lunes, 30 de julio de 2012

Conejo asado y otras delicias (2ª parte)

ResearchBlogging.org
   
Podéis leer la primera parte de este post aquí: Conejo asado y otras delicias (1ª parte).

En esta segunda nota, me centraré en el estudio de D. Cochard et al. (2012), sobre el consumo de conejos en el yacimiento neandertal (Musteriense típico, en cronología de Paleolítico medio) de Les Canalettes, que está situado en el sureste de Francia. Haré una revisión crítica de los análisis que realizan sobre los restos de fauna (en concreto los Oryctolagus cuniculus) y de sus resultados, tratando de explicarlos lo mejor posible, de forma objetiva.

El yacimiento es un abrigo rocoso orientado al sur-suroeste en las estribaciones del Macizo Central. Tiene tres niveles arqueológicos de Paleolítico medio, con fauna de ungulados y presencia de conejo en todos ellos. Dos de los niveles habían sido estudiados con anterioridad, y la presencia de esos lepóridos se consideró cómo una acumulación natural, sin intervención humana. Los conejos del nivel restante (denominado Nivel 4) son los que estudian Cochard y colegas. Para estudiar el origen y la naturaleza de la acumulación de restos de conejo en el Nivel 4, los autores analizan múltiples lineas de evidencia, de forma complementaria.


Partes anatómicas

La primera de esas líneas es el estudio de la representación anatómica (las partes del esqueleto presentes y su frecuencia). Esa representación queda recogida en varias tablas y gráficos, entre los que destaca el gráfico que reproduzco a continuación, y que me ha parecido uno de los mejores de este tipo que haya visto:

Figura 4 de Cochard et al. (2012).

Las conclusiones de ese análisis son limitadas pero interesantes: Por una parte, se documenta que hay una sobrerrepresentación de las diáfisis (caña del hueso) frente a las epífisis (parte final) en los huesos largos. Y, por otro, los autores concluyen que no hay una correlación entre la densidad ósea de los restos y su presencia, lo que apunta a que no hay un sesgo muy marcado por una hipotética destrucción de los restos menos densos, que son más frágiles. En este sentido, puede asegurar que los resultados son concluyentes, porque en un primer momento su tabla (nº 5) y figura (nº 5) no me convencían, y me he tomado la molestia de verificar la ausencia de correlación, que ha resultado tal y cómo dicen Cochard y colegas.


Patrones de fractura

El siguiente paso del estudio es abordar los patrones de fragmentación ósea, en concreto centrándose en los huesos largos. Para ello se estudia el tipo de fractura, centrándose en saber si se produjo en fresco o en seco. Los resultados se resumen muy bien en su figura 7, que muestra cómo la muestra de Canalettes nivel 4 se agrupa con otros yacimientos en los que los conejos fueron consumidos o bien por humanos, o bien por otros carnívoros. Y, por el contrario, se separa de las muestras de acumulaciones naturales de lepóridos. Esto aleja la posibilidad de una acumulación natural (tipo madriguera, etc) cómo explicación de la presencia de los conejos del nivel 4.

Figura 7 de Cochard et al. (2012).
     
Además, en el detalle de los patrones de fractura de esos huesos, hay algunos indicios que apuntan más bien a una acción humana: algunas zonas cercanas a las articulaciones  muestran daños que son típicos de la desarticulación sistemática de las extremidades de un conejo, algo que haría un ser humano (y no harían otros carnívoros).


Modificaciones en la superficie del hueso

Esta es otra de las líneas centrales del análisis de Cochard y colegas. En primer lugar, presentan las modificaciones de agentes naturales abióticos (es decir, que no son animales ni plantas). En este aspecto, no coincido mucho en la atribución de un conjunto importante de melladuras y estrías a "abrasión sedimentaria".

No digo que no sea posible, pero me llama la atención que se desestime el "trampling" (acciones de arrastre, pisoteo, movimiento, etc) con  el argumento de que "produce normalmente orientaciones aleatorias". El carácter aleatorio de las estrías que se atribuye al "trampling", suele ser más a escala microscópica que macroscópica y, en todo caso, tiene su razón de ser en la acumulación de diferentes grupos de estrías que se forman en distintos momentos mientras los objetos se desplazan y rozan unos contra otros. En todo caso, coincido -en términos generales- en que esas marcas no parecen ser producto de la acción de plantas, animales, o humanos.

