sábado, 27 de marzo de 2010

Neandertales Fin de Siècle: Imagen del Homo Neanderthalensis entre 1880 y 1910

La imagen del Neandertal entre finales del S. XIX y comienzos del XX es un tema fascinante. El Hombre de Neandertal fue clasificado como una especie (Homo neanderthalensis) en los años sesenta del siglo XIX. Al mismo tiempo, en Europa se estaba produciendo el descubrimiento de la antiguedad del hombre, que marca el nacimiento de la Prehistoria y la arqueología prehistórica.

En ese marco, se unen muy diversas ideas y tendencias (no sólo científicas, sino también artísticas e ideológicas) para representar a los antiguos habitantes de Europa. El resultado son una serie de representaciones de Neandertales. Esas obras reflejan, en diversas proporciones, tendencias estéticas, conocimientos anatómicos y etnográficos,  y vocación divulgativa.

En las últimas décadas del S. XIX predomina una imagen humana de los Neandertales. En muchos casos, habría que hablar, con más propiedad, de los habitantes Musterienses de Europa. En efecto,  la asociación directa de Musteriense y Neandertales es un constructo que aún se está gestando.

Aún así, la idea de lo "humano" predomina incluso cuando se representan de manera explícita Neandertales (y a veces se añaden rasgos considerados entonces primitivos o salvajes).


Los dos bustos de la imagen pertenecen a la Colección Ernest Théodore Hamy del Museo del Hombre de París. Se realizaron en la segunda mitad  del siglo XIX.

Se aprecian ciertas diferencias anatómicas, en el toro supraorbital, la nariz o la boca, pero se evidencia la "humanidad" del Neandertal (a la derecha). El autor eligió señalar la sofisticación del tipo Cro-Magnon (a la izquierda) a través de un peinado, una barba y unos mostachos más cuidados, según los estándares de Fin de Siècle.

 
En la Exposición Universal de París de 1889 se expuso esta reconstrucción del Hombre de Neandertal o de Cannstadt. De esos dioramas, llama la atención la representación de rasgos anatómicos faciales distintivos (ceño, nariz, pómulos, barbilla), junto con una anatomía corporal plenamente moderna.

La cultura material de estos Neandertales se presenta como bastante simple, aunque se apuntan elementos (capa y diadema de la mujer) más sofisticados.

  En los últimos años del XIX, el pintor Fernand Cormon diseñó y elaboró la decoración para una renovación del Museo de Historia Natural de Francia. En ese proyecto se incluyeron lienzos de las "edades del hombre". El artista recorre, en dichas obras, los distintos pasos de la humanidad primitiva, tal y cómo se habían modelizado, desde la paleontología, la etnografía y la prehistoria.

Aunque no se identifica como Neandertal, su cuadro Los Comedores de Cangrejos presenta a una pareja de hombre y mujer "primitivos". Están desnudos, y no aparecen asociados a herramientas.

Cormon está reflejando un paso inicial de la humanidad primitiva, pero con una anatomía sorprendentemente moderna (como en el caso anterior). El rostro del varón, eso sí, muestra algunos rasgos asociados con los fósiles de Neandertal, y otros famosos restos en la época (como la falsificación del Hombre de Piltdown)


En 1908 se produce el descubrimiento del esqueleto Neandertal de La-Chapelle-Aux-Saints, tema que hemos tratado en otro post. Ese esqueleto llevó Marcellin Boule a caracterizar al Neandertal como un antropoide simiesco y brutal.

Hoy sabemos que esa imagen es incorrecta: Se dieron por buenas varias deformaciones de los huesos, producto de haber estado miles de años enterrados. Pero sobre todo, no se interpretaron numerosas patologías del esqueleto como tales.

En realidad, se trataba de un anciano impedido, que necesitaba del cuidado de sus semejantes para subsistir. Pero esas afecciones se consideraron rasgos anatómicos de la especie Neandertal.

A partir de esa descripción la  imaginación popular se dispara y los artistas reconstruyen a unos neandertales simiescos, brutales. A veces, simple y llanamente monstruosos.


El pintor e ilustrador Frantizek Kupka es uno de estos autores. Su Habitante de la cueva de la Chapelle-Aux-Saints fue publicado en La Ilustración, en 1909, alcanzando gran notoriedad. Kupka no deja lugar para medias tintas y reproduce con entusiasmo la descripción de Boule.


En el guache sobre cartón Antropoides, Kupka nos muestra, con ironía y sentido del humor (¡y el amor!), esa visión de los "antropoides": los pre-humanos más salvajes y primitivos. El Neandertal ha encontrado su lugar.

La década de los diez termina con esa imagen caricaturesca y errónea del Neandertal bien implantada, que va a pesar mucho en los años posteriores.


Una obra puramente artística (Los Trogloditas, 1909), de Louis Mascré, es difícil de evaluar: Quizás el artista quiso incorporar los nuevos datos (caminaba encorvado, era más simiesco) a su obra, o quizás sólo es una cuestión estética, de la concepción del relieve.

Fuentes: 
  •  L' Homme fossile de La Chapelle-aux-Saints. Marcellin Boule. Paris, Masson, 1911.
  • L'Homme préhistorique. Images et imaginaire. Albert Ducros y Jacqueline Ducros (eds.) Paris, L'Harmattan, 2000. 
  • Venus y Caín, nacimiento y tribulaciones de la Prehistoria en el siglo XIX. Catálogo de Exposición. VV. AA., Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, 2003.   
Enlaces
Créditos Fotográficos: 
  • Bustos de la Colección Ernest Théodore Hamy: D. Ponsard (Museo del Hombre de París).
  • Relieve de Louis Mascré: Museo de Bellas Artes de Tournai. 

    viernes, 26 de marzo de 2010

    Moderación de comentarios



     He habilitado la moderación de comentarios. Sé que puede ser puntualmente frustrante, pero creo que facilitará el debate en el largo recorrido. Muchas gracias a todos los que participáis y disculpad las molestias.

    miércoles, 24 de marzo de 2010

    ADN de Denisova Cave ¿Otro jugador en la partida?

     Los que seguís este blog sabreis que no recojo, por norma general, noticias de prensa. Suelo preferir temas  de menos rabiosa actualidad y más largo recorrido.

    También es cierto que hasta ahora no me había topado con una noticia de esas que pueden hacer historia de verdad. Pues bien, acaba de entrar en mi "arqueo-radar" una noticia que ha hecho saltar todas mis alarmas e incluso se me han erizado los pelillos de la nuca. Mientras la iba desgranando, he tenido esa vertiginosa sensación de que el suelo se abre bajo tus pies.

    He tratado de entresacar los datos científicos de las notas de prensa que empiezan a proliferar sobre el tema. Después he tenido acceso a la nota científica publicada en Nature y a algunos artículos más, lo que me ha permitido completar el post.

    La noticia es de hoy mismo, y es la siguiente (agarrarse a los asientos chic@s): un equipo del Max Plank ha estudiado el ADN mitocondrial de unos restos humanos de la cueva de Denisova, datados entre h. 34.000 y 40.000 años y no son clasificables dentro del rango genético establecido para Neandertales ni para "humanos modernos".

    La muestra  tiene similitudes tanto con nuestro ADN como con los Neandertales; Y a la vez, importantes diferencias con ambos. Según Krause, el homínido "X" estaría al doble de distancia genética de nosotros que el Neandertal (basándose en la secuencia mitocondrial)

    La interpretación preliminar de los autores es que, siguiendo el esquema actual, y comparando con el ADNmt de otros hominoídeos, podría tratarse de otra especie homínida, que vivió en las montañas Altai hace cuarenta mil años (osea, casi "antes de ayer", en términos paleantropológicos).

