Noticias y ciencia
En las últimas semanas, se ha publicado en la prensa una información muy interesante, para el conocimiento de las sociedades neandertales. En breve: las distintas noticias de los medios relatan cómo los arqueólogos han encontrado "lechos vegetales", de los últimos neandertales que vivieron en el yacimiento cántabro de El Esquilleu.
Imagen de El Esquilleu, desde el interior de la visera
Esta noticia tiene su trasfondo científico en un artículo de Cabanes y otros (2010), publicado en el Journal of Archaeological Science, que trata del estudio de los fitolitos, en el depósito arqueológico de El Esquilleu.
Un momento, has dicho... ¿fitolitos?
Los fitolitos son algo relativamente nuevo también para nosotros, los arqueólogos (en general). Se trata de restos microscópicos de plantas, copias internas de sus células (en inglés, casts), que tienen una composición mineral (sílice opalina) y por lo tanto, se pueden conservar, en las condiciones adecuadas, durante miles y miles de años.
El estudio de dichos restos microscópicos se ha ido asentando en nuestra disciplina desde hace una veintena de años, pero no se ha empezado a generalizar hasta hace bien poco. Es, digamos, un nuevo enfoque, que se suma a otros métodos utilizados para conocer el uso de los recursos vegetales y el medio ambiente del pasado. Esos otros métodos son la carpología (el estudio de las semillas), la antracología (análisis de carbones y, en general, de restos de madera fosilizada) y la palinología (estudio de los pólenes).
Según los expertos en el tema, el análisis de fitolitos tiene ciertas ventajas para estudiar de yacimientos arqueológicos. Por un lado, hay que tener en cuenta que, cuando se dan unas ciertas condiciones de conservación, pueden aparecer fitolitos allí donde hubo casi cualquier parte de cualquier planta. Y, en términos generales, los expertos en fitolitos pueden identificar tanto el tipo general del planta, como la parte de la planta (tallo, hojas, inflorescencia...) de la que provienen los restos.
Eso es una ventaja con respecto a las semillas, que sólo se representan a "si mismas" o, en todo caso, al fruto. Y, también, con respecto a la madera, que sólo representa a las partes leñosas, y se conserva, -normalmente- en forma de carbón (y éste es muy vulnerable a la disolución en agua, y a otros agentes naturales).
Y, por último, la ventaja con respecto a los pólenes es que éstos son arrastrados por el viento, y depositados en los yacimientos. Por lo tanto, en realidad documentan (por lo general) fenómenos naturales, y no actividades humanas. Por el contrario, los fitolitos, al ser pequeños restos silíceos de diferentes partes de plantas, tienen buena resolución para documentar comportamientos humanos. Y eso, precisamente, es lo que los hace tan interesantes, para el estudio de los neandertales.
Al tema: los fitolitos de El Esquilleu
El Esquilleu es un importante yacimiento Musteriense (neandertal) en cueva, situado en el cántabro valle del Deva, en el desfiladero de la Hermida, en medio de la cordillera cantábrica. Ese desfiladero es un paso natural por las montañas que separan la zona litoral y el valle interior de Liébana. En el artículo de Cabanes y otros (2010) primero hacen un resumen del estudio de los fitolitos en toda la secuencia de El Esquilleu. Y después se centran en el análisis de determinados niveles, y de estructuras concretas, como los hogares donde se hicieron fuegos domésticos.
Debo señalar también que en varias partes del artículo se hace referencia a otro trabajo, también reciente, de Mallol y otros (2010). En ese segundo artículo se estudia con detalle la micromorfología del depósito, y los procesos geológicos y químicos que afectan a la cueva. Esto es muy importante, porque a la hora de sacar conclusiones del estudio de los fitolitos, hace falta saber hasta que punto éstos se han visto afectados por el PH, es decir por la acidez del suelo (que puede llegar a destruirlos, total o parcialmente) y por otros agentes físico-químicos.
Secuencia de El Esquilleu (Cabanes y otros, 2010)
Las conclusiones de ambos trabajos, en general, apuntan a que los distintos procesos químicos que tienen lugar en la secuencia, sólo afectan de modo escaso a los niveles con mayor presencia neandertal, en los que se ha centrado el estudio de fitolitos. Es decir, que se pueden usar los fitolitos para sacar conclusiones, sin temor a que los datos estén muy sesgados.
Imágenes al microscopio de fitolitos
de El Esquilleu (Cabanes y otros, 2010)
En general, las muestras de fitolitos de El Esquilleu permiten identificar plantas monocotiledóneas. Y dentro de ese tipo, los autores apuntan a que, en su mayor parte, se trata de gramíneas. Las partes de la planta más representadas son los tallos y las hojas (éstas, del subtipo festucoide).
Además de esas plantas, que son lo que podríamos llamar "pastos" en general, en las muestras también se detectan, en menor medida, fitolitos de corteza y madera (es decir, de arbustos y árboles). Este segundo tipo de fitolitos se concentra sobre todo en las muestras obtenidas de un hogar del nivel 21. Otros índices y análisis apuntan, según los autores, que sólo los fitolitos de dicho hogar muestran evidencias de haber sido sometidos al efecto del fuego.
Interpretando: Hogares y lechos
A la hora de interpretar los resultados, en primer lugar, los autores hacen recuento de las posibles causas de acumulación de fitolitos que han descartado: plantas creciendo en la cueva, desarrollo de suelos vegetales o transporte por animales. Y explican que no hay evidencias de esos procesos. En ese punto, proponen su interpretación: hogares en los que se ha quemado madera como combustible principal, y camas o lechos de pasto, para dormir sobre ellos.