En el resto de huellas que documentan los autores, no tengo nada que criticar. Se trata de huellas de raíces, huellas de carnívoros (y un caso de hueso roído por un musaraña), marcas de corte antrópicas, alteraciones térmicas, y un ejemplar con posibles huellas de dientes humanos. Las huellas de carnívoro son bastante escasas en número, y los autores las consideran poco relevantes a la hora de explicar el conjunto.

Por el contrario, las huellas antrópicas de corte son algo más frecuentes, y se sitúan de forma bastante sistemática en las extremidades. Ocho de ellas testimonian la extracción de los paquetes musculares de las patas, y una estaría relacionada con la desarticulación inicial y el despellejado del conejo. Las alteraciones térmicas son escasas, pero sugieren que esas partes quemadas fueron asadas (al estar más alterado un extremo del hueso que el resto, que estaría cubierto de carne). Esa evidencia, junto con la mencionada de la presencia de posibles marcas de dientes humanos, apuntan con claridad al consumo antrópico de los conejos. 


Patrones de sexo y edad
  
El estudio de los autores termina con el análisis del sexo y edad de los lepóridos del Nivel 4. Sus resultados apuntan a un predominio de los ejemplares adultos sobre los inmaduros, y de las hembras sobre los machos. En términos interpretativos, estos perfiles apuntan a una captura de grupos de conejos cerca de sus madrigueras, aunque no excluyen por completo tampoco la "cosecha" masiva en las propias madrigueras.


Y por último, las conclusiones

Comparto las conclusiones de este trabajo al 99%, pero la forma en que los autores las abordan quizás merece un comentario. Cochard y colegas afirman:

"In Europe and southwest Asia, assemblages pre-dating the Upper paleolithic generally indicate that animal protein and fat were mostly derived from medium-to large-sized ungulates."

Pero, como dije en el anterior post,  esta imagen ha ido cambiando (consumo de lepóridos, aves, tortugas, peces, moluscos...) bastante en los últimos años, y un enunciado un poco más matizado hubiera sido mejor a mi entender.

Por lo demás, y como decía, comparto y apoyo las conclusiones de este trabajo, sobre todo dos puntos que expresan de manera explícita:

- Los patrones faunísticos enfatizan la existencia de estrategias complejas de obtención de recursos entre los Neandertales.

- El aprovechamiento de ese tipo de "caza menor" (animales pequeños y rápidos) no fue exclusivo de los Humanos Anatómicamente Modernos del Pleistoceno superior, sino que fue una práctica potencialmente habitual entre los llamados "humanos arcaicos" como los Neandertales.


Referencia de Research Blogging

David Cochard, Jean-Philip Brugal, Eugène Morin, & Liliane Meignen (2012). Evidence of small fast game exploitation in the Middle Paleolithic of Les Canalettes Aveyron, France Quaternary International, Volume 264 (20 June), 32-51 DOI: 10.1016/j.quaint.2012.02.014

jueves, 19 de julio de 2012

Neandertal de Roudier, en castellano.

Se ha publicado por fin la obra "Neandertal" del autor de cómic francés Emmanuel Roudier. Ha sido editada por Norma Comics.

Aquí os dejo una de las páginas que ha publicado Norma cómo PDF gratuito de muestra. Me encanta cómo dibuja el núcleo Levallois de tipo caparazón de tortuga, y el diálogo esbozando los principios de la talla:


Emmanuel Roudier tiene su propio blog en el que va poniendo avances y novedades de su trabajo artístico. Ahora mismo está trabajando en una adaptación de La Guerre du Feu (novela en la que se basó la película En Busca del Fuego).

lunes, 16 de julio de 2012

Conejo asado y otras delicias (1ª parte)

ResearchBlogging.org
Introducción: De qué vamos a hablar hoy, y porqué. 

Hace unas semanas pude leer un trabajo reciente de Cochard y otros (2012), sobre la evidencia del consumo de conejos en un yacimiento neandertal francés. Es un trabajo de lo más completo, y tiene una primera parte en la que hace una revisión crítica, bastante detallada, de las pruebas que tenemos del consumo de esos animales, y de otras presas de caza menor, por parte de los Neandertales del Paleolítico medio.