    Algunos medios se hacen eco de la prudencia del equipo: No están preparados, dicen, para asegurar que se trata de una nueva especie. De hecho el artículo científico de Nature no usa el término especie en ningún momento.

    De todas formas, esa hipotética especie, según su ADNmt,  habría tenido un ancestro común con nosotros (y los neandertales) en una de las primeras oleadas colonizadoras de Eurasia. Se estima una fecha de entre hace unos 800 ka y un millón de años para ese ancestro común a Neandertales, "modernos" y el homínido "X".

    Parece también que el equipo del Max Plank está trabajando ya en el ADN nuclear del fósil, y que eso aportará más datos en "pocos meses" (y, según han declarado, les permitirá afinar la cuestión de cómo estaba emparentado con el Neandertal y el hombre "moderno").

    Los autores del estudio han señalado que este "posible nuevo homínido" habría coexistido, en el ámbito regional (las montañas Altai), tanto con Neandertales como con humanos "modernos".  

    El fósil analizado es el hueso de un dedo meñique perteneciente a un individuo infantil femenino. Es un resto aislado, en el sentido de que no pertenece a un esqueleto del que se pueda estudiar la anatomía. 

    La Cueva de Denisova

    La cavidad está a 600 m. de altitud s.n.m. , en la región de Altai, montanas Baschelakski, a 360 km. de Barnaul . Es, al parecer, la secuencia arqueológica de mayor antiguedad en esa zona de Siberia. Fue excavada por Derevyanko y otros

    Las excavaciones en la cavidad han permitido documentar una secuencia con trece niveles de ocupación pleistocenos, entre h. 125.000 y 30.000 BP. La cronología se ha establecido a partir de fechas TL, con la excepción de los niveles 9 y 11, datados por C14 sobre carbón. La parte que nos interesa de la secuencia se organiza así:

    • Stratum 9, Paleolítico superior, Musteriense y Levallois, ~46,000 (OIS-2)
    • Stratum 11, Paleolítico superior inicial, Musteriense de las Altai, ~29,200-48,650 BP (OIS-3)
    • Strata 20-12, Paleolítico medio tardío, Levallois, ~69,000-155,000 BP
    • Strata 21 and 22, Paleolítico medio inicial, Levallois, Musteriense, ~171,000-182,000 BP (OIS-5)
    Los datos climatológicos esbozan un ambiente de bosque de pinos para los niveles más antiguos, con áreas sin arbolado en mayor altura. En los periodos siguientes el clima fluctúa notablemente, con un pico frío justo antes del último máximo glaciar (en el cual se asienta un paisaje de estepa).


     La estratigrafía de Denisova tiene una discontinuidad entre el nivel 9 y el 11. El contacto entre estos niveles está muy alterado, y su separación es casi imposible de precisar. Eso ha hecho muy dificil atribuir buena parte de los materiales arqueológicos a uno u otro horizonte. 

    La cueva de Denisova le da nombre a una variante del Musteriense de las Altai, que los arqueólogos rusos sitúan al inicio del Paleolítico superior. Los núcleos líticos presentan explotaciones longitudinales paralelas, y también "radiales". Abundan los productos de talla laminares (de tipo Levallois y cierto número de hojas de tipo Paleolítico superior). Hay útiles sobre lámina y también una serie de diversos tipos de raederas.

    En los niveles de P. superior de Denisova se han hallado varios objetos de carácter simbólico: de hueso, defensa de mamut, cáscara de huevo de avestruz (presumiblemente, Struthio asiaticus) y moluscos. Como hallazgo destacado, se encontraron dos fragmentos de un brazalete de piedra verde.  Es la primera "cultura" siberiana que presenta agujas de hueso, y también se recogieron punzones, colgantes y cuentas cilíndricas de hueso.

    El equipo

    El equipo de investigadores que ha estudiado el ADN de la "chica" de Denisova está formado por Johannes Krause, Qiaomei Fu, Bence Viola y Svante Pääbo del Instituto Max Planck; Jeffrey M. Good de la Universidad de Montana; y Michael V. Shunkov y Anatoli P. Derevianko de la Academia de Ciencias de Rusia. 

    Valoración

    Una de las primeras conclusiones preliminares que se me ocurren es que, ahora más que nunca, hay que tratar de contrastar el reloj molecular (que marca la separación entre nosotros y los chimpancés; y se usa para evaluar el significado de la distancia genética entre distintos homínidos). Si se reafirmara la fecha de separación, todas las relaciones entre especies serán más robustas. Pero, si se "mueve" la fecha 1 o 2 millones de años, habrá que repensar las asociaciones  entre las especies homínidas pleistocenas que conocemos. 

    Por otro lado, Krause y Pääbo ya están sugiriendo que habría que empezar a pensar menos en un modelo de "una o dos salidas de África"; y más en un flujo contínuo de poblaciones y herencia genética. Y que habrá que cuestionarse más las asunciones sobre las especies y la interfertilidad. 

    Otra cuestión a tener muy en cuenta: En el artículo de Nature, se señala específicamente que, probablemente, habrá que replantear las visiones de remplazamiento rápido por otras que consideren la coexistencia de varias especies de homínidos durante largo periodos.

    Valoración en blogs científicos de paleoantropología

    John Hawks, siempre rápido, sólo ha tardado un poco más que yo en publicar un post sobre el tema. Ofrece, por supuesto, una impresión mucho más científica del contenido paleoantropológico del hallazgo. Algunas de sus valoraciones más interesantes se refieren a la filogenia: Además del obvio "imput" de conocimiento que supone la información mitocondrial del homínido, Hawks apunta que aproxima (en el tiempo) el momento de divergencia entre Neandertales y "modernos", que podría situarse en torno a hace entre 350.000 y 450.000 años.

    Sobre si es una especie nueva, el investigador remarca que los arboles genéticos derivados de este tipo de análisis (ADN mitocondrial) son de linajes, no de "especies". Poniendo otros mamíferos (chimpancés, mamuts) como ejemplo, argumenta que la diversidad podría ser poblacional, y no marcar la existencia de especies distintas. En ese caso sería un homínido Neandertal. Y los neandertales pasarían a ser una especie geográficamente mucho más diversa de lo que se había pensado hasta ahora.

    Es posible también un escenario de colonización de Europa occidental en el Pleistoceno tardío, realizada por una población Neandertal diferenciada (la que se conocía por los análisis de ADN, hasta ahora).

    Pero hay que recordar que todo es especulación a partir de lo que sugieren datos. Hawks no dice que sean Neandertales, sino que "no deberíamos perder de vista esa posibilidad". También podría ser un descendiente de poblaciones asiáticas de Homo erectus tardíos . De todas formas, apunta a que de momento sólo tenemos el ADN mitocondrial y que hay que esperar. Eso si, no cree que pueda tratarse en ningún caso de un homo "moderno".

    Por último, insiste en la idea de que el descubrimiento apunta a la existencia de un mayor intercambio y flujo genético entre poblaciones, y/o de una complejidad (no sospechada antes) en las colonizaciones del Viejo Mundo.

    El blog The Loom, de Carl Zimmer,  además de recoger diversas opiniones (como la del suizo Excoffier), aporta una explicación bastante accesible del significado de los linajes del ADN mitocondrial. En el post, Zimmer propone que el homínido "X" puede, entre otras hipótesis, representar un linaje dentro de los Neandertales (o incluso los humanos modernos, aunque me parece poco pausible).

    Según Zimmer sería un linaje femenino (por la transmisión del ADNmt) que documentaría la reproducción (que puede ser muy anterior en el tiempo) entre un Neandertal varón, y una mujer de la especie "X", que resultaron ser interfértiles. La descendencia de ambos habría heredado el ADNmt de la madre, creándose así dentro de los Neandertales un linaje mitocondrial de tipo "X" (el modelo sirve también para modernos, pero la interfertilidad parece más improbable). 

