martes, 25 de diciembre de 2012

¿Qué nos hace humanos? ¿Y a los Neandertales? (V)

  
Con este quinto post de la serie, abordamos la revisión de otro mini-ensayo que responde a la pregunta ¿qué nos hace humanos?, tal y como fue propuesta por J. M. Calcagno y A. Fuentes. En este caso, como anunciábamos en la nota anterior, se trata de la propuesta de Robert M. Seyfarth y Dorothy L. Cheney, ambos profesores de la Universidad de Pennsylvania, que se dedican al estudio del comportamiento y la cognición en varias especies de primates.

Diferencias entre primates

Como en el caso de Sussman, para Seyfarth y Cheney lo que nos hace humanos se puede encontrar en la comparación con otros primates, buscando sobre todo las principales diferencias. Por ello, su propuesta puede entenderse cómo “aquello que posee la humanidad y que otros primates –monos, simios, etc- no tienen en absoluto, o sólo muestran de un modo muy limitado.”

Cognición, comunicación y lenguaje

Además, los autores no dudan en acudir directamente al sub-campo (o área específica) de las diferencias en los aspectos de la cognición y la comunicación. Esto se explica porque consideran que la principal diferencia (i. e. más significativa) entre los otros primates y los seres humanos es nuestra capacidad para crear y utilizar un lenguaje completamente evolucionado. Es decir, que no se preocupan en este caso de los aspectos anatómicos, etc., sino que van directamente a las diferencias cognitivas y de las capacidades comunicativas, que están en la base del lenguaje.

“Teoría de la mente” y flexibilidad acústica del habla

Estos dos conceptos, una “teoría de la mente” plenamente desarrollada, y una flexibilidad acústica (aprendida, y altamente modificable) de nuestra capacidad de emisión de mensajes, serían los rasgos específicos que nos hicieron humanos, según Seyfarth y Cheney. En concreto, los investigadores entienden estos rasgos como dos pasos previos y elementos constituyentes de lo que después sería nuestro lenguaje, con toda su enorme capacidad de gestionar y comunicar información.

En cuanto a la “teoría de la mente”, el concepto se refiere a dos capacidades complementarias:
  1. Capacidad de introspección, de ser conscientes de nuestros propios pensamientos, poder juzgarlos, modificarlos, etc… lo que es un gran paso para permitirnos recopilar datos de todo tipo, y para reformular y planificar nuestras estrategias.
  2. Capacidad de reconocer y proyectar lo que otros individuos piensan o creen, y de juzgar si sus creencias son verdaderas o falsas.
Esta “teoría de la mente” no estaría por completo ausente en otros primates, pero según los autores en todos los demás casos es muy limitada, y (por lo general) es inferior a la que muestran los niños humanos de un año de edad.

 "Teoría de la mente" explicada por Mimi & Eunice.

Y, en lo que se refiere a la flexibilidad acústica, en este caso las diferencias serían todavía más tajantes: Todos los demás primates tienen un rango de producción vocal enormemente limitado, y que responde en casi todo su abanico a capacidades innatas, no aprendidas (todo lo contrario que los humanos).

Una posible explicación

Para cerrar su mini-ensayo, Seyfarth y Cheney reflejan una breve propuesta sobre el mecanismo evolutivo que habría llevado a estas diferencias tan marcadas: 

“One speculation argues that the selective pressures imposed by an increasingly complex social enviroment favored the evolution of a full-blown theory of mind, and this, in turn, favored the evolution of increasingly complex communication that required flexible vocal production.”

Es decir, que un entorno social cada vez más complejo produjo las presiones selectivas hacia una “teoría de la mente” más desarrollada, y eso a su vez favoreció en desarrollo de la producción vocal flexible que nos caracteriza.

¿Y los Neandertales qué?

En este punto, la pregunta sería ¿compartieron las poblaciones neandertales esos rasgos que nos hacen humanos según los autores? Si seguimos los principios y razonamientos expuestos por Seyfard y Cheney, será necesario buscar esos pre-requisitos (“teoría de la mente” desarrollada, y flexibilidad acústica/vocal), para que sea factible la existencia de un “lenguaje plenamente evolucionado” en las poblaciones neandertales del Pleistoceno.

“Teoría de la mente” neandertal.

En lo que se refiere a la “teoría de la mente”, hay al menos dos medios (que, de hecho, pueden ser complementarios) para documentarla desde la arqueología.

Por una parte se pueden buscar conductas claramente simbólicas o representativas de conceptos abstractos, como el arte, la religión, la etnicidad, etc. En esta línea, estarían numerosos trabajos que han documentado una variedad de objetos y técnicas de adorno (y de distinción) de los grupos e individuos neandertales (d’Errico y Soressi 2006, Hayden 2012, Leroi-Gourhan & Leroi-Gourhan 1964, Peresani et al. 2012, Zilhão 2007).

Figura de Caron et al. (2011) con materiales de industria ósea y de tipo simbólico de la Grotte du Renne en Arcy-Sur-Cure.

Otra estrategia es buscar elementos del registro arqueológico que reflejen formas de conducta complejas, elaboradas, con planificación al largo plazo, y/o con estrategias ramificadas o de gran variabilidad. En este sentido ha habido muchos trabajos dentro de un amplio abanico de temas: sobre las formas de vida, la subsistencia, la gestión de los recursos y del utillaje, o la economía en general de los grupos neandertales. Algunos ejemplos serían los trabajos de L. Bourguignon, J. Rios Garaizar, M. Soressi, o M. Vaquero (o, de forma más limitada, mi pequeña aportación dentro de los temas tratados en mi Tesis Doctoral).

En cualquier caso, desde ambas perspectivas parece hoy claro que los Neandertales dispusieron de una “teoría de la mente” plenamente desarrollada, similar o no muy diferente de la que tuvieron los llamados “humanos modernos” en el final del Pleistoceno.

Flexibilidad acústica y vocal neandertal

Sobre esta cuestión, para el caso de los Neandertales, se han combinado dos enfoques complementarios por parte de los investigadores expertos en la materia: 

El primero de esos enfoques es investigar el aparato emisor de la voz, es decir, el tracto vocal y la forma de los elementos rígidos (óseos) y flexibles (cuerdas vocales, músculos, etc.). Los últimos estudios (Martínez et al. 2012) apuntan a que tanto los Neandertales, como los Homo heidelbergensis, ya tenían las partes anatómicas implicadas en la formación del habla con una configuración similar o muy parecida a la moderna -entendiendo por “moderna” una morfología como la nuestra, en cuando a la variedad y calidad de los sonidos que puede producir.

En el  mismo trabajo que citabamos antes, (Martínez et al. 2012) se utiliza también el otro enfoque posible, que es estudiar el aparato receptor, es decir el oído. Se puede hacer a partir de los restos fósiles: tanto de los huesecillos del oído interno, como del propio canal auditivo en el cráneo humano. Y una vez más, los estudios sugieren que las capacidades auditivas de los H. heildelbergensis y los Neandertales, en relación al habla, fueron muy similares a las nuestras (o, en todo caso, mucho más próximas a las nuestras que a las de los chimpancés u otros primates). 

Por lo tanto, en el momento actual de la investigación, todo apunta a que las poblaciones neandertales también poseían el aparato fonador y auditivo adecuado para el "lenguaje completamente evolucionado". 

Sigue leyendo esta serie de posts.