En la segunda parte, el trabajo presenta un estudio de los restos de conejos del yacimiento de Les Canalettes Aveyron (Francia). Para no caer, de nuevo, en la redacción de una única nota interminable, he decidido abordar la cuestión en dos partes.

Oryctolagus cuniculus, conejo común europeo. Foto: J. J. Harrison



En este primer post, daré cuenta de la revisión general de las evidencias de "caza menor" en el Paleolítico medio, que hacen Cochard y otros (2012). Y trataré de poner sus datos y conclusiones en relación a otros trabajos, y a las propias revisiones hechas desde este blog, de la cuestión más general de la dieta de los Neandertales.

En el siguiente post, trataré en concreto la evidencia de Canalettes Aveyron, y el estudio que hacen de la misma, que -ya adelanto- es muy completo e interesante, con una combinación de técnicas de análisis tafonómico y arqueozoológico de notable eficacia.

Algunas coordenadas generales 

He elegido el término castellano "caza menor" para el tipo de animales descritos en el artículo. Creo que el concepto se corresponde razonablemente bien con el término "small game" del estudio de Cochard y otros. En cuanto a ese trabajo, en su introducción los autores explican que este tipo de caza (la captura de pequeños animales), está bien documentada entre primates no humanos, así como en el registro etnográfico de cazadores-recolectores.

En el caso de los primates no-humanos, se refieren básicamente a los chimpancés (Pan troglodytes), que cazan pequeños animales, como los monos colobos rojos (Piliocolobus), como han descrito Watts y Mitani (2002) entre otros.

Colobo rojo, aperitivo chimpancé. Foto: Colin Houston

Respecto a esto, cabe comentar que las prácticas cazadoras de los chimpancés son de gran interés desde el punto de vista de la evolución y comportamiento de los primates, pero lo cierto es que están un tanto alejadas del papel social y económico que puede tener la caza menor entre cazadores-recolectores humanos (incluyendo los Neandertales).

Sí que puede ser interesante como punto de reflexión y comparación: Al poner de relieve que los chimpancés de distintas regiones y poblaciones cazan animales pequeños, se quita peso a los argumentos que tienden a asociar de forma automática la captura de pequeñas presas con el desarrollo de una mayor complejidad social o con los humanos "modernos" (frente a los "arcaicos" como los Neandertales -según esos planteamientos).

Por ejemplo, se ha planteado que la inclusión en la dieta de una variedad de especies de caza menor, y de otros recursos menores, como los moluscos, fue una ventaja adaptativa de los humanos anatómicamente modernos (HAM), frente a los Neandertales, mucho más centrados en la caza de grandes animales. Esa ventaja se basaría tanto en una "superior" capacidad de organización del trabajo (división sexual de las tareas, mayor capacidad de trabajar en grupos organizados), como en el desarrollo de tecnologías especificas (entre ellas, las redes).

En este sentido, es interesante investigación de M. Stiner, basados en último término en el concepto de Broad Spectrum Revolution, acuñado originalmente para el origen del Neolítico. Sus datos y propuestas metodológicas merecen consideración, si bien su perspectiva es, en mi opinión, en exceso lineal-evolucionista.

La liebre y la tortuga

En el trabajo de Cochard y otros, los autores explican que se van a centrar en la caza menor "rápida" (es decir, lepóridos como los conejos, pero también pequeñas aves, etc), dejando de lado otros recursos alimenticios poco móviles, como las tortugas.

 Testudo hermanni, tortuga mediterránea

Ésos animales, aunque se queden fuera de este estudio, tienen un gran interés destacado por varios autores. Se trata de recursos que pueden ser obtenidos de forma sencilla, lo que permite que se incorporen a esas tareas, por ejemplo, personas de movilidad reducida con respecto a los adultos jóvenes (niños, ancianos, mujeres en gestación, convalecientes, etc).