    En este escenario, la publicación en unos meses de los análisis del ADN nuclear debería resolver la cuestión. De ser cierta la hipótesis, el ADN nuclear sería el típico de los Neandertales (o, en su caso, de los "modernos"). 

    Fuentes y noticias

    Aquí hay noticias de prensa sobre el tema: EP, ABC, El País, El tiempo(Ecuador), Twincities, RFI, Times of Malta, Straits Times, Cosmiclog, Time, USAToday y theScientist. Y algo de información sobre la Cueva de Denisova en About.com:Archaeology, en la wikipedia, y aquí.

    El artículo científico se publica en Nature y aquí tenéis una nota de prensa de la misma publicación.

    Hobbit version 2.0: the undiscovered hominin, en John Hawk's weblog.

    El periódico de divulgación paleoantropológica en internet, Mundo Neandertal, también tiene un amplio y detallado post sobre el nuevo homínido. También han conversado con Carles Lalueza Fox sobre el tema.

    Sobre la estratigrafía y materiales de Denisova: 

    lunes, 22 de marzo de 2010

    Un estudio rompe-esquemas

    Lawrence G. Straus es un investigador de larga trayectoria sobre el Paleolítico europeo. Le debemos una síntesis del Paleolítico peninsular (Iberia before the Iberians). En ella -siguiendo la línea interpretativa de los años 80- caracterizaba a los Neandertales como homínidos más bien limitados. También reproducía los rasgos que entonces separaban el Paleolítico medio y el superior.

    Sin embargo, Straus no es el tipo de investigador que se queda estancado en un determinado modelo. Sobre todo, cuando la evidencia arqueológica demuestra que ese modelo es insostenible.

    En ese marco, ha publicado recientemente un artículo de síntesis: Has the notion of "transitions" in Paleolithic Prehistory outlived its usefulness? The European record in wider context.
     
    Ese trabajo (de la monografía Sourcebook of Paleolithic Transitions) me parece de lo más certero, ajustado a la realidad y sobre todo, de sentido común.

    Straus tiene una posición teórica de tipo funcionalista; entiende la cultura y el cambio histórico como formas de adaptarse a los cambios medioambientales y demográficos. Aunque no comparto esa visión de fondo, me quito el sombrero ante su artículo y recomiendo vigorosamente su lectura.

    El trabajo explica que la idea de transición entre el Paleolítico medio (PM) y Paleolítico superior (PS) implica, necesariamente, que se trata de dos entidades contrapuestas, y que hay un paso rápido y abrupto entre ambas.

    Frente a esos conceptos, Straus explica cómo el registro arqueológico ha hecho patente que PM y PS son constructos que, en realidad, se caracterizan por una gran variabilidad temporal y espacial.

    Aunque puedan tener cierto valor (cuando se necesita reduccionismo) esos conceptos, junto con la "transición", han sobrevivido a su verdadera utilidad (dar un cierto orden al pasado).

    La arqueología fue muy aficionada a elaborar "listas" de rasgos, que se consideraban propios de uno u otro "constructo". Se citan: industria laminar o de lascas, monotonía vs. variedad de los útiles, materias primas, industrias del hueso y el asta, enterramientos, diferentes modos de subsistencia, uso del fuego y estructuración del espacio doméstico, etc.

    Pero la realidad de la práctica arqueológica (que Straus recoge y explica con bastante detalle), demuestra que esos rasgos:
    • O bien están presentes en ambos "constructos", PM y PS (siendo más generalizados -y no siempre- en el superior )
    • O bien están presentes en el PS, pero no al inicio, sino más bien al final del periodo (y en todo caso, fuera del tiempo de la "transición" y del "PS inicial").
    Otra reflexión importante de Straus toca directamente con los Neandertales: Afirma que la cuestión bio-evolutiva sesga negativamente la investigación en arqueología, cuyo objeto es abordar los cambios culturales.

    No tiene sentido centrar todo el estuerzo arquológico en el tema biológico, porque sabemos que las cuestiones culturales (p.e. los tipos de industrias de piedra) no se pueden identificar con los cambios genéticos (p.e. la desaparición del Neandertal).

    Lo sabemos, entre otras evidencias (Levante, Asia, África), porque en Europa:
    • Los humanos "modernos" más antiguos se datan entre h. 34 y 31 mil años BP.
    • Pero hubo neandertales con tecnología de "paleolítico superior" antes de esa etapa, y también después.
    • Y otros neandertales -o quizás los mismos- usaron  tecnología de "paleolítico medio" antes y después del periodo 34.000-31.000 BP.   

    En resumen, un buen trabajo el de Straus, con base firme en la evidencia. Y sobre todo con un sentido común envidiable, dedicado a señalar las deficiencias, inercias y lugares comunes: tópicos demasiado "establecidos" que frenan el desarrollo de la investigación científica.

    Actualizado: Siguiendo con la lectura de la monografía  Sourcebook of Paleolithic Transitions, he dado con un artículo de Geoffrey A. Clark que incide, desde otra perspectiva, en el mismo asunto. Me encanta la sencillez y fuerza del parrafo inicial:

    "A moment’s reflection will show that the various analytical units commonly used by paleolithic archaeologists in western Eurasia (e.g., Aurignacian, Mousterian) are ‘accidents of history,’ created for the most part by French prehistorians between c. 1880 and c. 1940 in order to solve chronological problems in the years before absolute dating methods had become available."

    ¡Demonios! esos funcionalistas de corte ecológico pueden ser muy elocuentes.

    jueves, 18 de marzo de 2010

    ¿(In) capacidades Lingüísticas Neandertales? Primera parte

    Hoy voy a criticar un trabajo científico: 
    ¿Homo loquens neanderthalensis? En torno a las capacidades simbólicas y lingüísticas del Neandertal. Sergio Balari, Antonio Benitez Burraco, Marta Camps, Víctor M. Longa, Guillermo Lorenzo y Juan Uriagereka. Munibe 56, 2008. Pp. 3-24.

    Este artículo trata de las (in) capacidades linguísticas del hombre de Neandertal. Se estructura en torno a la premisa previa de que los neandertales no pudieron tener un lenguaje articulado, comparable al de los humanos "modernos".


    Tengo que decir que no soy lingüista. Por ello, no podría abordar la cuestión del lenguaje neandertal desde dicho campo. Pero sucede que el artículo apenas tiene reflexiones desde la lingüística o la filología. En realidad, trata evidencias arqueológicas. Por ello, desde la arqueología, puedo cuestionar algunas de sus observaciones y argumentaciones.

    Lo que no abordaré es la evidencia genética citada en el trabajo. Sólo quiero apuntar mi opinión: que -hoy por hoy- la evidencia genética (FOXP2) no permite describir con precisión la capacidad lingüística de los neandertales.

    Entrando en el tema arqueológico: Una de las principales líneas de argumentación de los autores es la cultura funeraria neandertal (aquí hay un post sobre el tema).

    La elección de la evidencia puede parecer contradictoria. Precisamente, los enterramientos prueban un comportamiento complejo, y sugieren una actitud simbólica, y –quizás- ritualizada. En conjunto, parece más una evidencia a favor de la existencia del lenguaje que en contra.


    Pero el artículo tira “por la calle de en medio“: acepta los enterramientos neandertales, pero niega que tengan valor simbólico. Y niega que sea necesario un lenguaje articulado para desarrollar prácticas funerarias. A mi no me parece que eso tenga mucho sentido: Las prácticas funerarias implican unos comportamientos muy difíciles de explicar sin recurrir al lenguaje y al pensamiento complejo.   