Bibliografía

Caron, F., d'Errico, F., Del Moral, P., Santos, F., Zilhão, J. (2011): "The reality of Neandertal symbolic behavior at the Grotte du Renne, Arcy-sur-Cure, France", PLoS One, 6 (6) [texto completo]

d’Errico, F. y Soressi, M. (2006): "Des Hommes en couleurs", Les Dossiers de la Recherche, 206, pp. 84-87. [pdf completo]

Hayden, B. (2012): "Neandertal Social Structure?", Oxford Journal of Archaeology, 31, pp. 1–26. [texto completo]

Leroi-Gourhan, A. y Leroi-Gourhan, A. (1964): "Chronologie des grottes d'Arcy-sur-Cure (Yonne) ", Gallia préhistoire, 7, pp. 1-64. [texto completo]

Martínez, I., Rosa, m., Quam, R., Jarabo, P., Lorenzo, C., Bonmatí, A., Gómez-Olivencia, A., Gracia, A. y  Arsuaga, J. L. (2012): "Communicative capacities in Middle Pleistocene humans from the Sierra de Atapuerca in Spain", Quaternary International, en linea 10 julio 2012 [abstract]

Peresani, M., Fiore, I., Gala, M., Romandini, M. y Tagliacozzob, A. (2011): "Late Neandertals and the intentional removal of feathers as evidenced from bird bone taphonomy at Fumane Cave 44 ky B.P., Italy",   PNAS 108 (10), pp. 3888–3893.[texto completo]

Zilhão, J. (2007): "The Emergence of Ornaments and Art: An Archaeological Perspective on the Origins of “Behavioral Modernity", Journal of Archaeological Research, 15 (1), pp. 1-54. [abstract]

martes, 18 de diciembre de 2012

¿Qué nos hace humanos? ¿Y a los Neandertales? (IV)

                                      
Con esta nota retomo la revisión de los mini-ensayos de varios antropólogos y genetistas notables, quienes respondieron en Evolutionary Anthropology a la pregunta planteada por J. M. Calcagno y A. Fuentes, ¿qué nos hace humanos?

En el tercero de los ensayos, Robert Sussman propone una manera alternativa de plantear la misma cuestión, y nos pregunta: 

¿Por qué no somos chimpancés?

Desde su punto de vista, para comprender qué nos hace humanos, la clave está en compararnos con los distintos primates con los que estamos más emparentados, como los chimpancés y los gorilas. La comparación permite descubrir en primer lugar unas diferencias muy obvias, como las relacionadas con el modo de locomoción, el medio en el que pasa más tiempo cada especie (arbóreo o terrestre), etcétera. 

Otras comparaciones son más complicadas de llevar a cabo, como son las relacionadas con el comportamiento y con el cerebro. Sabemos que nuestro repertorio de comportamientos difiere, obviamente, del repertorio de los chimpancés y los gorilas, al igual que nuestros cerebros son distintos. Y, por cierto, sabemos también que hay diferencias notables entre unos y otros parientes: Ni los cerebros de chimpancés y gorilas, ni su comportamiento, son iguales. 

Pero notar que existen unas diferencias no equivale a saber explicarlas, ni supone que entendemos como la organización de nuestros cerebros determina esos repertorios de conductas posibles. Tampoco sirve para abarcar la totipotencialidad de los comportamientos de cada especie, es decir el abanico completo de comportamientos posibles. En estos ámbitos es, por tanto, donde la investigación sobre el ser humano y sus parientes primates tiene campos más fértiles de trabajo.

"Planet of the Apes", 1968, el clásico de CI-FI protagonizado por Charlton Heston, se convierte en nuestra referencia a la imaginería "geek", como una costumbre que empieza a ser obligada en esta serie de notas. Además, es curioso que el personaje del Dr. Cornelius fuera arqueólogo.  

En cuanto a lo que sabemos hoy, R. Sussman sugiere que, cuando se comparan las totipotencialidades de humanos y sus parientes más próximos, tres rasgos aparecen como propiamente humanos:
  1. El comportamiento simbólico, enunciado por el autor como la habilidad para crear mundos mentales y alternativos, para ponderar sobre el pasado y el futuro, y para imaginar cosas que no existen.
  2. El lenguaje, la capacidad única que nos permite comunicarnos, no sólo en contextos próximos e inmediatos, sino también sobre cosas del pasado, el futuro, o que están alejadas en el espacio y fuera de la vista, o que son directamente imaginadas. 
  3. La cultura, definida por el autor como la habilidad de las poblaciones humanas de crear sus propios mundos simbólicos compartidos y transmitirlos entre las generaciones.
Sobre estas cuestiones, se pueden decir un par de cosas, a modo de comentario o matiz crítico, aunque debo comentar en primer lugar que, en lineas generales, estoy bastante de acuerdo con la propuesta de R. Sussman.

Los comentarios o matices vendrían, por un lado, del hecho de que los tres puntos parecen tres caras o puntos de vista sobre el mismo concepto, que sería algo así como la capacidad de generar y comunicar conceptos abstractos. Esa capacidad, de hecho, va ligada de manera necesaria a la existencia del lenguaje humano, ya que -desde mi punto de vista- es necesaria su existencia para poder comunicar, pero también para poder producir esos conceptos

Y, por otro lado, está la cuestión de reducir el concepto de "lenguaje" a esa capacidad típicamente humana, cuando muchos animales también tienen otros tipos de lenguajes, diferentes al nuestro. 

¿Y los Neandertales?

Si llevamos esta cuestión a los Neandertales, hay muchísimos aspectos que podríamos comentar, por lo que es preferible centrarse en algún tema especifico. Dado que la cuestión del lenguaje, privilegiada por Sussman como respuesta, ya la hemos tocado en el anterior post de la serie, y le hemos dedicado largas discusiones en este blog, quizás es preferible encontrar otro enfoque. 

Por ello he decidido darle a esta segunda parte del post un punto de vista distinto, más en la línea de lo genético-evolutivo: Ante la pregunta de por qué no somos chimpancés, cabe añadir: 

¿Por qué los Neandertales no son chimpancés? 

Se puede responder a esta cuestión poniendo en perspectiva la distancia genética y evolutiva que hay entre nuestros parientes primates más próximos (como los chimpancés), y las poblaciones neandertales, y comparando todo ello con la posición relativa de los "humanos anatómicamente modernos". 

En ese sentido, la respuesta rápida es que los Neandertales no son chimpancés porque sus antepasados ancestrales, que eran los mismos que los nuestros, se separaron de los antepasados de los chimpancés hace muchos millones de años. Esos millones de años, según los últimos estudios paleogenéticos, son como mínimo 7 u 8, pero probablemente más de 10 (Scally y Durbin 2012; Langergraber et al. 2012). 

Frente a eso, nuestra separación respecto a las poblaciones neandertales comenzó (según esos mismos estudios) entre hace 600.000 y 400.000 años, aunque probablemente hubo después una etapa larga de intercambio genético entre ambas poblaciones, continuado al principio y ocasional después... incluyendo un flujo genético neandertal reciente, datado entre h. 100.000 y 50.000 años (Green et al. 2010). 

Extracto de una de las figuras del artículo de Scally y Durbin (2012) que ilustra (b) la divergencia gradual de poblaciones/especies y los eventos de intercambio genético.

Obviamente, esto tampoco significa que hace entre 600.000 y 400.000 años los Neandertales dejaran de evolucionar, y se quedaran "más cerca" de los chimpancés que nosotros. Sólo significa que las poblaciones de humanos neandertales y de los "humanos anatómicamente modernos", en ese punto, se fueron distanciando genéticamente. Y esas poblaciones se vieron, con toda probabilidad, sometidas a presiones adaptativas que fueron, al menos, ligeramente distintas, y que se unieron a la deriva genética. Esto se deduce del hecho de que, aunque compartimos tendencias evolutivas similares (hacia una mayor capacidad cognitiva y simbólica, aumento de la capacidad craneal,  avance de la longevidad, etc), también hay diferencias significativas, tanto en la morfología física, como en algunos segmentos del ADN que están muy sujetos a selección natural (Green et al. 2010).     

Pero, volviendo a la cuestión de la humanidad neandertal y en qué punto podemos situarla: para poner los datos en perspectiva se puede usar la separación más antigua que conocemos entre poblaciones vivas actuales (que ha sido documentada a partir de la genética): Esta separación es la existente entre los grupos Yoruba y Khoe-San. Según las mismas estimaciones usadas para la separación Neandertal-Moderno (Scally y Durbin 2012), dicha divergencia se produjo hace unos 250.000 o 300.000 años. Como puede verse, este dato no está, al menos en términos generales, demasiado alejado de la separación propuesta para las poblaciones neandertales y modernas.

En el siguiente post de esta serie continuaremos la revisión de las respuestas dadas a la pregunta de ¿Qué nos hace humanos?, en concreto la aportación de R. M. Seyfarth y D. L. Cheney.

Sigue leyendo esta serie de posts.