Cabe destacar, en este punto, que para el Paleolítico medio no se conocía hasta hace relativamente poco el consumo de tortugas, pero los trabajos de varios autores (Blasco 2008; Morales Pérez y Serra 2009), que hemos revisado aquí, han cambiado ese panorama. Hoy, la creciente evidencia de consumo de tortugas en el área mediterránea de la Península ibérica sugiere que esta actividad y recurso pueden haber sido subestimados para el Paleolítico medio. A ello se suman la explotación de moluscos y de pescado, que al menos en cierta medida, fueron parte de las actividades neandertales.

Huellas, marcas y Neandertales

Regresando al estudio de Cochard y otros, estos hacen un repaso de los diferentes tipos de huellas dejadas por distintos agentes (hombres, animales, etc) en los restos de la caza menor "rápida" que ha sido encontrada en distintos yacimientos. Y, a partir de sus observaciones, concluyen que aquellos que son más claros indicadores de la acción humana en el Paleolítico son: Las marcas de corte con herramientas de piedra (sobre todo las realizadas para obtener la carne), las marcas de combustión (sobre todo las que reflejan la cocción para el consumo) y las marcas de dientes humanos.

Con estas premisas, el estudio se centra en los lepóridos y las aves de yacimientos de Paleolítico antiguo (inferior y medio), y sus conclusiones son limitadas, aunque interesantes. Según su valoración, sólo se puede hablar de un consumo seguro de conejos y varias especies de anseriformes (patos, cisnes, etc), en el yacimiento de Cova del Bolomor (Comunidad Valenciana).

Este consumo se documenta en cuatro niveles, a lo largo de toda su secuencia, desde momentos tempranos (h. 350.000 BP) hasta otros más recientes (h. 100.000BP) del Pleistoceno. A esa evidencia se sumaría, como única otra excepción, el sitio que se presenta en el trabajo de Cochard y otros: Les Canalettes Aveyron. Este yacimiento cuenta con numerosos restos de conejo y hay indicios de que esos animales fueron consumidos por los Neandertales.

Aquí, es posible hacer una pequeña crítica o matización, ya que para llegar a estas conclusiones, los autores se dejan por el camino las evidencias de un buen número de otros yacimientos, en los que aparecieron restos de pequeños animales, modificados: con marcas de corte, o quemados.

Para los autores, en estos casos, el número de evidencias en cada nivel es demasiado escaso para ser significativo. Sin embargo, creo que no hay que quitar importancia al hecho de que se hallan documentado restos de conejos y aves en numerosos yacimientos neandertales, en diferentes regiones y ambientes, aunque esos restos sean poco numerosos (por el momento).

A esa línea de razonamiento se pueden sumar también las evidencias del consumo de pescado, de mar (Stringer y otros 2008) o de río (Roselló 1992), por parte de los Neandertales, ya que los peces entrarían -en cierto modo- en esa categoría de "animales pequeños y rápidos": Para su captura en cantidades importantes es necesario desarrollar estrategias específicas o contar con cierto tipo de instrumentos, del mismo modo que ocurre con los lepóridos y las aves.

Pero por lo demás, la primera parte del trabajo de Cochard y otros es un estudio sólido, que muestra un conocimiento profundo de la materia abordada. En cuanto al resto del artículo, el que trata de los restos de fauna (conejos) de Les Canalettes Aveyron, lo revisaré en un próximo post.

Podéis leer la segunda parte de este post aquí: Conejo asado y otras delicias (2ª parte)


Referencia de Research Blogging

David Cochard, Jean-Philip Brugal, Eugène Morin, & Liliane Meignen (2012). Evidence of small fast game exploitation in the Middle Paleolithic of Les Canalettes Aveyron, France Quaternary International, Volume 264 (20 June), 32-51 DOI: 10.1016/j.quaint.2012.02.014


Bibliografía adicional

Blasco, R. (2008): "Human consumption of tortoises at Level IV of Bolomor Cave (Valencia, Spain)", Journal of Archaeological Science, v. 35, nº 10, pp. 2839-2848.

Blasco, R. y Fernández Peris, J. (2011): "A uniquely broad spectrum diet during the Middle Pleistocene at Bolomor Cave (Valencia, Spain)", Quaternary International, v. 252, 27 February, pp. 16-31.