    De todas formas, el trabajo no entra a criticar la evidencia material. Tampoco se llega a hacer referencia a registros arqueológicos discutidos por otros autores. Se recurre a argumentos de autoridad. Los autores se mantienen en la cita de opiniones autorizadas, sobre todo, de Mellars.


    Mellars es un gran investigador, pero su modelo de "Modernidad" vs. "Arcaísmo" lleva muchos años en decadencia. Hoy, hasta los autores anglosajones más cercanos a su postura, ya no quieren poner una barrera para distinguir a Neandertales de Modernos (tema que he tocado en el post de la dieta neandertal).

    También se citan algunas afirmaciones de Lalueza-Fox. Este investigador puntero merece todos los respetos, pero no hay que olvidar que estudia ADN antiguo. Su opinión sobre el significado simbólico o cultural de los enterramientos neandertales debe de ser valorada en su justa medida.

    Y de todas formas, por lo que he leído de Lalueza-Fox, me parece que su opinión general sobre las capacidades de los neandertales no es la misma que la manifestada por los autores del artículo.

    También habría que limitar el alcance de otras opiniones citadas. Por ejemplo, los trabajos de Ayala y Cela Conde son grandes síntesis de paleoantropología y evolución. Pero citarlos para "desestimar" la presencia o ausencia de ajuar, en las tumbas Neandertales, no es procedente.


    Es decir, no creo que esos autores hayan realizado una lectura estratigráfica en directo (o a partir de documentación) de una secuencia arqueológica con tumbas neandertales. Y Mellars, citado en ese mismo contexto, bascula en exceso hacia la ausencia de ajuar en las tumbas neandertales.

    Y probablemente tiene razón... en casi todos los casos. Pero el problema con Mellars es que no es muy bueno separando el grano de la paja. Por ejemplo, en varios casos, tanto en Francia, y Bélgica, como en Levante, sí que existe evidencia de que al menos ciertos objetos fueron enterrados junto con el cuerpo. A partir de ahí, las interpretaciones pueden variar (ajuar o pura casualidad), pero los datos son los datos. Eso me lleva al siguiente punto.

    Se dice que los humanos modernos enterrados en Skhul y Qafzeh podrían tener ajuar funerario, pero las tumbas Neandertales no. Eso no es razonable: Considerar que lo presente en esas sepulturas "modernas" es de naturaleza distinta de lo hallado en las sepulturas neandertales, es un doble rasero de manual (es un no-win scenario).


    Un argumento chocante es que, con los “cromañones”, las evidencias funerarias son omnipresentes. Se trata una generalización de veinte mil años de prehistoria que ni siquiera es cierta en su premisa fundamental. Además, los autores utilizan una terminología a abandonar en la literatura científica (el término "cromañón").

    La imagen que da el registro arqueológico es contraria a lo que se deduce del artículo. Las sepulturas neandertales son en realidad la única evidencia de enterramientos (excepto los “modernos arcaicos” de Skhul y Quafzeh en Israel) anteriores al Gravetiense. La sepultura más antigua conocida, probablemente que sea una neandertal de Tabún  (si bien debería re-estudiarse esa secuencia). Y existen decenas de enterramientos neandertales, en diferentes momentos y diferentes regiones.

    Por otro lado, la idea de que con el "hombre moderno" llegan a Europa las tumbas elaboradas es falsa. La fecha propuesta para la presencia del hombre “moderno” en Europa es al menos 10.000 años anterior a sus primeras sepulturas. Se acepta en general que los “modernos” están en Anatolia hacia 50.000 BP, empiezan a aparecer en Europa oriental al menos en 40.000 BP, y llegan hasta el confín occidental h. 35.000 BP.


    Los restos propuestos como humano "moderno" más antiguo de Europa (Pestera cu Oase) carecen de contexto arqueológico y están datados h. 35.000 BP.

    Las evidencias de enterramientos empiezan a aparecer bien entrado el Gravetiense (después de 32.000 BP), con ocurrencias concretas muy espectaculares como Sungir.  La abundancia de sepulturas aumenta progresivamente a lo largo del Paleolítico superior tardío, y se hace común (nunca omnipresente) a partir del Magdaleniense.


    Al final de la argumentación sobre las prácticas funerarias, los autores parecen confundir la práctica del enterramiento, como elemento complejo y simbólico, que requiere de la articulación y transmisión  de conceptos compartidos, con la necesidad de que se "hable" durante el "entierro".

    El trabajo afirma que "resulta tan perfecta y fácilmente imaginable un grupo de humanos acompañando un enterramiento con palabras y gestos rituales como practicándolo en absoluto silencio."  Los autores contestan así a la frase de F. d'Errico: "It is difficult to imagine that a human group could excavate a grave, position the corpse in the pit, and offer funerary goods with no form of verbal exchange”.

    Yo creo que ambas expresiones –sobre todo la primera- caen en una confusión esencial: No diferencian entre las implicaciones cognitivas, conductuales y comunicativas del acto, y el desarrollo del acto en sí  (que efectivamente, puede ser silencioso o no).

    La siguiente línea de argumentación es la presencia o ausencia de pigmentos corporales. En este punto, hay que decir que la evidencia es limitada en el caso de los Neandertales europeos. Hay estudios en curso; la información disponible nos da pruebas de que los Neandertales seleccionaban, modificaban y usaban pigmentos minerales.

    Además, el registro sugiere que en el Musteriense se usaban los ocres para la decoración corporal, pero no está probado. Hay a una selección de minerales y  tonalidades que no es arbitraria, lo que añade significado simbólico a esas prácticas. Hemos tratado el tema aquí.


    Pero el artículo cae en el doble rasero. Por ejemplo, se citan materiales -ocres- de Quafzeh que se han relacionado con comportamiento simbólico y hombres "modernos". Se ponen en relación con los enterramientos de esa cueva. Ahora bien, esos materiales no están asociados a ninguna de las sepulturas humanas.  Y hay poquísima información espacial y estratigráfica de los mismos.

    Volviendo al tema del artículo, en mi opinión los restos de ocre de Quafzeh no son un registro adecuado, ni tienen las cualidades necesarias para aportar "pruebas" de comportamiento simbólico. No presentan elementos simbólicos (como decoraciones), no están relacionados con las sepulturas, y no se ha probado que se utilizaran para la decoración corporal (aunque es posible que así fuera).

    La información que sí relaciona comportamiento simbólico y ocres son los bloques grabados de Blombo's Cave (Sudáfrica). Estos son aceptados por el total de la comunidad científica. Esa evidencia apunta a que el comportamiento simbólico en el Pleistoceno, no es algo especialmente "moderno", ni "revolucionario" (y su presencia "fósil" va a aparecer y desaparecer del registro, a lo largo de decenas de miles de años).
    Por concluir este apartado, me gustaría señalar un hecho: de confirmarse la selección cromática y el uso de pigmentos corporales entre los Neandertales europeos, sería muy bizarro considerar que no hay un componente simbólico en ello.

    Tampoco sería razonable pensar que la selección, uso y transmisión social de esas prácticas, puede hacerse sin un lenguaje complejo y articulado.

    En el apartado de los ornamentos personales tipo "colgantes", me parece que los autores buscan demostrar que esos adornos no son ni comunes, ni antiguos, entre los Neandertales.

    Eso es correcto, pero obvia el dato más importante proporcionado por el registro: varias comunidades neandertales, en un momento de su desarrollo histórico, utilizaron elementos de adorno corporal.


    Con ese dato, no tiene sentido basar la incapacidad lingüística de los neandertales en la ausencia de colgantes durante una parte –aunque sea amplia- de su historia. No puede considerarse un razonamiento correcto.