Bibliografía

Calcagno, J. M. y Fuentes, A. (2012): "What makes us human? Answers from evolutionary anthropology". Evolutionary anthropology, 21 (5), 182-194

Green, R. E., Krause, J., Briggs, A. W., Maricic, T., Stenzel, U., Kircher, M., Patterson, N. Li, H., Zhai, W., Hsi-Yang Fritz, M., F. Hansen, N., Y. Durand, E., Malaspinas, A-S., Jensen, J. D., Marques-Bonet, T., Alkan, C., Prüfer, K., Meyer, M., A. Burbano, H., M. Good, J., Schultz, R., Aximu-Petri, A., Butthof, A., Höber, B., Höffner, B., Siegemund, M., Weihmann, A., Nusbaum, C., Lander, E. S., Russ, C., Novod, N., Affourtit, J., Egholm, M., Verna, C., Rudan, P., Brajkovic, D., Kucan, Z., Gusic, I., Doronichev, V. B., Golovanova, L. V., Lalueza-Fox, C., de la Rasilla, M., Fortea, J., Rosas, A., Schmitz, R. W., Johnson, P. L. F., Eichler, E. E., Falush, D. Birney, E., Mullikin, J. C., Slatkin, M., Nielsen, R. Kelso, J., Lachmann, M., Reich, D. y Pääbo, S. (2010): "A Draft Sequence of the Neandertal Genome". Science 328 (5979), 710.


Langergraber, K. E,, Prüfer, K., Rowney, C., Boesch, C., Crockford, C., Fawcett, K., Inoue, E., Inoue-Muruyama, M., Mitani, J. C., Muller, M. N., Robbins, M. M., Schubert, G., Stoinski, T. S., Viola, B., Watts, D., Wittig, R. M., Wrangham, R. W., Zuberbühler, K., Pääbo, S., y Vigilant, L. (2012): "Generation times in wild chimpanzees and gorillas suggest earlier divergence times in great ape and human evolution". PNAS 109 (39), 15716-15721.

Scally, A. y Durbin, R. (2012): "Revising the human mutation rate: implications for understanding human evolution"Nature Reviews Genetics 13, 745–753.

jueves, 13 de diciembre de 2012

Inspiración


Toc se agachó junto al t'lan imass y examinó los objetos terminados.
- De acuerdo- dijo tras examinarlos unos momentos-. Estoy empezando a entenderlo. Estos son para trabajar el astil y las plumas ¿si?
Tool asintió.
- El antílope nos proporcionará la materia prima. Necesitamos tripa para las cuerdas. Cuero para el carcaj y las correas. 
- ¿Y qué hay de la que tiene forma de media luna?
- Hay que pulir los juncos duros para hacer los astiles.
- Ah, sí, ya veo. ¿No vamos a necesitar cola, brea o algo así?
- En un mundo ideal, sí. Pero puesto que estamos en una llanura sin árboles, tendremos que conformarnos con lo que tenemos. Ataremos las plumas con tripa. 
- Haces que la elaboración de flechas parezca muy fácil, Tool, pero algo me dice que no lo es tanto. 
- Unas piedras son arena, otras son agua. Las herramientas afiladas se pueden hacer con las piedras que son agua. Las herramientas para aplastar se hacen con las piedras que son arena, pero solo con las duras.
- Y yo pensando que una piedra era una piedra.
- En nuestro idioma poseemos muchos nombres para las piedras. Nombres que nos hablan de su naturaleza, nombres que describen su función, nombres para lo que les ha pasado y les pasará, nombres para el espíritu que reside en su interior, nombres...
- ¡De acuerdo, de acuerdo! Entiendo. ¿Porqué no hablamos de otra cosa?
- ¿Por ejemplo?

Memorias del hielo, Steven Erikson


Es increíble la cantidad de conceptos de arqueología paleolítica, y de antropología de cazadores-recolectores, que se pueden entrever en este sencillo diálogo. Ha sido una verdadera sorpresa encontrarlo en una novela de la llamada "nueva fantasía oscura". Y cuando descubres que el autor estudió arqueología y antropología, y trabajó 18 años cómo arqueólogo de campo, ya no resulta tan chocante.

miércoles, 21 de noviembre de 2012

¿Qué nos hace humanos? ¿Y a los Neandertales? (III)

               
La perspectiva genética

Continúo con revisión de la serie de mini-ensayos que ha ocupado los últimos posts, que giran en torno a la cuestión planteada por J. M. Calcagno y A. Fuentes, ¿Qué nos hace humanos?

El segundo de los ensayos lo escribe Katherine S. Pollard y se titula "The Genetics of Humanness". Es decir "La genética de lo humano" (traducción aproximada). La investigación de esta autora se centra en la evolución del ADN humano, y su respuesta a la cuestión planteada se aborda, de forma previsible, desde esa interesante perspectiva.

Estructura del ADN (Fuente: Wikimedia Commons).

La primera respuesta de Pollard viene a ser esta: "desde un punto de vista genético, no hay demasiado que nos haga únicos a los humanos". Para explicar esto, pone el ejemplo de la comparación entre el genoma humano y el del chimpancé, que:
  • Son iguales al 99% en sus bases
  • Ambos han cambiado más o menos la misma cantidad de bases desde nuestro ancestro común.
Para poner esta diferencia en perspectiva, la autora menciona que el genoma del ratón y la rata difieren en un 17% de sus bases.

Humanos y chimpancés: Parecidos pero diferentes (la humana es Jane Goodall). 

En este punto, Pollard se pregunta dónde se sitúan esas diferencias entre nuestro genoma y el del chimpancé, y, sobre todo: ¿qué es lo que hace que sean importantes? Ya que, como resulta obvio, no somos tan parecidos a nuestros parientes evolutivos.

Lugares clave del genoma y "algunos trozos" de ADN

La respuesta es que unos pocos cambios clave, en determinadas secuencias de nuestro ADN, han tenido grandes efectos, modificando nuestra morfología, repertorio de dieta, y susceptibilidad a las enfermedades. Esos cambios los divide en dos tipos:

  • Cambios en bases de ADN individuales, que se concentran en las llamadas HARs (Human Accelerated  Regions) del genoma. Al parecer, muchos de los genes de esas regiones son "factores de transcripción", cuya función es controlar la expresión de otros genes. De ese modo, se puede entender que cambios pequeños en esas secuencias regulatorias puedan alterar la función de toda una red de genes. Y por tanto, modificar la expresión de un rasgo complejo (de alimentación, morfología, desarrollo y crecimiento, etc).
Caracterización de las regiones HAR 1-5 según Pollard et al. 2006.
  • Cambios estructurales: Durante la transmisión de los genes, puede suceder que "tramos" completos del ADN se copien de más, se borren o se cambien de lugar. Estos cambios estructurales pueden causar la desaparición o cambio de la función que cumplen determinados conjuntos de genes. En términos de selección natural, las consecuencias son a menudo negativas o neutras, pero a veces son positivas, y esas son las realmente importantes. En términos de cantidad, según Pollard este tipo de cambios en nuestro genoma son los más numerosos, con respecto al ADN chimpancé. Y, por tanto, esas secuencias probablemente albergan buena parte de lo que nos hace humanos. 
Estas son las claves propuestas por la autora, que termina su ensayo con una breve mirada al futuro: En su opinión, los proyectos de investigación actuales permitirán ir afinando y definiendo con más detalle y precisión lo que nos hace humanos, desde el punto de vista de nuestro ADN. Y, en concreto, destaca dos tipos de estudios: La secuenciación completa de genomas humanos (de individuos actuales y del pasado), y también los genomas de los microorganismos que viven en y sobre nuestro cuerpo.

La genética de la humanidad neandertal

Si llevamos estas cuestiones a los Neandertales, lo primero es preguntarnos por nuestras diferencias y parecidos en términos genéticos. En ese aspecto, la publicación del borrador del genoma neandertal por Green et al. en 2010 (tema al que dediqué un extenso post) supuso una auténtica revolución, y se puede decir que la información que manejan los expertos hoy es infinítamente superior a la que existía antes.

Huesos analizados para obtener ADN neandertal, y su origen geográfico (Green et al. 2010).

