Este post será denso y complejo, como corresponde a la revisión de un estudio sobre las industrias en piedra. Esa clase de trabajos son muy especializados y precisos, y están dotados de un lenguaje propio y códigos interpretativos que no suelen estar al alcance de profanos.
A pesar de esos contras, creo el estudio de la industria lítica es esencial en la construcción del conocimiento sobre las sociedades neandertales y sobre la Prehistoria en general.
Por eso, me parece que vale la pena hacer un esfuerzo, tanto para explicar como para entender ese tipo de trabajos. Y, por la misma razón, trataré de utilizar un lenguaje accesible y, a la vez, no perder los matices que requiere el tema. No obstante, para el que necesite algo de contexto, recomiendo echar un vistazo a estos posts que realicé hace un tiempo, sobre las industrias de piedra de los neandertales.
Los buenos trabajos son los que merece la pena criticar
El trabajo que voy a revisar a continuación es un artículo de reciente publicación (2008) realizado por Manuel Vaquero. Trata sobre la industria lítica del nivel L de Abric Romaní (Capellades, Barcelona). En sí mismo, es un buen ejemplo de síntesis sobre la industria en piedra de un determinado conjunto arqueológico. Pero además de explicar la lítica en sí, reflexiona sobre cómo se construye el conocimiento arqueológico, a partir de las evidencias (en este caso, de sílex y otras rocas talladas). Es ese segundo aspecto, en realidad, lo que hace a este trabajo realmente interesante, por la validez y pertinencia de dicha reflexión.
Ocupación neandertal en Abric Romaní nivel N (Vallverdú et al. 2010)
Insisto en este punto, porque, después de ofrecer una revisión del artículo, criticaré algunos aspectos que me parecen mejorables, o que quizás no se han terminado de enfocar de la mejor forma posible. Pero, a pesar de ello, no querria dar la impresión de que éste es un estudio poco o mal trabajado. Al contrario, es de lo mejor que he podido leer en bastante tiempo.
Entrando en materia...
El trabajo de Vaquero, publicado en el Journal of Archaeological Science, realiza una reflexión interesante, sobre cómo actuamos los arqueólogos y prehistoriadores para construir nuestros modelos del pasado. Para ello, el autor analiza determinados aspectos de la industria lítica del nivel L de Abric Romaní.
Vaquero plantea una cuestión general como punto de partida: En arqueología han cobrado gran importancia los -así llamados- patrones de comportamiento humano. Se refiere, más o menos, al conjunto de actividades realizadas por las personas (en nuestro caso, por los cazadores-recolectores del Pleistoceno), y también a las decisiones que llevan implícitas esas acciones.
Esos patrones de comportamiento son importantes, según explica Vaquero (y como también sabrán los lectores habituales de este blog) porque permiten hacer inferencias sobre la complejidad y la variabilidad de las actividades humanas. Y esas características, complejidad y variabilidad, son muy buscadas en el registro de los homínidos llamados "arcaicos"(como los neandertales). Son, por tanto, un foco de interés de la investigación actual.
El problema, según Vaquero, es que el modelo usado para analizar esos patrones, en la arqueología prehistórica, se basa en niveles o estratos arqueológicos. Y, según explica, esos estratos son casi siempre palimpsestos geo-arqueológicos: Son sucesiones de diferentes eventos, que se han ido sumando a lo largo de siglos o milenios mientras se formaban los estratos por acumulación de sedimento (tierra). Y esos eventos "humanos", en general, no se pueden individualizar en el conjunto sedimentario.
Entonces, si se acepta que aquellos eventos individuales (que no se distinguen en los estratos) son los únicos que permiten reconstruir el comportamiento humano, la conclusión debe ser, según explica el autor, que los niveles arqueológicos no son una unidad válida en el análisis de dicho comportamiento.
"Romper con la tiranía de la estratigrafía"
Insistamos un poco en este punto: Los estratos son acumulaciones naturales en las que se superponen eventos de origen humano. Los eventos reflejan acciones concretas, pero eso es irrelevante, porque no se pueden abordar de forma individual. Además, los estatos y niveles suelen corresponder a escalas de tiempo amplias (siglos o milenios) y bastante imprecisas. Por eso Vaquero defiende la necesidad de:
- Romper con la idea de que un nivel o estrato es una unidad que se puede tratar como un "conjunto homogéneo", que representa un comportamiento humano "medio" para los eventos contenidos en el estrato.