Cortés-Sánchez, M., Morales-Muñiz, A., Simón-Vallejo et al. (2011): "Earliest Known Use of Marine Resources by Neanderthals", PLoS ONE, v. 6, nº 9, e24026.

Morales Pérez, J. y Serra, A. (2009): "The Quaternary fossil record of the genus Testudo in the Iberian Peninsula. Archaeological implications and diachronic distribution in the western Mediterranean", Journal of Archaeological Science, v. 36, nº 5, pp. 1152-1162.

Rosello Izquierdo, E. (1992): "La ictiofauna musteriense de Cueva Millán (Burgos): Consideraciones de índole biológica y cultural constratadas con ictiocenosis paleolíticas cantábricas", Estudios geológicos, nº 48. pp. 79-83.

Stiner, M. C. (2001): "Thirty years on the “Broad Spectrum Revolution” and paleolithic demography", PNAS, v. 98, nº 13, pp. 6993-6996.

Stringer, C. B., Finlayson, J. C., Barton, R. N. E., et al. (2008): "Neanderthal exploitation of marine mammals in Gibraltar", PNAS, v. 105, nº 38, pp. 14319-14324.

Watts, D. P. y Mitani, C. (2002): "Hunting Behavior of Chimpanzees at Ngogo, Kibale National Park, Uganda", International Journal of Primatology, v. 23, nº 1, pp. 1-28.

jueves, 12 de julio de 2012

Tesis, teaser


Sigo trabajando en un par de entradas sobre varios aspectos de la dieta de los Neandertales, como explicaba ayer.

Pero, mientras tanto, coincide que hoy por fin mi Tesis ha sido depositada. Ha comenzado el trayecto académico-burocrático que, si todo va bien, terminará conmigo defendiendo las conclusiones ante un tribunal, allá por el mes de Octubre.

Sin más, presento aquí algunos detalles de la susodicha Tesis. Primero, una foto del volumen recién salido de imprenta:




En segundo lugar, me gustaría compartir algunos párrafos de la introducción general, que reflejan mis visiones sobre el objeto de la arqueología, y sobre la naturaleza de las sociedades de cazadores-recolectores, como los Neandertales:

Desde mi punto de vista, en todas las sociedades humanas existen desequilibrios internos entre los individuos que las forman, que son fruto de la propia naturaleza del ser humano. Y en este punto quiero señalar que, dentro de esa naturaleza, es posible situar la naturaleza "homínido", y la naturaleza "primate", etc... es decir distintos ámbitos que permiten incorporarlas reflexiones biológicas, etológicas y evolutivas a los modelos histórico-sociales.

Esos desequilibrios a los que me refería (y que en las sociedades más antiguas se pueden describir"a la mínima", en términos de sexo, edad, parentesco y capacidad individual) se reflejan en las relaciones sociales entre los seres humanos, y generan tensiones que pueden ser resueltas (o al menos controladas) por toda una variedad de mecanismos de control social, o normas sociales.

Así como esos mecanismos de control social explican la estabilidad de las sociedades, el cambio histórico tiene lugar cuando determinadas tensiones de una sociedad sobrepasan lo que determinado conjunto de normas sociales puede regular, y se impone un cambio. Dicho cambio puede ser, desde mi punto de vista, tanto general como limitado, de manera que afecte sólo a una parte de la organización social. Y además considero que un cambio de modelo no significa necesariamente una revolución, en los términos de la dialéctica tradicional del materialismo histórico, ya que desde mi percepción de las evidencias históricas y antropológicas, se puede afirmar que las sociedades humanas no encajan bien en una explicación lineal, puntuada por revoluciones, y con una serie de estrictos sistemas de producción.

Además, por otra parte, no excluyo la posibilidad de que los mencionados desequilibrios tengan un origen primero, o bien se agraven, por motivos derivados de cambios externos (como modificaciones bruscas del medio ambiente, o la interacción con otras sociedades distintas). Pero independientemente de esa cuestión, lo relevante, desde mi perspectiva, es que el proceso de cambio histórico se explica en cuanto a los términos y fórmulas instrumentalizadas por las sociedades para resolver sus tensiones y que determinan la modificación de sus normas sociales.

