrado, aunque existe una cierta tendencia, muy anglosajona, a buscar esa "significativa diferencia cognitiva" que permite distinguir a los neandertales de los "humanos de verdad".

miércoles, 7 de octubre de 2009

Neandertales en Negro


El uso de pigmentos minerales sobre el propio cuerpo está documentado, por la etnografía, en muchos grupos humanos de las sociedades “primitivas actuales”. De hecho, se considera un comportamiento bastante universal entre las sociedades de cazadores-recolectores y otras formas sociales “tradicionales”.


Otra cuestión que refleja la etnografía, es que el uso de esos pigmentos no tiene, prácticamente nunca, un carácter puramente utilitario. Es decir, la decoración corporal con esos pigmentos tienen una función étnico-social, estética y simbólica evidente, a la se añaden (normalmente por deducción de los investigadores) otras funciones utilitarias: protección de la piel, como desinfectante, etc.


Esa información etnográfica se ha utilizado como modelo para la reconstrucción del pasado remoto de África. En general, los estudios (como el de I. Watts) tienden a identificar la presencia de pigmentos minerales con evidencias de un comportamiento simbólico, y por lo tanto, como un rasgo de modernidad.


La información disponible sugiere que el uso de pigmentos minerales sería, en efecto, un rasgo de comportamiento simbólico y “moderno”, pero lo curioso es que no resulta demasiado revolucionario ni supone grandes cambios en las sociedades al largo plazo.


Así, se rastrea la presencia de pigmentos minerales (óxidos de hierro, que se usan como ocres rojos) en yacimientos africanos desde hace unos 200.000 años. Se hacen más frecuentes hasta llegar a Blombo’s Cave, en Sudáfrica (entre h. 100.000 y h. 75.000 años), donde se han encontrado unos 8000 fragmentos de ocre rojo, uno de ellos con un dibujo geométrico grabado.


Esos yacimientos de la MSA africana se vinculan a nuestros ancestros directos, los llamados Humanos Anatómicamente Modernos, (o simplemente, humanos modernos).


El uso de pigmentos minerales ha sido uno de los rasgos esgrimidos para diferenciar el comportamiento de esas poblaciones “modernas” y otras, supuestamente más arcaicas, como los Neandertales.


En este punto, hay que señalar que los razonamientos que llevan a igualar ocres y comportamientos simbólicos, en África, aún carecen de una base empírica fuerte (excepto los grabados de Blombo’s, que es un caso particular) .


Eso no significa que estén equivocados, solamente que no se han hecho aún suficientes estudios de cadenas tecnológicas y de traceología, con base experimental, que permitan explicar cómo se usaron esos pigmentos, y asociarlos a actividades concretas.


Por lo demás, el modelo basado en la etnografía parece bastante sólido, y el uso del ocre rojo con valor étnico y simbólico, es -también en mi opinión- la hipótesis más razonable.


Volvamos ahora a los Neandertales que es lo que nos interesa en este blog: En un mundo ideal, el modelo aplicado a la MSA africana debería poder transponerse a los Neandertales europeos, siempre que se encontrara una gran cantidad de pigmento mineral utilizado. Este es el caso de los yacimientos de Pech-de-L’Aze I y IV, donde se hallaron, en una superficie relativamente pequeña, más de 500 fragmentos de dióxido de manganeso (pigmento negro) con marcas de trabajo y de uso.


Sin embargo, el prejuicio sobre los Neandertales pesa mucho, y los modelos que resaltan sus incapacidades, como hemos visto, no tienen problemas en situar a los Neandertales en un “no-win scenario”: En el caso de los pigmentos minerales, lo que se dice es que, de utilizar los Neandertales ese material, lo harían de una forma utilitaria, simple, sin componente simbólico.


Previendo esa respuesta, los investigadores que abordaron el tema, F. D’errico y M. Soressi, lo hicieron del modo más difícil: Buscando la evidencia empírica que aún no se ha estudiado para la MSA africana.



Para ello se desarrolló un programa experimental que estudia las huellas que quedan al utilizar los fragmentos de dióxido de manganeso contra diferentes tipos de superficies (incluyendo filos de sílex para raspar el manganeso, superficies de arenisca para abrasionarlo, y piel de animales y humana sobre la que se pintaba).


Sus conclusiones, aún provisionales, son estas:


- Que a los fragmentos de manganeso se les ha dado forma para que muestren facetas estrechas y alargadas. De esa forma se convierten en lápices de pigmento mineral, para decorar (“dibujar”) antes que “cubrir” superficies enteras.


- Que el trabajo mayoritario hecho con estos lápices ha sido sobre piel “en seco” (sin agua como disolvente); está en estudio si se trata de piel humana o de pieles de animales, y en que proporción en cada caso.


Las implicaciones me parecen bastante evidentes. Hay que empezar a salvar esas “trampas” de juzgar con distinto baremo a unas y otras poblaciones humanas (en este caso, humanos modernos y Neandertales). Y, por otro lado, parece claro que el uso simbólico de pigmentos minerales, entre los Neandertales, es una realidad tangible, a tenor de las evidencias.


En fin, que este es el estado actual de las investigaciones, con una salvedad: un trabajo de M. Soressi, de próxima publicación, titulado “Neandertal en Noir” sugiere que se acercan novedades interesantes.

Nota final: Otros blogs de ciencia han tocado este tema en el pasado. Recomiendo los comentarios de John Hawks y Mundo Neandertal.