- Buscar elementos alternativos que permitan abordar el comportamiento humano.
Agrupaciones espaciales, nivel L (Vaquero, 2008)
Para demostrar la validad de su crítica, propone el caso de estudio de las industrias de piedra tallada (sobre todo en sílex) del nivel L de Abric Romaní. Gracias a las características excepcionales de ese yacimiento neandertal, se han podido individualizar en el nivel L cuatro eventos, a partir de otras tantas acumulaciones de material. Al estudiar esos eventos, Vaquero encuentra que el resultado es muy diferente si se estudian las acumulaciones por separado o si, por otro lado, se analiza el conjunto del material, sin tener en cuenta su distribución espacial.
Dirección en las relaciones entre agrupaciones (Vaquero, 2008)
De este modo, encuentra varias diferencias decisivas: en uno de los eventos hay una aportación de abundante materia prima, que se talla en el sitio, y que en otro momento posterior (otro evento) se reaprovechará en otro lugar. En otras acumulaciones, sin embargo, sólo hay una aportación de instrumentos ya fabricados y lascas de formatos determinados, sin que haya evidencias de que fueran talladas allí. Según explica el autor, todas esas cuestiones quedarían desdibujadas en un estudio general de toda la industria lítica del nivel L. Y, por tanto, concluye que el estrato arqueológico no es una unidad válidad para el análisis.
Y ahora, los "peros"
El trabajo de Vaquero es fantástico, pero voy a tratar de explicar porqué pienso que tiene algunas (muy pocas) "pequeñas trampas". Y, por otro lado, creo que algunas de sus afirmaciones más generales precisarían de cierta matización.
En cuanto a las "pequeñas trampas", un hecho me llama la atención. Por una parte, al analizar las acumulaciones individuales o eventos, Vaquero utiliza toda la información disponible: los remontajes (piezas líticas que encajan entre sí porque vienen de la misma secuencia de talla), el análisis de las materias primas, las coordenadas espaciales.
Todas esas informaciones se utilizan en un marco dinámico de interpretación, junto con la información tecnológica (sobre las fases o etapas de la talla de la piedra), y forman un conjunto coherente, que tiene en cuenta cómo interactúan todos esos aspectos. De ese modo, gracias a la calidad y resolución del registro, y también a un análisis adecuado y bastante completo, se obtiene una información valiosa y "de grano fino".
Sin embargo, cuando el autor considera el análisis de todo el nivel L, no tiene en cuenta que aquellos mismos aspectos pueden y deben ser estudiados en un análisis del conjunto: origen de la materia prima, remontados, etc. Quiero decir que, aún cuando no se dispusiera de información espacial precisa (discriminando eventos individuales), el resto de la información sí estaría disponible, y -aunque no fuera tan completa- seguiría aportando elementos relevantes de análisis. Y creo que esos elementos no serían, necesariamente, equívocos.
También puede que... falten algunas cosas
La otra "pequeña trampa" que encuentro es que Vaquero pasa de puntillas por cuestiones elementales: la industria lítica, en realidad, tiene un objetivo específico: sirve para proveer de un utillaje concreto al grupo. En otras palabras, los seres humanos tallan la piedra para fabricar herramientas. Y esas herramientas son usadas en distintas tareas cotidianas.
Los útiles responden a unos objetivos funcionales, unos condicionamientos técnicos y, probablemente, unas tradiciones culturales (que pueden tener mayor o menor importancia). Por lo tanto, el apartado de la configuración del utillaje (por ejemplo, mediante el retoque), su mantenimiento, y su uso, son muy importantes para entender el comportamiento humano del pasado.
Esos aspectos se pueden estudiar en las muestras arqueológicas, y de hecho son una parte importante de los analisis líticos. En concreto, el uso se estudia a partir de los estigmas y desgastes microscópicos, mediante la traceología, que puede llegar a discriminar sobre que tipo de materia se trabajó: Hueso, madera, piel seca o fresca, materia vegetal blanda, etc... y la dirección e intensidad de los trabajos.