Esta información masiva ha dado lugar a la multiplicación de estudios e hipótesis, pero pienso que todavía se mantienen las principales claves que ya se apuntaban en los artículos que acompañaban al borrador del genoma neandertal. Veamos esas claves, muy brevemente:

En el artículo principal de 2010, se hacía una comparación entre el genoma humano, el de los grandes simios, y el neandertal. El objetivo era observar qué mutaciones son comunes en los humanos actuales y en las poblaciones neandertales, pero no en los grandes simios, ya que esas mutaciones serían anteriores a la divergencia genética de las dos poblaciones humanas. Y, de manera complementaria, se buscaba aislar las mutaciones específicas de los Neandertales y de los humanos actuales.

Como ya se comentó en aquel momento, uno de los resultados más interesantes de ese tipo de enfoque es que se puede evaluar cuánto divergen el ADN "moderno" y el neandertal en comparación a la distancia entre nosotros y los grandes simios -como el chimpancé.  El resultado: ha habido muy pocos cambios en nuestra secuencia genética, en los últimos "centenares de miles de años" de evolución, si los comparamos con los cambios con respecto a los chimpancés.

Por tanto, si "lo que nos hace humanos" está en los cambios genéticos que han ocurrido desde que divergimos de nuestros parientes más próximos (chimpancés), entonces la conclusión es que la mayor parte (o la inmensa mayoría) de los cambios que nos hace humanos los compartimos con los Neandertales.

Lo propio de la humanidad actual

Por otra parte, hay una parte del genoma humano "moderno" que muestra mutaciones exclusivas, y que por tanto diverge del ADN neandertal.

En esas mutaciones, en principio, podría encontrarse lo que nos caracteriza y diferencia de las poblaciones neandertales. Por supuesto, no todas las mutaciones son relevantes, por lo que los autores del trabajo de 2010 (Green et al.) se centraron en las partes del genoma que consideramos más vinculadas a la selección natural: Las que, cuando mutan "espontáneamente", producen graves problemas a los individuos, haciendo peligrar su supervivencia y reproducción.
       
Esas partes se caracterizan por ser muy similares en todos los humanos actuales (por lo explicado arriba) y al compararlas con los Neandertales, se detectaron cambios en cinco regiones:
  • En la primera de ellas, las mutaciones “espontáneas” modernas causan enfermedades como la diabetes, por lo que se piensa que influye en el consumo energético. Así, los cambios respecto al Neandertal podrían apuntar a diferentes configuraciones en la metabolización de alimentos y el consumo de energía.
  • Otras tres regiones, en el caso moderno, se caracterizan porque sus mutaciones “espontáneas” están relacionadas con enfermedades cognitivas. En estos casos, se apunta que podría haberse dado una selección natural del rasgos útiles de tipo cognitivo.  
  • Y por último, hay otra región en la que, cuando hay mutaciones “perjudiciales” modernas, se dan cambios importantes de la estructura craneal y de la caja torácica. De eso deducen que el cambio respecto a la secuencia neandertal podría tener que ver con las importantes diferencias entre su esqueleto y el moderno. 
Valoración y alguna propuesta

Una nota importante que no hay que olvidar, sobre estas regiones y cambios genéticos, es que las asociaciones de genes y función son aún bastante especulativas (con mayor o menor seguridad según el caso concreto); y que una diferencia es exactamente eso: no significa necesariamente inferioridad o incapacidad de unos o de otros. 

Y por otro lado, algo fundamental en mi opinión es tener claro que la inferioridad o superioridad de un rasgo sólo puede juzgarse en términos de escenarios competitivos entre dos poblaciones. Y esos escenarios han de situarse, por definición, en unas circunstancias concretas. Quiero decir que, lo que en determinadas circunstancias puede ser una ventaja, si cambia el contexto puede convertirse rápidamente en una desventaja

Creo que la reflexión del párrafo anterior permite plantear una recomendación o propuesta, que implica necesariamente la colaboración de genetistas, paleoantropólogos y arqueólogos. Dicha propuesta podría enunciarse así: 
  • Es necesario seguir estudiando las diferencias genéticas estructurales entre neandertales, humanos actuales, otros grupos humanos del pasado (por ejemplo del paleolítico, del neolítico, etc), y las especies de referencia como el chimpancé, para entender nuestra historia evolutiva.
  • Pero no tendría sentido considerar que las ventajas o desventajas adaptativas que derivan de los cambios genéticos son universales o absolutas, "esencialistas". Al contrario, deben juzgarse en relación a las circunstancias de los diferentes escenarios históricos y evolutivos.
¿Y la cultura? Es importante e interactúa con la genética... para complicarlo todo un poco más

Como nota final, me gustaría mencionar también que no todo lo que afecta o afectó a las poblaciones del pasado ha de tener necesariamente un correlato genético directo. En concreto, estoy pensando en la cultura humana (incluyendo la cultura de los Neandertales), que es una herramienta muy poderosa, y además tiene una enorme variabilidad. 

Cuando se incluye la cultura en la ecuación, todo cambia: es perfectamente posible pensar que dos grupos genéticamente indiferenciables (en la escala más general, se entiende) puedan tener formas culturales dispares, que les lleven a tener relaciones (con el medio, entre ellos y con otros grupos) que  por completo distintas. Y esas relaciones diferenciadas pueden derivar en desarrollos históricos singulares, sin que, en principio, haya influido la genética en los mismos. 

O al revés, también es posible que grupos con notables disparidades genéticas muestren aspectos culturales similares o prácticamente idénticos, que devengan en notables paralelismos históricos.

A la pregunta de cómo sería un Neandertal hoy, mi respuesta es: Si tuviera nuestra cultura, sería como nosotros (Imagen: Neanderthal Museum/H. Neumann). 

Y, todo ello se complica si extendemos la perspectiva  al "tiempo largo", y nos damos cuenta de que la cultura ha podido influir en la historia evolutiva de los grupos humanos, desde momentos muy tempranos. Y al revés, que la cultura humana requiere, para su nacimiento y desarrollo, de unos rasgos innatos. Y esos rasgos aparecieron, en primer lugar, como consecuencia de las presiones selectivas que actuaron sobre nuestro ADN.  

Lo dejo en este punto, con estos temas tan abiertos para la reflexión y comentario de los lectores.

Sigue leyendo esta serie de posts.

Referencias bibliográficas

Calcagno, J. M. y Fuentes, A. (2012): "What makes us human? Answers from evolutionary anthropology", Evolutionary anthropology, v. 21, nº 5, pp. 182-194.


Green, R. E., Krause, J.,  Briggs, A. W.,  Maricic, T., Stenzel, U., Kircher, M., Patterson, N. Li, H., Zhai, W., Hsi-Yang Fritz, M., F. Hansen, N., Y. Durand, E., Malaspinas, A-S., Jensen, J. D., Marques-Bonet, T., Alkan, C., Prüfer, K., Meyer, M., A. Burbano, H., M. Good, J., Schultz, R., Aximu-Petri, A., Butthof, A., Höber, B., Höffner, B., Siegemund, M., Weihmann, A., Nusbaum, C., Lander, E. S., Russ, C., Novod, N., Affourtit, J., Egholm, M., Verna, C., Rudan, P., Brajkovic, D., Kucan, Z., Gusic, I., Doronichev, V. B., Golovanova, L. V., Lalueza-Fox, C., de la Rasilla, M., Fortea, J., Rosas, A., Schmitz, R. W., Johnson, P. L. F., Eichler, E. E., Falush, D. Birney, E., Mullikin, J. C., Slatkin, M., Nielsen, R. Kelso, J., Lachmann, M., Reich, D. y Pääbo, S. (2010): "A Draft Sequence of the Neandertal Genome". Science 328 (5979), 710.


Pollard, K. S., Salama, S. R., King, B., Kern, A. D., Dreszer. T., Katzman, S., Siepel, A., Pedersen, J. S., Bejerano, G., Baertsch, R., Rosenbloom, K. R., Kent, J. y Haussler, D. (2006): "Forces shaping the fastest evolving regions in the
human genome", PLoS Genetics, v. 2, nº 10.

jueves, 15 de noviembre de 2012

¿Qué nos hace humanos? ¿Y a los Neandertales? (II)

                 
Como anunciaba en la entrada anterior, con este post comienzo las revisiones de los diez ensayos publicados en Evolutionary Anthropology que tratan de responder a la pregunta planteada por J. M. Calcagno y A. Fuentes, ¿qué nos hace humanos?