    Si los colgantes se pueden usar como evidencia de capacidad simbólica y complejidad social entre los humanos "modernos", esos mismos criterios, y no otros, deben ser utilizados con los neandertales. 


    No se puede deducir que los neandertales, al fabricar colgantes, emularan de forma no-inteligente a los humanos modernos, sólo porque los humanos modernos los usaran y fabricaran antes en el tiempo.

    Tampoco es razonable creer que mediante la emulación no-inteligente se pueda desarrollar un proceso de fabricación que implica:

    -    Obtener una materia prima animal.
    -    Modificarla con varias herramientas (a su vez fabricadas por un proceso tecnológico complejo).
    -    Suspenderla de un cordel (que a su vez hay que elaborar).
    -    Y llevarla como adorno.   

    Si esa capacidad técnica, simbólica y social, se considera evidencia indirecta de lenguaje elaborado entre los humanos modernos, un razonamiento sin prejuicios lleva a la conclusión de que lo mismo sucede con los Neandertales. 

    A pesar de todos los apartados que se centran en la bibliografía arqueológica, salta a la vista un sesgo en la evidencia: Hay un notable silencio sobre la tecnología lítica, una de las pruebas más sólidas de la capacidad cognitiva, comunicativa, y social de los neandertales.


    En el artículo se hacen referencias muy generales a la monotonía, ausencia de cambios y falta de variabilidad en las industrias neandertales. La única referencia a la tecnología lítica neandertal es una vaga descripción de la técnica Levallois.

    A ello se suma una enumeración de rasgos "modernos", entre los que se incluyen algunos referidos a la "superior" industria lítica. Vale la pena comentar esos rasgos:

    (1) paso de tecnologías basadas en lascas a otras basadas en la producción de formas de hojas más regulares y largas;

    Sabemos hace más de una década que la tecnología laminar (en varias modalidades) es conocida y utilizada a lo largo de todo el Paleolítico medio, como hemos explicado aquí.

    (2) nuevas formas de utensilios de piedra (raspadores en hocico, variados tipos de buriles, etc.);

    Que aparezcan raspadores en hocico en industrias “modernas” es un hecho. Que eso suponga una superioridad o ventaja, no. Buscando cierta lógica a la afirmación, ese útil podría llegar a tener alguna pequeña ventaja en la forma de reavivarlo, respecto a otros soportes como una raedera espesa (que también puede funcionar como núcleo de lascas y laminillas). 

    En cuanto al buril, pienso que su inclusión en el listado no responde a una reflexión muy profunda. Conceptualmente, el buril no es algo complejo ni elaborado.

    En esencia, para crear un buril sólo necesitamos dar un pisotón sobre una lasca, de forma que al partirse forme un bisel. Es cierto que muchos buriles no se fabrican de forma tan básica, pero lo que trato de decir es que el concepto es muy simple.

    El buril, por si mismo, es un tipo de herramienta que responde a una necesidad (trabajo de hueso y asta) social y económica, y no tiene sentido deducir de ella una mayor capacidad cognitiva o comunicativa.

    (3) acusado aumento en la complejidad morfológica asociada a la producción de herramientas;

    Esto puede ser cierto en una visión reduccionista (tipología), pero no es correcto como planteamiento general: La complejidad conceptual de la producción de herramientas neandertales (sistemas de talla y gestión del utillaje) es tan amplia como la presente entre los humanos modernos.


    Los autores confunden la complejidad con el hecho de que la variabilidad tipológica de los soportes está cronológicamente determinada en el Paleolítico superior. 

    Visto en perspectiva, resulta llamativo que el grueso de la argumentación sobre la tecnología neandertal sea ignorarla, suprimiendo las evidencias disponibles a fecha de redacción del artículo. Se obvian los trabajos sobre  variabilidad, capacidad de conceptualización, transmisión del conocimiento, planificación, organización del espacio, relaciones socio-económicas, y cambios diacrónicos entre neandertales.

    Este post continúa:   ¿(In) capacidades Lingüísticas Neandertales? Segunda (y última) parte

    ¿(In) capacidades Lingüísticas Neandertales? Segunda (y última) parte

    Este post finaliza la crítica iniciada aquí, sobre el trabajo ¿Homo loquens neanderthalensis? En torno a las capacidades simbólicas y lingüísticas del Neandertal. Sergio Balari, Antonio Benitez Burraco, Marta Camps, Víctor M. Longa, Guillermo Lorenzo y Juan Uriagereka. Munibe 56, 2008. Pp. 3-24.

    La valoración global que he obtenido de este artículo es de profunda decepción. En primer lugar, resulta decepcionante la falta de aportaciones originales a la investigación.

    El trabajo, que en realidad se articula como una respuesta a los trabajos de dos investigadores (Trinkaus y d’Errico), basa su argumentación en reproducir opiniones y valoraciones a la contra.

    Así, al no añadir nuevas evidencias, o al menos una reflexión detallada y analítica, sobre el material y la documentación arqueológica, fracasa en sus planteamientos elementales.

    Concurre el hecho de que el artículo refleja una línea de investigación que propuso hace unos treinta años un modelo interpretativo. Y el desarrollo de la práctica arqueológica ha dejado obsoleto dicho modelo (incapacidades neandertales y "modernidad vs. arcaísmo").


    En 2010, la impresión que se obtiene de los últimos trabajos a nivel mundial, es que ese modelo de las incapacidades apenas está presente en la agenda investigadora.

    Por otro lado, también me ha decepcionado la falta de una reflexión original, desde la filología y la lingüística (el campo de cuatro de los cinco firmantes del artículo) sobre la posibilidad de rastrear y documentar capacidades lingüísticas entre los neandertales.

    Lo cierto es que esperaba mucho más en ese sentido: una reflexión y una interacción metodológica entre disciplinas. Una inmersión real en el tema, que permitiera comenzar a estructurar una estrategia conjunta. Esa estrategia es una necesidad insoslayable, para rastrear el lenguaje neandertal en el registro arqueológico.

    El problema, en mi opinión, es que los arqueólogos estamos encontrando una enorme cantidad de evidencias de comportamientos sociales y económicos complejos entre los neandertales. Y, además, se ha documentado una gran variabilidad de esos comportamientos, en el tiempo y en el espacio.


     El registro nos está diciendo que esas sociedades humanas tienen etnología, tienen historia, y tienen desarrollo social y económico.

    Esos grupos desarrollan estrategias amplias y planificadas de interacción con el medio, tienen una organización compleja del hábitat doméstico -y del territorio-, y cambian sus modos de vida, a lo largo de su historia.

    Sabemos que algunos grupos neandertales fabricaron adhesivos minerales y vegetales, que luego usaron para sujetar sus útiles de piedra, en enmangues de hueso o -más a menudo- madera.


    Tenemos evidencias de que en el Sur de Europa se cortaron árboles, y fueron trabajados para fabricar estructuras y herramientas.


     También sabemos que en Alemania sus ancestros ya fabricaban azagayas de madera, y no de cualquier forma… sino con aplicación de largos procesos productivos, y mediante la aplicación de conocimientos técnicos avanzados.


     Sabemos que, a lo largo de su prolongada historia, los neandertales desarrollaron una cultura funeraria, enterrando a sus muertos en fosas (a veces de poca profundidad, pero otras veces auténticos pozos excavados, de entre 1 y 2 metros). Colocaron cuidadosamente los cuerpos y rellenaron después las fosas.

    Sabemos también que en algunos momentos y lugares utilizaron la misma cueva para enterrar a un número de individuos, como si de un cementerio o santuario se tratara. Y podemos afirmar, también, que tanto en los lugares con una sola tumba como en aquellos con varias, la disposición de las fosas no es casual ni aleatoria.