En cuanto al uso de la madera cómo combustible, los autores hacen referencia a un trabajo anterior (Yravedra y otros, 2005) del propio equipo de El Esquilleu, y corrigen sus resultados a la vista de la nueva evidencia.
En aquel trabajo de 2005 se proponía, a partir de la abundancia de huesos fragmentados y quemados, que dichos huesos fueron usados como combustible. Sin embargo, los resultados del estudio de fitolitos y otros (pólenes y carbones), sugieren que la madera se utilizó de manera habitual en El Esquilleu. Por ello, los autores cambian su interpretación de los huesos quemados: La nueva hipótesis es que pudieron ser "arrojados al fuego", como práctica de limpieza o mantenimiento del lugar de habitación. Y, en todo caso, no debieron ser el combustible principal.
En cuanto a los lechos vegetales, la evidencia de los fitolitos se suma al análisis microscópico (micromorfológico) del sedimento realizado en el otro trabajo de 2010 que mencionaba arriba (Mallol y otros). Ambos resultados muestran cómo existen, dentro de los niveles arqueológicos, capas muy finas, microscópicas, con fitolitos en "conexión anatómica" (es decir, que no se han movido desde que se depositó allí la planta original).
Los autores concluyen que estas evidencias prueban que hubo capas de pasto en torno a los hogares, aportado del exterior. Y las interpretan como lechos vegetales, construidos por los neandertales para descansar en ellos. Además, dada la excepcional conservación de los fitolitos, se sugiere que, quizás, esos lechos estaban cubiertos de pieles de animales (aunque no hay más evidencias al respecto).
Crítica: Los "pros"...
Lo cierto es que, en este trabajo, casi todo son "pros" o aspectos positivos. El artículo, muy especializado, tiene una estructura sólida y presenta inferencias de aspecto bastante robusto.
En las cuestiones más complejas o polémicas (como la posible presencia de sesgos en las muestras, o la posibilidad de que los fitolitos tengan un origen no antrópico) se presenta la evidencia de forma clara y, en general, bastante convincente. Y se explica con cierto detalle porqué no se toman en consideración otras interpretaciones alternativas. Además, no van demasiado lejos en las conclusiones finales, y se limitan a señalar las interpretaciones más probables, basandose en la evidencia.
En aspectos concretos, creo que es muy útil la presentación exhaustiva de las distintas muestras que fueron analizadas, con su respectiva descripción de detalle. Y -aunque me gusta algo menos- también es muy correcta la disposición de los resultados del análisis, en tablas y gráficos.
...y los (pocos) "contras".
Lo cierto es que, aún esforzándome, no he encontrado aspectos negativos en el apartado técnico-metodológico del artículo. Quizás se echa de menos un poco más de tratamiento estadístico avanzado, a partir de los datos procesados (hipotéticamente, pienso que eso podría aportar algo más información).
En cuanto a la interpretación del comportamiento humano, hay un par de detalles que, creo, pueden ser mejorables. Por una parte, apenas hay referencias a un marco teórico, interpretativo, en el que se puedan situar los resultados del análisis de fitolitos. Se mencionan brevemente los comportamientos tecnológicos, las estrategias de subsistencia y los patrones de organización, pero esos tres conceptos no aparecen integrados en, digamos, una explicación global, ni se detalla cómo interactúan, o si dependen unos de otros.
Y, por otro lado, creo que falta integrar estos resultados con los abundantes datos que hay disponibles sobre otros estudios de las evidencias vegetales (semillas, carbones, pólenes) de El Esquilleu.
Entiendo que eso -quizás- va más allá del alcance de este trabajo, pero hubiera sido interesante hacer al menos una breve síntesis y reflexionar sobre el conjunto de las evidencias vegetales y la información que aportan en cada caso.
Referencia:
Cabanes, D., Mallol, C., Expósito, I., & Baena, J. (2010). Phytolith evidence for hearths and beds in the late Mousterian occupations of Esquilleu cave (Cantabria, Spain) Journal of Archaeological Science, 37 (11), 2947-2957 DOI: 10.1016/j.jas.2010.07.010
Bibliografía adicional
Mallol, C., Cabanes, D., Baena, J. (2010). Microstratigraphy and diagenesis at the upper Pleistocene site of Esquilleu Cave (Cantabria, Spain), Quaternary International, Volume 214, Issues 1-2, Geoarchaeology and Taphonomy, 1, 70-81, DOI: 10.1016/j.quaint.2009.10.018.
Baena, J., Carrión, E., Ruiz, B., Ellwood., B., Sesé, C., Yravedra, J., Jordá, J., Uzquiano, P., Velázquez, R., Sánchez-Arco, A., Hernández, F. (2005) Paleoecología y comportamiento humano durante el Pleistoceno Superior en la comarca de Liébana: La secuencia de la Cueva de El Esquilleu (Occidente de Cantabria, España). Monografías del Museo de Altamira, nº 20 , 369-383. 2005. Santander.
Yravedra, J., Banea, J., Arrizabalaga, A., Iriarte, M-J. (2005). El empleo de material óseo como combustible durante el Paleolítico Medio y Superior en el Cantábrico. Observaciones experimentales. Monografías del Museo de Altamira, nº 20 , 461-487. 2005. Santander.
Referencias en blogs
Este tema ha sido tratado por Martín Cagliani en Mundo Neandertal, y por Maria Lluïsa en NeanderFollia.
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