El primero de esos mini-ensayos es obra de M. Cartmill y K. Brown, y tiene un título de trabalenguas: "Being Human Means that "Being Human" Means Whatever We Say it Means". Lo que, traducido, viene a ser lo siguiente:

Ser humano significa que "ser humano" significa lo que nosotros digamos que significa. 

En su propuesta, estos investigadores comienzan comentando brevemente algunas de las posibles respuestas a la pregunta de ¿qué nos hace humanos? Una primera y obvia sería enumerar los rasgos morfológicos que nos permiten distinguirnos como humanos desde la taxonomía. En ese sentido, seríamos bípedos con manos delicadas, grandes cerebros, caras cortas, etc.

A continuación explican que hay otras dos respuestas muy habituales sobre lo que distingue a los humanos: el uso de un lenguaje articulado, muy complejo y elaborado, y la pro-sociabilidad: una cualidad innata o tendencia a aprender en la infancia a "ser social", y también a dejar de lado el egoísmo individual en beneficio de los demás, y en último término del grupo o comunidad.

Brown y Cartmill creen que estas cuestiones (lenguaje, pro-sociabilidad) son más relevantes que las primeras (los rasgos físicos que enumeramos antes), pero también proponen un nivel más de explicación. Según ellos, puede haber dos rasgos que serían mas elementales, y de adquisición más temprana en términos evolutivos. Esos rasgos son según ellos la base sobre la que se producen las posteriores adaptaciones, que dan lugar al lenguaje humano y a la pro-sociabilidad.  

Dichos rasgos más elementales serían la imitación pre-verbal, y la capacidad para ver las cosas desde la perspectiva de los otros.

La imitación pre-verbal para los autores es un rasgo que los humanos tienen muy "exagerado", incluso comparado con otros primates, y tiene su origen en la imitación por pares entre madre y cría. Ese mecanismo tan simple pondría los cimientos del aprendizaje social de los seres humanos, y sería la razón básica de la homogeneidad cultural y de la existencia de las normas sociales.

La imitación, denostada en el mundo artístico y comercial, estaría en las raíces de lo humano. 

En cuanto a "ver las cosas desde la perspectiva ajena", se refiere como es obvio a ponerse en el lugar de los demás, pero tanto desde un punto de vista emocional como puramente táctico-cognitivo (por ejemplo, pensar en qué está pensando otra persona, y cómo va a actuar, para anticiparse). Ese rasgo sería también propiamente humano, o al menos muy exacerbado en nuestra especie, en comparación con otros primates y otros animales en general.

En la película Blade Runner (1982) los "replicantes" muestran su humanidad poniéndose en el lugar de otros.

Por último, los autores hacen una rápida referencia a las adaptaciones recientes de la especie humana, que han supuesto la multiplicación de su biomasa y de su impacto ecológico. En ese sentido, hablan de co-evolución con especies vegetales y animales (nuestros "simbiontes domesticados"), y consideran que sin ellos, el ser humano sería aún un curioso primate cazador, escaso en número.

¿Y los Neandertales?

A la hora de preguntarnos si las respuestas de Brown y Cartmill son aplicables a las poblaciones neandertales, lo cierto es que podríamos decir sin temor a equivocarnos que: en gran medida o casi por completo. 

Esto se debe (y será una constante en la mayoría de los siguientes ensayos) a que los autores se retrotraen a los aspectos más determinantes, y más tempranos en términos evolutivos, para responder a la pregunta de ¿qué nos hace humanos? Por ello, al hablar de la imitación pre-verbal y del "ponerse en el lugar del otro o la otra", están presentando rasgos y tendencias que debían de estar presentes en los primeros Homo africanos, de hace más de 1 millón de años, y que por tanto son comunes a Homo sapiens, Homo neanderthalensis, y cualquier otra especie humana que haya vivido en el planeta.

Otra posibilidad es preguntarnos si esos rasgos, tanto los más primitivos (imitación pre-verbal, ponerse en el lugar ajeno) como los desarrollos posteriores (pro-sociabilidad, lenguaje "complejo") estuvieron tan desarrollados entre las poblaciones humanas neandertales como entre los humanos actuales, de la especie Homo sapiens. 

Mi respuesta, a la luz de los conocimientos actuales, y dentro de las obvias limitaciones del registro paleoantropológico, génético y arqueológico, es que esos rasgos que Cartmill y Brown consideran definitorios de "lo humano", estaban desarrollados a un nivel muy similar, o al mismo nivel, entre los Neandertales.  

La complejidad del lenguaje de los Neandertales ha sido largamente discutida, pero creo que hoy no hay argumentos anatómicos o genéticos de peso para sugerir o proponer que estos humanos fueran incapaces de hablar.

Ademas, estudios recientes (Martínez et al. 2012) sugieren que, de hecho, los antepasados de las poblaciones neandertales (Homo heidelbergensis) disponían de una anatomía fonadora y auditiva muy compleja. Eso implica que eran capaces de ir mucho más allá del abanico restringido de "llamadas" de otros primates, y que utilizaban los sonidos propios de un lenguaje articulado, como los humanos modernos.

Los Neandertales, por tanto, eran capaces de usar un lenguaje articulado, desde un punto de vista físicoPero también tenían el equipamiento necesario desde el punto de vista cognitivo.

En ese sentido, hay numerosas evidencias indirectas de las capacidades lingüísticas neandertales: Desde las capacidades tecnológicas avanzadas (talla lítica de gran complejidad, fabricación de útiles compuestos, uso tecnológico del fuego), hasta los numerosos ejemplos de comportamiento simbólico y/o social-representativo (enterramientos, adornos y decoración personal o representaciones abstractas en soportes materiales), pasando por el hecho de la transmisión inter-generacional de todas esas capacidades.

Por otro lado, para la cuestión de la pro-sociabilidad se han propuesto algunas incapacidades (Burke 2012) entre los Neandertales: dificultades para formar redes sociales amplias, ausencia de etnicidades muy marcadas, etc. Aquí puede haber algo de verdadero interés. Aunque también se ha dicho exactamente lo contrario (Hayden 2012): Que las sociedades neandertales no son cualitativamente distintas de otros cazadores-recolectores.

Hayden (2012) muestra que la distribución de hogares y zonas dormitorio en Abric Romaní tiene la misma estructura que los campamentos de cazadores recolectores etnográficos (a partir de la figura original de Valverdú et al. 2010)

En todo caso, si que es posible observar alguna diferencias, sobre todo de matiz, entre las poblaciones neandertales y las de los Humanos Anatómicamente Modernos que remplazan en Eurasia a las primeras, a partir de hace unos 50.000 años.

Y, por otro lado, parece bastante claro que en el Paleolítico superior, en concreto en su parte final (entre hace 25.000 y 15.000 años), aparecen poco a poco toda una serie de elementos de complejidad creciente, en lo social y lo demográfico, que no estuvieron tan presentes a lo largo de las decenas de miles de años de historia de los Neandertales.  

No obstante, sería un grave error dar por supuesto que esas diferencias sólo se pueden explicar como incapacidades innatas -en el sentido, por ejemplo, de una menor tendencia biológica al aprendizaje pro-social en la infancia.

Hay que tener en cuenta que esas diferencias en el registro, y los cambios del Paleolítico superior, pueden explicarse también como un desarrollo histórico de esas sociedades humanas.

Si trasladamos ese "pre-juicio apriorístico" contra los Neandertales al ámbito actual es como decir que los indígenas del Amazonas tienen menos capacidad "pro-social" que los humanos occidentales post-industriales, porque estos últimos han desarrollado sociedades y demografías mucho más "densas".

Esa afirmación es obviamente una barbaridad, y (por si alguien lo duda) la antropología, etnografía, sociología, etc, de esos pueblos permiten asegurar que no hay carencias significativas en sus capacidades pro-sociales innatas o aprendidas en la infancia.

Por tanto, y volviendo a los Neandertales, se puede apunta una idea para el futuro: una estrategia efectiva sería el buscar, de manera paralela a las explicaciones biológico-adaptativas, otras explicaciones histórico-sociales. Así, podrían ser comparadas, y se podría juzgar cuales encajan mejor con los cambios y diferencias que se perciben en el registro. Y esto podría servir para entender y explicar mejor la desaparición de las poblaciones de Homo neanderthalensis.