En cuanto a la configuración y mantenimiento se pueden estudiar mediante análisis tipológicos y tecnológicos. En el caso de los objetos retocados, por ejemplo, se puede analizar cómo se han configurado, o cómo se ha procedido a su reavivado y/o reciclado (mantenimiento). Esos procesos podrían ser también, hasta cierto punto, el tipo de eventos individuales a los que Vaquero se refiere en su trabajo. Y en el caso de las huellas de uso (traceológicas) sobre las herramientas, ese carácter de "eventos" individuales (uso del útil, sobre un tipo de materia concreta) también puede ser bastante claro.
Lo que quiero decir es que el trabajo de Vaquero no analiza determinados aspectos del nivel L, ni tampoco aplica los mismos análisis realizados en cada agrupación al conjunto de todo nivel. Por esas omisiones, no se puede juzgar si su conclusión final (que el estudio del conjunto del nivel desdibuja la información de cada evento) es tan inequívoca cómo se presenta en el artículo.
Resumiendo (o intentándolo)...
Como valoración final, creo que es muy cierto que un nivel o estrato arqueológico no tiene una gran validez, por si mismo, como unidad real de análisis del comportamiento humano. Pero esa afirmación es también matizable. En primer lugar, la estratigrafía sí es una herramienta indispensable para excavar, analizar y reconstruir la secuencia de procesos y acontecimientos que llevaron a la formación de un depósito, incluso si se trata de yacimientos excepcionales como Abric Romaní.
Además, es verdad que el estrato no puede ser la única unidad de análisis ni puede igualarse con una ocupación humana. Pero, aunque el trabajo de Vaquero da por hecho que la práctica habitual en la disciplina es considerar a los estratos sedimentarios como ocupaciones o unidades coherentes, de forma acrítica, eso no es realmente cierto.
La mayor parte de los arqueólogos saben (sabemos) lo que son y no son los estratos. Una prueba inequívoca de este hecho es que el grueso de las técnicas analíticas que utiliza Vaquero fueron desarrolladas por investigadores que buscaban, entre otros objetivos, superar esas limitaciones del estrato. Los remontajes, los análisis de cadenas operativas, el análisis espacial y de distribución, etc.... todos responden a la percepción de dichas limitaciones. Además, como explicaba arriba, se han desarrollado otras técnicas, que podrían ser relevantes para este mismo trabajo, pero no se hace referencia a ellas: análisis funcional o traceológico, análisis de la configuración y mantenimiento del utillaje, etc.
El nivel arqueológico no es la unidad ideal, desde luego, pero sí es un punto de partida y una unidad de referencia. En especial, en yacimientos que no reúnan las excepcionales características sedimentarias de Abric Romani. Los problemas de definición temporal deben ser abordados de manera dinámica y amplia, y es obvio que no son sencillos. Pero, dicho esto, no simpatizo con la idea de "librarse de la tiranía de la estratigrafía", porque el estrato es un excelente elemento de partida -que, por supuesto, no puede convertirse -de manera acrítica- en el objetivo final del proceso.
...y cerrando el tema
Eso me lleva al elemento final de esta reflexión: Echo a faltar en este trabajo algo que, en mi opinión, le hubiera añadido todavía más interés. Me refiero a un esfuerzo adicional por utilizar la evidencia de Abric Romaní, con sus especiales circunstancias de conservación, y su gran detalle diacrónico, para fortalecer la inferencia en yacimientos menos excepcionales.
Es decir, que se usen los datos de Capellades para valorar y juzgar, comparativamente, qué técnicas y qué análisis son más valiosos a la hora de interpretar correctamente el registro, cuando no tienes distribuciones espaciales tan claras de material in situ, ni otros elementos de detalle sedimentario.
Referencia
Vaquero, M. (2008). The history of stones: behavioural inferences and temporal resolution of an archaeological assemblage from the Middle Palaeolithic Journal of Archaeological Science, 35 (12), 3178-3185 DOI: 10.1016/j.jas.2008.07.006