    Se ha documentado el uso de elementos de adorno personal entre las últimas sociedades neandertales de Europa occidental y del Sur. Esos adornos requieren de sistemas de fabricación bastante complejos, que implican perforar piezas robustas de esmalte y dentina animal, con herramientas de piedra, fabricadas para tal uso. Un artículo muy reciente sugiere que pudieron utilizar también conchas de moluscos para adornarse, si bien la evidencia es compleja de interpretar.

     Sabemos que los Neandertales del noroeste de Francia, en varios lugares, escogían pigmentos minerales de tonalidades concretas y los transportaban a sus campamentos. Allí los fragmentaban hasta dejarlos de un tamaño adecuado, y después los raspaban con herramientas de sílex, para darles una cierta forma de lápiz. Los neandertales usaban esos “lápices” en distintas tareas. Entre ellas pudieron estar la decoración y el tratamiento de pieles animales. Además, existen indicios (aún sin confirmar) de que se pudieron usar en la propia piel de los neandertales.

    Además, algunos de esos grupos de neandertales tardíos desarrollaron una artesanía del hueso muy elaborada: Fabricaron sus herramientas óseas a partir de una fractura controlada del hueso, a lo que sigue la configuración general de la forma del útil (mediante raspado con lascas cortantes), y un acabado o pulido con una roca arenisca o similar.  

    Se ha documentado que los neandertales tienen distintos modos de abatir y procesar a sus presas de caza, y que esos sistemas cambian a lo largo del tiempo. Frente a un tópico nunca probado, que afirmaba que los neandertales no tenían armas de proyectil, la evidencia actual señala a que una parte de su armamento estaba diseñado (y fue utilizado) para la caza a distancia.


    Sabemos que los neandertales organizaban las tareas carniceras tanto en los sitios de matanza como en los campamentos. Cuando el registro es completo, se distinguen fases diferenciadas y planificadas: desde la apertura y división de la carcasa hasta el fileteado de la carne y aprovechamiento intensivo de la grasa medular. En algunos niveles, se ha detectado incluso el reparto de las distintas partes útiles del animal (una vez desechadas cuernas, pezuñas, etc…) entre diferentes hogares del campamento.


    Por supuesto, sabemos también que los neandertales tuvieron sistemas muy complejos de gestión de su utillaje de piedra. Se ha documentado un aprovechamiento diferencial de materias primas. Eso significa que se aplicaban distintos sistemas técnicos a diferentes rocas, según sus propiedades mecánicas y su potencial de uso. Y esa aplicación se hacía, a menudo, de forma combinada (uso de varias rocas, talladas con sistemas distintos, para distintas funciones) y/o ramificada (la misma roca, con varios usos, se talla de forma diferente según la función buscada).


    Las actividades de talla  -y la gestión del utillaje- a menudo quedaban diferidos en el tiempo y en el espacio, entre una y otra fase de aprovechamiento. Esa interrupción implica que cargaban con las rocas y las herramientas talladas, en desplazamientos de (muchas) decenas de kilómetros. No era un transporte arbitrario, sino que cumplía una función prevista y planificada con anterioridad: una función que las rocas presentes en el lugar al que se viaja no podían cumplir.

    En fin sabemos todo eso y todavía más… y por todo ello, simplemente, nos resulta inconcebible que esas sociedades humanas no tengan un lenguaje elaborado.

    Pero a partir de esa certeza, es necesario articular una respuesta a la pregunta: ¿cómo refleja el registro material las capacidades cognitivas y lingüísticas de los neandertales?

    Para ello necesitamos más y mejores herramientas metodológicas, para poder comprender la evidencia en su totalidad, desde el punto de vista del lenguaje y los procesos cognitivos.

    Por eso necesitamos una reflexión real, profunda, por parte de otros campos del saber (los que estudian el lenguaje y su origen) que nos aporten herramientas metodológicas. Esas herramientas deben estar bien articuladas, ser concretas, y eficaces.

    Desde luego, lo que no necesitamos es que, desde la filología y la lingüística nos recuerden (a base de tópicos) que un paradigma caracterizó una vez a los neandertales como brutos sin habla. 

    La evidencia está ahí. Si se nos provee de las herramientas, podemos rastrear la naturaleza del lenguaje neandertal.

    martes, 16 de marzo de 2010

    Un par de recursos en internet

    Hago un inciso en mis habituales posts ultra-densos, para recomendar dos recursos de internet, que he descubierto hace poco y me parecen interesantes.
    • El primero es la página web de Prehistoria Cuaternaria: tiene un formato blog muy participativo, que invita a hacer tus propias aportaciones.  Agrupa, por lo que llevo visto, a bastantes aficionados a la talla del sílex y otras rocas.                                                                                            
    • El otro recurso es el archivo histórico de la mítica revista de divulgación "Popular Science". Es de libre acceso y contiene casi siglo y medio de revistas, escaneadas y convertidas en texto. Me parece un recurso fantastico para estudios de historia de la ciencia, para ver como cambia la imagen del pensamiento científico en la sociedad, o  como se construyen modelos explicativos para el público en general. También sirve para ver el desarrollo de las noticias sobre cualquier tema concreto que queramos (por ejemplo, Neanderthal), a lo largo de más de 130 años de publicaciones.

    domingo, 14 de marzo de 2010

    Las herramientas de piedra de los neandertales VIII: Una propuesta de estudio integral

    En los últimos posts he tratado los distintos programas de investigación sobre industrias líticas neandertales. He recorrido sus logros, y me he detenido en sus limitaciones (con un afán, creo, constructivo).

     

    La imagen general que se desprende es más o menos esta: Las diferentes aproximaciones teóricas han producido resultados importantes, respondiendo a sus propias agendas investigadoras (sus intereses). Y, en una óptica global, han construido un potente un “corpus” de metodologías y técnicas de investigación.

    Sin embargo  la información que aportan los modelos planteados hasta ahora es insuficiente.

    Para comprender la estructura social y económica de los neandertales no basta con estudiar la tipología de sus herramientas de piedra. Tampoco es suficiente con analizar sus técnicas de talla de la piedra.


    Las herramientas de los neandertales, y el modo en el que las gestionan, son el resultado de la interacción de varios factores:

    -    Las necesidades percibidas y los objetivos buscados.
    -    La planificación de  las tareas, para cumplir los objetivos, y cubrir las necesidades.
    -    Los condicionantes materiales del medio (acceso y disponibilidad de materias primas, esfuerzo requerido, conocimiento del medio…)
    -    Los condicionantes sociales de la comunidad (tradición cultural, valor simbólico asociado, forma de organización del trabajo -comunitaria o individual, división sexual, etc).

    Para estudiar esa interacción, desde el análisis y la interpretación del registro, es necesario reformular el programa investigador.

    Los arqueólogos podemos responder a la pregunta de cómo fueron las sociedades neandertales, y cómo cambiaron a lo largo del tiempo. Pero para ello no podemos conformarnos con lo que tenemos.

    Hay que re-visitar la evidencia (estudio de colecciones museísticas) y producir nuevo registro (excavaciones). Y, en mi opinión, la evidencia no está madura para la construcción de grandes síntesis y modelos explicativos globales.

    La información disponible sobre la industria de piedra es variada (tipológica, tecnológica, a veces funcional y de materias primas), pero tiende a ser simplificada en unos pocos lugares comunes, que se usan como “piezas” para construir el “puzzle” (modelos explicativos) que permita resolver el “misterio neandertal”.

    Yo creo que las “piezas” con las que se ha construido ese “puzzle” no son pertinentes: no reflejan suficiente información sobre la naturaleza del sistema social y económico, ni permiten abordar con garantías los cambios históricos que experimentan las sociedades neandertales.
     