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Referencias bibliográficas

Burke, A. (2012): "Spatial abilities, cognition and the pattern of Neanderthal and modern human dispersals", Quaternary International, v. 247, nº 9, pp. 230-235.

Hayden, B. (2012): "Neandertal Social Structure?", Oxford Journal of Archaeology, v. 31, nº 1, pp. 1-26.

Martínez, I., Rosa, M., Quam, Jarabo, P., Lorenzo, C., Bonmatí, A., Gómez-Olivencia, A., Gracia, A. y Arsuaga, J. L. (2012): "Communicative capacities in Middle Pleistocene humans from the Sierra de Atapuerca in Spain", Quaternary International, en línea desde 10 de Julio de 2012.

Vallverdú, J., Vaquero, M., Cáceres, I., Allué, E., Rosell, J., Saladié, P., Chacón, G., Ollé, A., Canals, A., Sala, R., Courty, M.A. y Carbonell, E. (2010): "Sleeping activity area within the site structure of Archaic human groups", Current Anthropology, nº 51, pp. 137-145.

martes, 13 de noviembre de 2012

¿Qué nos hace humanos? ¿Y a los Neandertales? (I)

ResearchBlogging.org
    
Introducción

Con esta entrada quiero presentar una nueva serie de notas, en la que trataré de abordar las cuestiones reflejadas en el título de la misma, desde una perspectiva muy concreta: la que esboza una serie de ensayos publicados en Evolutionary Anthropology.

Hace unas semanas, A.Vila Mitjà (Profesora de Investigación del CSIC) me hizo llegar ese trabajo, una colección de ensayos o artículos breves sobre lo definitorio de la especie humana, con respuestas dadas desde el campo de la antropología evolutiva.

¿De qué se trata?

La idea parte de los investigadores J. M. Calcagno y A. Fuentes. Estos antropólogos afirman que, para la pregunta ¿qué nos hace humanos? hay una falta de respuestas comunes, o al menos consensuadas, entre los especialistas en antropología y evolución.

Para esos autores, la ausencia de respuestas estructuradas es un problema real, porque la pregunta es muy relevante en el ámbito académico (para los estudiantes), y social (para el público en general). Por ese motivo convencieron a un total de trece investigadores e investigadoras de primera línea, para escribir un total de diez ensayos breves (algunos son individuales, y otros los escriben entre dos autores). Cada ensayo debía considerar y en la medida de lo posible responder a la cuestión de ¿qué nos hace humanos?


Referencia extremadamente "geek" para ilustrar la pregunta ¿qué nos hace humanos? 

Condiciones y parámetros de la propuesta

Los investigadores e investigadoras seleccionados no sabían quienes escribían los otros ensayos. De ese modo se evitaba que anticipasen y respondiesen a las visiones de los demás, y podían centrarse en sus propias propuestas. Los trabajos debían tener menos de 800 palabras. Por lo demás, se les dio completa libertad sobre como hacerlo.

J. M. Calcagno y A. Fuentes se reservaron un ensayo final en el que recopilaron las respuestas de los investigadores, resumiéndolas, y buscando los elementos comunes más relevantes. La idea, en ese punto, era la de encontrar los aspectos que todos o la mayor parte de los investigadores consideraban más importantes, a la hora de responder a la pregunta de ¿qué nos hace humanos?.

El resultado de este "experimento" es francamente notable, con diez ensayos (y la reflexión final) que tienen diferentes niveles de argumentación y profundidad,  pero siempre dejan el listón muy alto en ambos sentidos.

Implicaciones neandertales

Como es lógico, además del valor intrínseco de los trabajos, mis propios intereses de investigación me ha hecho ver esta colección de ensayos como una excelente oportunidad de ampliar la cuestión y preguntarnos ¿qué hace humanos a los Neandertales?, utilizando para ello la excelente colección de propuestas de los autores.

Y además me da la oportunidad de comenzar una nueva serie de posts que amplíe el alcance y los contenidos del blog. Se mire como se mire, un "Win-Win Scenario".

Por tanto, en sucesivas entradas iré presentando y resumiendo cada uno de los ensayos, y los comentaré también en clave neandertal. La idea es reflexionar sobre cuestiones como estas:
  1. De qué forma y en qué medida "lo que nos hace humanos" es de aplicación para las poblaciones neandertales.
  2. Qué grado de conocimiento tenemos, o podemos adquirir, sobre esos aspectos que "hacen humanos" a los Neandertales, desde el registro arqueológico, paleoantropológico y genético.
Sin más, concluyo este post esperando comenzar pronto con el primero de los ensayos, el de M. Cartmill y K. Brown, titulado "Being Human Means that "Being Human" Means Whatever We Say it Means". 

Y cómo coda o nota final, recomendar por supuesto la lectura de la colección original de ensayos, a todos los interesados en paleoantropología y evolución humana.

Referencia de Research Blogging

Calcagno JM, & Fuentes A (2012). What makes us human? Answers from evolutionary anthropology. Evolutionary anthropology, 21 (5), 182-94 PMID: 23074064

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jueves, 8 de noviembre de 2012

La accidentada historia de la conferencia sobre los "hobbits"

       
Un tema interesante, y unos hechos un poco lamentables

He decidido hacer una excepción  a mis habituales posts sobre los modos de vida y la cultura de los Neandertales, para exponer y comentar aquí una noticia que me parece curiosa y bastante lamentable. Se trata de lo siguiente:

Brent Alloway, profesor de la Universidad de Victoria en Wellington, Nueva Zelanda, iba a dar una charla sobre el Homo floresiensis. Como la mayoría sabréis, esta especie humana extinta, que revolucionó nuestro conocimiento de la evolución del género Homo, ha sido apodado, familiarmente, "Hobbit", tanto por la prensa, como por la comunidad científica y el público en general (al menos el sector aficionado a temas de antropología).

A returning Hobbit hunter. Peter Schouten.

Una curiosa coincidencia de fantasía y ciencia

Ese nombre se debe a la asombrosa coincidencia (en tamaño y altura típica) del mencionado Homo floresiensis con unos hombrecillos de ficción, los "hobbits", imaginados por el Profesor John Ronald Reuel Tolkien, y retratados en sus dos obras "El Hobbit" y "El Señor de los Anillos", así como mencionados también en varias obras póstumas de J. R. R. Tolkien, publicadas por sus herederos (entre las que destaca "El Silmarillion").

La cuestión de los herederos nos llevará de nuevo al Homo floresiensis y a Brent Alloway, pero un poco más de paciencia por favor.

Resulta que las obras de Tolkien han tenido un éxito absoluto y, en mi opinión, muy merecido por su enorme calidad y profundidad, siendo re-editadas una y otra vez desde mediados del S. XX hasta nuestros días. Así, han permeado por completo toda la literatura fantástica y todo el mundo de la ficción y el entretenimiento en general (cine, televisión, cómic, juegos de mesa y de rol, videojuegos y un largo etcétera...).

Derechos, explotación y copyrigths

Hoy en día, y sobre todo tras las adaptaciones al cine realizadas por Peter Jackson de "El Señor de los Anillos", y las que prepara de "El Hobbit", existe un amplio y complejo entramado de derechos cedidos y no cedidos, y sobre todo de intereses económicos en torno a la explotación de la fantasía "tolkieniana".

En el centro de esos intereses está la organización legal Tolkien Estate, que controla y gestiona el patrimonio de J. R. R. Tolkien, sobre todo los asuntos de derechos de autor y copyright. Los herederos directos de Tolkien (hijo, nieto) son, por así decirlo, las cabezas visibles de esa organización.

Sin embargo, los derechos para la explotación en cine y televisión y otros medios de ciertos elementos de la obra de Tolkien (básicamente, "El Señor de los Anillos" y "El Hobbit") han sido cedidos a la empresa Zaentz Company/Middle-earth Enterprises.