Junto con esos presupuestos básicos, considero que la tecnología y lo que el materialismo histórico llama medios sociales de producción o instrumentos de trabajo sensu lato (y que para las sociedades de cazadores-recolectores incluiría, entre otros elementos, el utillaje, las herramientas o la industria) tienen una importancia también central en los procesos históricos.

Sin embargo, no considero que la tecnología pueda utilizarse por sí misma como motor causal unívoco, como mecanismo de explicación del cambio histórico (una tendencia bastante frecuente en la historiografía actual sobre los cazadores-recolectores del pasado). Mi postura se basa en el hecho de que la innovación tecnológica es radicalmente distinta del concepto, mucho más limitado e históricamente determinado de "invención" (cuyas connotaciones, de hecho, pueden ser anacrónicas en muchos contextos).

La innovación supone la adopción de una novedad tecnológica en un contexto social que, de algún modo, requiere o ha cambiado lo suficiente para admitir esa novedad. Y además, supone un cambio en sus normas sociales, que se adaptan a dicha innovación.

Y por ello, no se innova tecnológicamente si no es en relación directa y simbiótica con los aspectos referidos (las tensiones entre los miembros de la sociedad, y la dialéctica de esas tensiones con las normas sociales). (...)


Y, por último, querría presentar una imagen que ilustra un objeto en hueso. Pertenece de una serie de materiales muy particulares, que espero den un poco de qué hablar cuando los publiquemos (las imágenes en ByN son de microscopio metalográfico a unos 200x):





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miércoles, 11 de julio de 2012

No todo va a ser Paleolítico medio...


Como reza el título de la entrada, no siempre en la vida del arqueólogo es posible trabajar en tu tema favorito, que en mi caso se enunciaría "el Paleolítico medio y los Neandertales".

Por el contrario, por diversas razones profesionales, de interés investigador, etc, a menudo me veo inmerso en otros periodos y temáticas. Uno de estos casos ha sido la campaña de experimentaciones arqueológicas que hemos realizado la pasada semana, en el incomparable marco del Pirineo aragonés.

En efecto, en esos últimos días de julio y primeros de agosto, un grupo de investigadores vinculados a la IMF-CSIC y a la Universidad de Cantabria, realizó una serie importante de experimentaciones en arqueología, que se imbrican dentro de varios proyectos de investigación. Y yo tuve la suerte de participar en la realización de todos ellos.

Me considero muy afortunado por ello, ya que pude aprender un sinfín de conceptos, matices y detalles, sobre las labores tradicionales, el tratamiento de las materias naturales (piedra, madera, hueso, etc...) y la propia organización de los protocolos de experimentación en arqueología.

Además, considero que casi todos los trabajos y sus resultados materiales en forma de material gráfico, documentación, datos cuantificados, y huellas de uso y desgaste en los instrumentos de trabajo (a analizar en el futuro mediante técnicas traceológicas), son de utilidad muy clara para el estudio del Paleolítico. Incluso a pesar de que en principio se han diseñado para resolver cuestiones relacionadas con yacimientos Mesolíticos y Neolíticos.

Sin alargarme más, ni entrar en detalles técnicos (que pertenecen a cada investigador y cada proyecto, y están lógicamente inéditos) si que quiero ofrecer aquí algunas imágenes ilustrativas de la gran variedad de trabajos llevados a cabo.

Por ejemplo, de corte de hierba con hoces de madera y sílex,



siega de cereal con el mismo tipo de hoces,



y corte de juncos con cuchillos de asta y sílex:



También trabajamos materias duras animales, casi siempre para preparar otros útiles o enmangues. Trabajamos con lascas y hojas de sílex en hueso,



también en asta de reno,



y en marfil:



Y, por último se hicieron varios trabajos en materias vegetales, como el trabajo sobre corteza y madera de pino con un cincel de hueso,



el descortezado de ramas de avellano con cantos tallados,



o el trabajo de madera de dureza media con colmillo de jabalí:



En líneas generales, y a modo de conclusión, decir que ha sido una gran experiencia personal y profesional, que espero repetir en el futuro.

¡Y no sufráis! En el próximo post, que ya he empezado a preparar, volveré a la crítica y revisión de los trabajos recientes sobre los modos de vida de los Neandertales.