    Por ello, quiero concluir esta serie de posts recogiendo una reciente propuesta de investigación, que supone un notable avance en la dirección correcta.   

    Es la propuesta del investigador Ríos Garaizar, que aparece en su tesis doctoral, aplicada al final del Paleolítico medio y el comienzo del Paleolítico superior, en el área del Golfo de Vizcaya. Un reciente artículo  recoge también las líneas fundamentales de su programa investigador.

    En su tesis doctoral, Ríos Garaizar expone los principios fundamentales de su propuesta. Su perspectiva es materialista (pero no está vinculada a la ortodoxia marxista). Su análisis de las formas sociales se dirige a las condiciones materiales, a la gestión de los medios de producción, y al consumo.

    Su metodología puede enunciarse como un análisis integral de la industria lítica. Según afirma, el estudio de las industrias de piedra nos informa de:

    -    Una captación y consumo de materia prima.
    -    La aplicación de unas técnicas, socialmente gestionadas.
    -    Un uso de las herramientas, que supone la interacción de la industria lítica con otros ámbitos de producción y de consumo (gestión de las carcasas animales, trabajo de la piel, de la madera, de otros elementos vegetales, de otras rocas…).

    Introduce también la que -en mi opinión- es la mayor aportación de su modelo: una reflexión explícita sobre la interdependencia y la interacción: tanto entre la industria lítica y otros ámbitos, como entre los objetivos, necesidades y condicionantes del propio trabajo de la piedra.


    En ese sentido, se reflexiona sobre el concepto de cadena operativa, muy usado en los estudios tecnológicos. Se rechaza una interpretación lineal del mismo. Lo fundamental, en el proceso productivo, es la interacción, dinámica y no lineal, de los objetivos y condicionantes.

    Ese dinamismo hace imposible que se puedan comprender los distintos elementos de la industria de la piedra de forma aislada. Así, la tipología de los útiles retocados, o la tecnología de talla, sólo cobran verdadero sentido al ser contextualizados en el conjunto del sistema productivo.


    Siguiendo ese razonamiento, es necesario un planteamiento integral del estudio de la industria lítica, que abarque todos los elementos y que los sitúe en un contexto dinámico de objetivos y condicionantes.

    En la práctica, supone abordar de forma integral:

    -    La selección y captación de las diferentes materias primas.
    -    La aplicación de sistemas de fabricación a dichas materias primas. En ese aspecto, el autor muestra la importancia de criterios como la idoneidad y la complementariedad de las materias primas - y cómo interaccionan esos criterios con los objetivos de la producción.
    -    La selección, utilización y mantenimiento  del utillaje (y su abandono tras el uso).
    -    La interacción con otras esferas de la producción y el consumo.
    -    La organización de todas las actividades citadas en el espacio, tanto en el ámbito doméstico como en el territorial.

    Esto supone que cuestiones como el análisis de las materias primas (para determinar su origen geográfico, pero también sus cualidades mecánicas) o la función del utillaje (a partir de las huellas de uso) no son cuestiones adicionales que enriquecen la información, sino elementos esenciales (junto con el resto) para la comprensión de la industria lítica.

    Su tesis doctoral dedica la mayor parte de los capítulos a estudiar toda una serie de yacimientos de Paleolítico medio y superior inicial. En las conclusiones, Ríos Garaizar encuentra una gran variabilidad en los comportamientos, tanto en el Paleolítico medio (Amalda, Axlor) como en el P. superior inicial (Isturitz, Labeko Koba).

    Dentro de esa variabilidad, reconoce rasgos de estructuración económica y social, en cuestiones como la planificación cuidadosa de la gestión de las herramientas, la existencia de elementos de diferenciación social, o –en otros casos-  tareas vinculadas con una fuerte solidaridad intra-grupal.

    Esos rasgos y sus cambios, permiten al autor proponer la existencia de dinámicas históricas dentro del propio Paleolítico medio de la región, con una transformación importante de la organización y las relaciones sociales, entre h. 50.000 y h. 40.0000 BP.


    Precisamente, el artículo al que me refería antes condensa bastante bien los resultados de la aplicación de su programa investigador al Paleolítico medio (neandertales) del Golfo de Vizcaya y Pirineos occidentales. Creo que es una lectura muy asequible y recomendable para cualquiera interesado en el tema.

    Sigue leyendo aquí esta serie de posts:  Las herramientas de piedra de los Neandertales IX

    Posts anteriores de esta serie

    Las herramientas de piedra de los Neandertales VII

    Las herramientas de piedra de los Neandertales VI

    Las herramientas de piedra de los Neandertales V

    Las herramientas de piedra de los Neandertales IV

    Las herramientas de piedra de los Neandertales III

    Las herramientas de piedra de los Neandertales II

    Las herramientas de piedra de los Neandertales I 

    lunes, 8 de marzo de 2010

    Las herramientas de piedra de los Neandertales VII: Las técnicas de talla de los Neandertales


    Para el Paleolítico medio europeo y mediterráneo, asociado al Hombre de Neandertal, se ha demostrado que existe toda una variedad de sistemas técnicos. Es decir, de tecnologías para tallar las rocas.    


    Estos sistemas técnicos han sido interpretados por ciertos prehistoriadores como tradiciones culturales. La propuesta es que funcionan como marcadores étnicos, y designan a pueblos distintos.

    Esa es la visión histórico-cultural. Fuera de dicha escuela (básicamente francesa), los sistemas técnicos o tecnológicos se interpretan de otras maneras distintas.

    Por ejemplo, en algunos enfoques se relacionan con la función de los yacimientos: según el objetivo que tenía el asentamiento (caza intensiva, alto de caza puntual, residencial, cantera de sílex...) se razona que sus ocupantes usaron unas técnicas concretas, para tallar los “soportes” de sus herramientas -ya que los objetivos, en cada caso, son diferentes.

    Otras veces, se han interpretado los sistemas técnicos como formas de adaptación a los cambios medioambientales.

    El razonamiento sería más o menos así: según evoluciona el clima terrestre (se hace más riguroso, o más benigno para el ser humano) los grupos neandertales "reaccionan" a los cambios en su ecosistema. Entonces modifican sus estrategias de adaptación al medio (para que sean más eficientes en el nuevo medio).

    Al cambiar las estrategias de supervivencia,  se cambia todo el sistema económico (la movilidad, la gestión de los recursos…) y por tanto también la forma de obtener, tallar y usar las herramientas de piedra.

    Vamos a ver ahora los principales sistemas técnicos o tecnologías, que se han estudiado en yacimientos neandertales: 

    - Sistema discoide: Esta tecnología es muy antigua, propia del Paleolítico inferior, pero presente también hasta momentos mucho más recientes de la prehistoria (por ejemplo en los albores del Neolítico). Probablemente, después de “darle unos golpes a una piedra”, el discoide sea el  más antiguo de todos los sistemas técnicos.   

       
    La talla discoide permite obtener -sobre todo- lascas espesas, con una planta de forma variable, y una sección triangular.  Lo que se consigue son dorsos espesos, opuestos a filos “robustos”.

    Es frecuente una talla discoide sobre cantos rodados. En esos casos, muchas de las lascas tienen dorsos corticales (con la corteza natural del canto) lo que facilita su agarre y uso, sin necesidad de un enmangue.  Otras veces se puede hacer talla discoide sobre una lasca de formato grande.  


    Los núcleos, una vez concluida la talla, suelen tener forma piramidal o "bi-piramidal". Para hacernos una idea, sería como si cogemos dos pirámides -de muchas facetas- y las ponemos pegadas por su base. Pueden acabar en punta o no, según las extracciones sean más cubrientes o más cortas.    