Ahora, y gracias por vuestra paciencia, volvemos al homínido de Flores y a la Universidad de Victoria. Resulta que ese profesor, Brent Alloway, había organizado esa charla que mencionaba antes: un evento (público y gratuito) de difusión del trabajo científico en torno al Homo floresiensis, de manera que coincidía, más o menos, con el estreno de la primera película de la adaptación al cine de "El Hobbit". Por esos motivos había propuesto el título "El Otro Hobbit" para su charla.

Reconstrucción de la mujer H. floresiensis LB1. Elisabeth Daynès.

En ese punto, como muestra de cortesía, Brent Alloway escribió a los depositarios de los derechos de autor para informarles del título de su charla, pero la respuesta que recibió fue de la firma de abogados A. J. Park de Wellington, en nombre de Middle-earth Enterprises. En la misiva se le informaba de que no permitían el uso de la palabra "hobbit" en el título y que debía cambiarlo. Y en concreto:

"...it is not possible for our client to allow generic use of the trade mark HOBBIT."

Es decir, que no se permitía el uso "genérico" de la marca registrada "Hobbit". Por ese motivo el Profesor Alloway, admitiendo no estar familiarizado con el tema de las marcas registradas y los derechos de autor, decidió cambiar el título de la conferencia. El nuevo título es "Una nueva especie de Gente Pequeña descubierta, desentrañando la leyenda tras el Homo floresiensis".


Hobbit head. John Gurche.

Llegados a este punto, ya la cosa parece bastante absurda: Una empresa impone un bloqueo al título de una conferencia de divulgación científica, hecha sin ánimo de lucro. Y el bloqueo recae además sobre un término extensamente aceptado y utilizado en el lenguaje común, y en el de los medios de comunicación, como apodo de una especie humana extinta. Y su "lógica" es que se trata de una marca registrada.

En mi opinión, y aunque tuvieran estrictamente razón y Hobbit sólo pudiera ser una marca registrada (y no por ejemplo, una palabra de uso común, o un término de la lengua inglesa anterior a Tolkien), me parece que prohibir su uso en un acto de esas características es una soberana tontería. Sólo perjudica a la marca, y en último término a la reputación y la imagen de las organizaciones involucradas, tanto Zaentz Company/Middle-earth Enterprises como Tolkien Estate.

Pero es que resulta que, muy probablemente, ni siquiera tengan razón en la parte del copyright y la marca registrada.

Es cierto que Tolkien dijo en varias ocasiones que él había imaginado la palabra "hobbit" para el personaje central de su  novela del mismo nombre. Y es cierto también que, en fechas posteriores, creó incluso una etimología ficticia para el término dentro de su mundo de ficciónhol-bytla "hole builder" (es decir, constructor de agujeros).

No obstante, el mismo Tolkien sospechaba al final de su vida que, de alguna forma, el nombre en sí podía haberlo leído en algún sitio. Así lo comunicó a los responsables del Diccionario Oxford de inglés, y eso queda mucho después (diciembre de 2003) reflejado en el Boletín de dicho Diccionario:

"4. hobbit — J. R. R. Tolkien modestly claimed not to have coined this word, although the Supplement to the OED credited him with the invention of it in the absence of further evidence. It seems, however, that Tolkien was right to be cautious. It has since turned up in one of those 19th-century folklore journals, in a list of long-forgotten words for fairy-folk or little people. It seems likely that Tolkien, with his interest in folklore, read this and subconsciously registered the name, reviving it many years later in his most famous character. [Editor's note: although revision of the OED's entry for hobbit will of course take this evidence for earlier use into account, it does not yet appear in the online version of the entry.]"

En concreto, hay una obra del S. XIX donde aparece claramente la palabra "hobbit", para referirse a un tipo de hada en un largo listado de dichos seres imaginarios. Se trata de los "Denham Tracts" recopilados por Michael Aislabie Denham entre 1846 y 1859.

Denham Tracts, reimpresión de 1892

Este origen anterior y probable inspiración inconsciente (*) de Tolkien hace menos legítimos todavía la falta de tacto y el "copyright bulling" perpetrado por Zaentz Company/Middle-earth Enterprises sobre la charla de Alloway. Al menos, esa es mi opinión.

(*) - A poco que se conozca su obra y trayectoria vital, literaria, y como académico filólogo resulta obvio que el Profesor J. R. R. Tolkien jamás habría ocultado el verdadero origen del nombre.

Otras fuentes: Son recomendables las notas de John Hawks y de Martin Cagliani en sus respectivos blogs, sobre este tema, que me han servido de base e inspiración para este post.  También este artículo de prensa de The Guardian.

lunes, 22 de octubre de 2012

De aves, plumas, adornos y Neandertales gibraltareños

ResearchBlogging.org

Como anuncia el título de la entrada y los lectores habituales del blog habrán deducido ya, lo que viene a continuación es una revisión del reciente trabajo de C. Finlayson et al. sobre la obtención e hipotético uso de plumas como adorno por parte de los Neandertales. Se trata de éste trabajo:

"Birds of a feather: Neanderthal Exploitation of Raptors and Corvids" PLOS one 7-9, 2012.

Que, además, es un artículo de libre acceso (Open Access) lo cual es muy de agradecer.

Un esbozo general para situarse 

Los trece autores de este trabajo de Finlayson et al. presentan una serie de estudios (análisis estadísticos, tafonómicos, paleontológicos  y arqueozoológicos) y de razonamientos que les permiten afirmar lo siguiente:

"From a multi-scale approach, we show that strong positive relationships exist between Neanderthal-raptor and corvid. On the other hand, we confirm, using taphonomic data from three sites in Gibraltar (Gorham's, Vanguard and Ibex Caves), that the relationship involves active processing of raptors and corvids by Neanderthals for the purpose of wing feather removal. The temporal and geographical extent of the connection, along with the direct taphonomic evidence, establishes that Neanderthals systematically targeted these birds for purposes other than food."

Lo que, a grosso modo, viene a decir que han encontrado una relación entre la presencia de cuervos y rapaces por un lado, y de Neandertales, por otro, en los yacimientos. Y que además que los Neandertales procesaron las carcasas de esas aves para extraer las plumas de las alas, y no para alimentarse de ellas (al menos, no como motivo principal).

Los datos y los resultados 

Los investigadores comienzan su análisis a partir de una base de datos de 1699 sitios del Pleistoceno. Se trata de yacimientos de tipo arqueológico o paleontológico (es decir, estos últimos sólo con restos de animales) en los que han aparecido restos fósiles de aves.

Al analizar esa base de datos, se dan cuenta de que hay una correlación muy fuerte entre la cantidad y variedad de córvidos y rapaces y el tipo de yacimiento. En concreto, que en los sitios del Paleolítico medio y superior, y sobre todo en los de Paleolítico medio, la presencia de estos tipos de aves es más abundante y variada en cuanto a especies.  Incidentalmente, parece que además las especies de córvidos y rapaces más representadas tienen en su mayor parte las plumas de las alas de color negro.

Los datos también parecen señalar que la asociación se basa en dos grandes grupos de aves, que aparecen asociadas sistemáticamente a las ocupaciones humanas: el primero es el de las aves que carroñean los restos de animales, y el segundo el de aves que viven en medios rocosos y forman colonias. La relación, por tanto, y como afirman los autores, tiene una fuerte "señal ecológica" (se explica por la ecología de unas y otras especies).

Por otra parte, una cosa es documentar la asociación en los yacimientos de Neandertales y esas aves, y otra saber si hubo una captación y uso de las mismas, es decir si fueron cazadas por algún motivo. Para responder a eso, el análisis pasa a un nivel tafonómico y arqueozoológico, y se estudian los huesos de ave de los tres yacimientos clásicos de Neandertales de Gibraltar: Gorham's Cave, Vanguard Cave e Ibex Cave.
  
Los resultados de ese segundo nivel de estudio son coherentes entre los tres sitios y entre niveles dentro del mismo sitio: Señalan que los córvidos y rapaces fueron procesados por los Neandertales y que estos se centraron en extraer las plumas de las alas (usando herramientas de piedra afiladas), mientras que las evidencias de consumo alimenticio son muy secundarias.  

Marcas documentadas en el trabajo de Finlayson et al. (2012)

Por último, los investigadores se preguntan si se puede establecer una pauta más general, más allá de las cuevas de Gibraltar, para ese "comportamiento Neandertal" (el procesar córvidos y rapaces para obtener plumas, y no para obtener alimento). Su respuesta provisional sería afirmativa. Para ello, recuperan los trabajos de otros investigadores sobre Riparo Fumane (revisado en este mismo blog) y sobre Combre-Grenal y Les Fieux. Con estas evidencias, y un mapa que proponen con yacimientos arqueológicos y paleontológicos, concluyen que la obtención y uso de las plumas de ciertas aves sería un comportamiento generalizado entre las poblaciones neandertales del tramo final del Pleistoceno.    

Ilustración de M. Cutrona. Quando Neandertal aveva le penne, National Geographic Italia. 

A partir de esa constatación, y basándose fundamentalmente en paralelismos etnográficos y etnoarqueológicos, los autores proponen como explicación a la obtención de las plumas de córvidos y rapaces un uso simbólico de las mismas: Es decir, que serían usadas a modo de elementos de adorno corporal. 

Un poco de crítica y algunas ideas 

Dentro de que el trabajo es excelente en términos de planteamiento de investigación, metodología y resultados, hay varios aspectos que pueden matizarse o criticarse, cuestión que abordo como siempre con ánimo constructivo.

Lo primero que me parece "menos elegante" es la insistencia en señalar que los anteriores trabajos sobre el mismo tema sólo contaron con muestras muy limitadas, sólo pudieron documentar comportamientos que no pueden considerarse regulares o sistemáticos, etc. En concreto esta insistencia parece un poco sangrante en referencia a Riparo Fumane, donde Peresani et al. realmente "levantaron la liebre" respecto a la existencia de este tipo de comportamientos, por parte de las poblaciones neandertales, y donde desarrollaron y utilizaron de manera impecable una metodología de análisis tafonómico y arqueozoológico, y también unos razonamientos de inferencia científica, que son utilizados extensivamente por Finlayson et al. 

Atribuyo esta posible inflación de los méritos del presente trabajo (en perjuicio de otros anteriores) a las presiones, a veces excesivas, que tienen los investigadores de presentar siempre su trabajo como revolucionario, rompedor y pionero, para que sean publicadas con el mayor impacto. No tiene mayor importancia, en realidad, pero me parece necesario señalarlo. 

Además, llama la atención que después de marcar las limitaciones de otros trabajos, cuando se entra a responder la cuestión de si el uso de las plumas es un comportamiento extendido entre los Neandertales del final del Pleistoceno, lo que se hace es recurrir precisamente a citar y mostrar en un mapa la evidencia de Riparo Fumane, Combre Grenal y Les Fieux.  

Otro aspecto que se repite en varios puntos del texto, y que no comparto, es esta idea que aparece ya en el "abstract" o resumen: 

" ...is revolutionary as it assigns unprecedented cognitive abilities to these hominins."

Bueno, por una parte habría que preguntarse porqué recurren al termino "hominins" (que incluye por ejemplo al Paranthropus boisei) y no "humans" que sería más acertado tanto taxonómica como cronológicamente. Pero debates eruditos y de nomenclatura aparte, es más raro que se hable de "unprecedented cognitive abilities" para los Neandertales. La expresión "sin precedentes" no parece para nada correcta: Estan los precedentes chatelperronienses de Grotte du Renne y otros sitios, los uluzzienses de Grotta del Cavallo y otros sitios, los musterienses de Cueva de los Aviones y Cueva Anton, etc. 

Por último, me gustaría llamar a la reflexión sobre la identificación automática entre uso de plumas y comportamiento simbólico. 

Como los lectores habituales del blog saben bien, yo no soy en absoluto sospechoso de "hacer de menos" a las poblaciones neandertales en cuanto a sus capacidades cognitivas y de expresión simbólica. Al contrario, creo que existen evidencias firmes de la capacidad de crear elementos decorativos y simbólicos, sobre todo de adorno personal, entre esas poblaciones humanas del último tramo del Pleistoceno.   

Ahora bien, para este caso específico (el estudio de Finlayson et al.) no considero que se haya probado un uso simbólico de las plumas, y creo que se presupone ese uso, a consta de no entrar a considerar otras posibilidades.

No digo que un uso simbólico no sea posible, o incluso probable, sólo pienso que otros muchos usos posibles de las plumas están atestiguados por la etnografía, la etnoarqueología y la historia de los llamados "pueblos primitivos" actuales y del pasado reciente. Y esos usos no han sido suficientemente considerados. 

Me gustaría mostrar algunos ejemplos. En primer lugar está el uso que se ha dado, en muchas sociedades tradicionales, a las plumas como reclamos de pesca, por ejemplo en las islas de Oceanía: 

Figura en M. Intoh y M. Eda (2008)

El uso de estos reclamos de plumas, que por cierto ha evolucionado en algunas de las técnicas modernas de pesca, se atestigua también entre las sociedades nativas americanas del Noroeste y California. 

Otro posible uso de las plumas relacionado con la pesca es la utilización de las cañas o cálamos como parte de palangres o aparejos de pesca tradicionales, atestiguado entre los Numianut de Alaska (Spearman 2005). 

Un uso bastante conocido de las plumas es su utilización como pinceles, por ejemplo entre los nativos americanos Kiowa de las grandes llanuras, quienes usaban para pintar plumas de águila y halcón.

Y, por último, está una posibilidad a considerar y que ya apunté en un post anterior, y es el uso de las plumas como elementos de estabilización del vuelo en armas de proyectil. Para ese uso particular parece razonable excluir las flechas disparadas con arco y las jabalinas lanzadas con propulsor (que son tecnologías desconocidas en el Paleolítico medio). Eso deja las flechas y dardos arrojados a mano, para lo que hay numerosos ejemplos etnográficos e históricos:

Dardos barit tradicionales de los Kashi 

Flecha de mano ceremonial (fabricada por C. Bitsui, artesano navajo). 
Fuente: Alltribes.com.


Javalina o "flecha de mano" (S. XV). 
Fuente: FireStryker Living History Forum.


"Flecha de mano" o Uchine originaria del Japón feudal. 
Fuente: PaleoPlanet Forums. 

Bibliografia adicional

d’Errico, F., Borgia, V. y Ronchitelli, A. (2012): "Uluzzian bone technology and its implications for the origin of behavioural modernity", Quaternary International, v. 259, nº 9, pp. 59-71.

Intoh, M y Eda, M. (2008): "A Zooarchaeological and Ethnographic Study of Frigatebird Remains from Tobi Island in Micronesia". People and Cutlrue in Oceania nº 24, pp. 67-79.

Morin, E. y Laroulandie, V. (2012): "Presumed Symbolic Use of Diurnal Raptors by Neanderthals" PLOS one v. 7 nº 3: e32856. 

Peresani, M., Fiore, I., Gala, M., Romandini, M. y Tagliacozzo, A. (2011): "Late Neandertals and the intentional removal of feathers as evidenced from bird bone taphonomy at Fumane Cave 44 ky B.P., Italy" PNAS published ahead of print February 22, 2011.

Spearman, G. (2005): Into the Headwaters: A Nunamuit Ethnography of Fishing. Final Report for FIS.

Zilhao, J. (2007): "The Emergence of Ornaments and Art: An Archaeological Perspective on the Origins of “Behavioral Modernity”" Journal of Archaeological Research v. 15 nº 1, pp. 1-54.

Zilhão, J., Angelucci, D. E., Badal-García, E., d’Errico, F., Daniel, F., Dayet, L., Douka, K., Higham, T. F. G., Martínez-Sánchez, M. J., Montes-Bernárdez, R., Murcia-Mascarós, S., Pérez-Sirvent, C., Roldán-García, C., Vanhaeren, M., Villaverde, V., Wood, R., y Zapata, J. (2010): "Symbolic use of marine shells and mineral pigments by Iberian Neandertals" PNAS published ahead of print January 11, 2010.

Referencia de Research Blogging

Finlayson C, Brown K, Blasco R, Rosell J, Negro JJ, Bortolotti GR, Finlayson G, Sánchez Marco A, Giles Pacheco F, Rodríguez Vidal J, Carrión JS, Fa DA, & Rodríguez Llanes JM (2012). Birds of a feather: neanderthal exploitation of raptors and corvids. PloS one, 7 (9) PMID: 23029321