    Existen varias modalidades de discoide pero, básicamente, se refieren a si se ha explotado una cara del núcleo o ambas, a la dirección hacia donde se extiende la talla, y al tipo de lascas buscadas (más o menos espesas, más o menos triangulares en su sección...).

    - Sistema Levallois: Esta tecnología, por lo que sabemos, también es anterior Hombre de Neandertal. Además, también ha sido usada por los humanos "modernos", antes y después de la extinción de los Neandertales. Según recientes estudios, ese es el caso de las industrias Aterienses del Norte de África.  

    La talla Levallois es un sistema que se basa en definir una única superficie, ligeramente convexa, sobre la que se hacen extracciones predeterminadas.  


    Una vez definida esa superficie, la técnica levallois se diversifica bastante: según se busque sacar una única lasca apuntada o cuadrada, o se quieran obtener láminas recurrentes sobre el mismo eje, o se busque toda una variedad de productos… 

      
    En cada una de esas estrategias, se cambia ligeramente la forma de ir sacando "productos" de la "superficie de explotación", para conseguir el objetivo concreto (lascas o láminas con una forma determinada).

    Los núcleos Levallois tienen una forma típica de "magdalena" o “suflé”, porque los lados inferiores del núcleo deben mantener una relación determinada con la superficie de explotación (inferior a 90 grados).  


    Los productos Levallois son típicamente delgados, con filos muy cortantes. Su forma concreta, como hemos dicho, dependerá de los objetivos de la producción (que por cierto pueden ser varios a la vez, sacando alternativamente uno y otro tipo de lascas). En general, es una técnica mucho más versátil y eficaz de lo que se suele pensar.

    - Sistema Quina: Ha sido detectado en el Paleolítico de Europa Occidental (sobre todo Francia y Península Ibérica). En principio, parece ser un sistema asociado en exclusiva con los Neandertales. Ahora bien, como es un sistema de reciente descubrimiento, y complejo de detectar en el registro arqueológico, pienso que puede llegar a aparecer en otros ámbitos.

    La talla Quina es un sistema bastante complejo de explicar, aunque sus fundamentos son simples. Se basa en la concepción del núcleo como un volumen a explotar, a partir de la intersección de dos planos.

    El sistema se organiza en series cortas de extracciones (lascados) que van alternando los planos de percusión (la superficie donde se golpea para sacar la lasca).

    Después de cada serie de lascados, se "gira" el núcleo unos 90 grados, y se utiliza como plano de percusión (recordad, el sitio donde golpeamos) la zona próxima a los negativos de las extracciones anteriores (o los propios negativos).

    La idea es alternar entre plano de percusión y plano del que salta la lasca. De este modo, en cada alternancia, lo que era plano de percusión ahora es el plano del que sale la lasca, y viceversa.

     Si no os habéis enterado de nada, mirad los dibujos que aparecen a continuación y después volved a leer los párrafos anteriores. Suele funcionar.


    El sistema Quina produce, en general, lascas espesas y cortas, con dorsos corticales o semi-corticales. Y  son lascas bastante parecidas entre sí, excepto porque, según se va reduciendo el núcleo, son cada vez menores.

    Los núcleos que quedan tras la talla son poliedros, con cierta tendencia a las formas rectangulares. La talla Quina es un sistema que permite economizar mucho la materia prima, y se puede aplicar sobre toda clase de soportes iniciales.

    - Sistema Laminar: Durante mucho tiempo se creyó que la talla laminar era exclusiva del hombre "moderno", y del Paleolítico superior. Hoy sabemos que numerosas industrias laminares africanas son muy anteriores al Paleolítico superior europeo. 

    Y también se ha probado que los Neandertales  desarrollaron la talla laminar, en algunos casos muy similar a la del Paleolítico superior. Por ejemplo en el levante mediterráneo (Palestina en sentido amplio) hay talla laminar “volumétrica”, al estilo del Paleolítico superior, en cronologías muy antiguas (entre h. 250.000 y h. 100.000 años).  


    También en el Paleolítico medio de Europa del Noroeste, entre h. 200.000 y h. 70.000 años, hay industrias con ese mismo tipo de talla laminar.

    La talla laminar implica obtener productos de unas determinadas dimensiones (i.e. alargados y delgados). Pero no sólo esto, sino también supone una forma concreta de gestionar el núcleo de piedra.

    En general, la talla laminar comienza por buscar una arista natural, en un lateral del núcleo; o bien se crea una nervadura a propósito, haciendo extracciones controladas (entonces se llama cresta). Una vez tenemos la arista o cresta, se extrae una primera lámina usándola de guía. Y con las nervaduras que deja el negativo de la primera lámina se continúa la explotación (se continúa sacando láminas).

    A eso hay que añadirle que, cada cierto tiempo, hay que hacer algunas extracciones especiales para mantener los parámetros de lascado (ángulo, dirección…), y ya tenemos descrita la talla laminar.     


    Los núcleos laminares típicos tienen un aspecto alargado y prismático. Además de ese tipo de núcleos, es habitual (en el Paleolítico medio) que sean explotaciones sobre lascas (es decir, fases concretas, dentro de una cadena operativa distinta).

    Hay que señalar que mediante la talla Levallois se pueden obtener láminas perfectamente. Pero en estos casos se habla de Levallois laminar, no de talla laminar en sentido estricto. En el Paleolítico medio, tanto en el levante mediterráneo como en Europa se dan ambos tipos de talla: la laminar Levallois y la laminar “volumétrica” de tipo “Paleolítico superior”.

    - Método de  talla o  configuración de bifaces: La talla de bifaces también es anterior a los Neandertales. Viene del Paleolítico inferior, y se reconoce en cronologías africanas muy antiguas.

    En el Paleolítico medio, tenemos los bifaces Musterienses. En general, son más pequeños, anchos y planos -en su sección- que los bifaces de etapas anteriores, aunque esto también cambia según zonas y cronologías. Algunos son típicamente triangulares. 
     
      
    Se suele aceptar que, para tallar un bifaz de Paleolítico medio, es necesario una percusión “blanda” (golpeo con asta de cérvido o con madera), que puede combinarse -o no- con una percusión “dura” (con piedra densa) o “semi-dura” (con piedras poco densas, como la arenisca).

    No todos los talladores piensan así (algunos creen que, con la maestría suficiente, toda la talla del bifaz podría hacerse con percutores de piedra) pero el recurso a la percusión "blanda" es la visión más extendida.   

      
    La talla del bifaz se divide en desbastado (conseguir una preforma con grandes extracciones) y acabado o rectificaciones. Esta segunda fase busca:

    1- Dar un perfil más plano y simétrico al bifaz
    2- Corregir las desviaciones de la arista que divide los dos planos o “caras”.
    3- Dar la forma final general al útil.
    4- Dar un acabado, para fortalecer la robustez y afinar el filo del utensilio.

    Podeis ver el proceso de talla de un bifaz en imágenes consecutivas aqui (cortesía del artesano B. Ginelli).

    Nota: los dibujos del núcleo discoide y del núcleo Levallois, y la fotografía del bifaz triangular, estan registradas bajo creative commons por su autor Jose-Manuel Benito Álvarez.

    Sigue leyendo aquí esta serie de posts:  Las herramientas de piedra de los Neandertales VIII

    Posts anteriores de esta serie

    Las herramientas de piedra de los Neandertales VI

    Las herramientas de piedra de los Neandertales V

    Las herramientas de piedra de los Neandertales IV

    Las herramientas de piedra de los Neandertales III

    Las herramientas de piedra de los Neandertales II

    Las herramientas de piedra de los Neandertales I