¿Homo loquens neanderthalensis? En torno a las capacidades simbólicas y lingüísticas del Neandertal. Sergio Balari, Antonio Benitez Burraco, Marta Camps, Víctor M. Longa, Guillermo Lorenzo y Juan Uriagereka. Munibe 56, 2008. Pp. 3-24.
Este artículo trata de las (in) capacidades linguísticas del hombre de Neandertal. Se estructura en torno a la premisa previa de que los neandertales no pudieron tener un lenguaje articulado, comparable al de los humanos "modernos".
Tengo que decir que no soy lingüista. Por ello, no podría abordar la cuestión del lenguaje neandertal desde dicho campo. Pero sucede que el artículo apenas tiene reflexiones desde la lingüística o la filología. En realidad, trata evidencias arqueológicas. Por ello, desde la arqueología, puedo cuestionar algunas de sus observaciones y argumentaciones.
Lo que no abordaré es la evidencia genética citada en el trabajo. Sólo quiero apuntar mi opinión: que -hoy por hoy- la evidencia genética (FOXP2) no permite describir con precisión la capacidad lingüística de los neandertales.
Entrando en el tema arqueológico: Una de las principales líneas de argumentación de los autores es la cultura funeraria neandertal (aquí hay un post sobre el tema).
La elección de la evidencia puede parecer contradictoria. Precisamente, los enterramientos prueban un comportamiento complejo, y sugieren una actitud simbólica, y –quizás- ritualizada. En conjunto, parece más una evidencia a favor de la existencia del lenguaje que en contra.
Pero el artículo tira “por la calle de en medio“: acepta los enterramientos neandertales, pero niega que tengan valor simbólico. Y niega que sea necesario un lenguaje articulado para desarrollar prácticas funerarias. A mi no me parece que eso tenga mucho sentido: Las prácticas funerarias implican unos comportamientos muy difíciles de explicar sin recurrir al lenguaje y al pensamiento complejo.
De todas formas, el trabajo no entra a criticar la evidencia material. Tampoco se llega a hacer referencia a registros arqueológicos discutidos por otros autores. Se recurre a argumentos de autoridad. Los autores se mantienen en la cita de opiniones autorizadas, sobre todo, de Mellars.
Mellars es un gran investigador, pero su modelo de "Modernidad" vs. "Arcaísmo" lleva muchos años en decadencia. Hoy, hasta los autores anglosajones más cercanos a su postura, ya no quieren poner una barrera para distinguir a Neandertales de Modernos (tema que he tocado en el post de la dieta neandertal).
También se citan algunas afirmaciones de Lalueza-Fox. Este investigador puntero merece todos los respetos, pero no hay que olvidar que estudia ADN antiguo. Su opinión sobre el significado simbólico o cultural de los enterramientos neandertales debe de ser valorada en su justa medida.
Y de todas formas, por lo que he leído de Lalueza-Fox, me parece que su opinión general sobre las capacidades de los neandertales no es la misma que la manifestada por los autores del artículo.
También habría que limitar el alcance de otras opiniones citadas. Por ejemplo, los trabajos de Ayala y Cela Conde son grandes síntesis de paleoantropología y evolución. Pero citarlos para "desestimar" la presencia o ausencia de ajuar, en las tumbas Neandertales, no es procedente.
Es decir, no creo que esos autores hayan realizado una lectura estratigráfica en directo (o a partir de documentación) de una secuencia arqueológica con tumbas neandertales. Y Mellars, citado en ese mismo contexto, bascula en exceso hacia la ausencia de ajuar en las tumbas neandertales.
Y probablemente tiene razón... en casi todos los casos. Pero el problema con Mellars es que no es muy bueno separando el grano de la paja. Por ejemplo, en varios casos, tanto en Francia, y Bélgica, como en Levante, sí que existe evidencia de que al menos ciertos objetos fueron enterrados junto con el cuerpo. A partir de ahí, las interpretaciones pueden variar (ajuar o pura casualidad), pero los datos son los datos. Eso me lleva al siguiente punto.
Se dice que los humanos modernos enterrados en Skhul y Qafzeh podrían tener ajuar funerario, pero las tumbas Neandertales no. Eso no es razonable: Considerar que lo presente en esas sepulturas "modernas" es de naturaleza distinta de lo hallado en las sepulturas neandertales, es un doble rasero de manual (es un no-win scenario).
Un argumento chocante es que, con los “cromañones”, las evidencias funerarias son omnipresentes. Se trata una generalización de veinte mil años de prehistoria que ni siquiera es cierta en su premisa fundamental. Además, los autores utilizan una terminología a abandonar en la literatura científica (el término "cromañón").
La imagen que da el registro arqueológico es contraria a lo que se deduce del artículo. Las sepulturas neandertales son en realidad la única evidencia de enterramientos (excepto los “modernos arcaicos” de Skhul y Quafzeh en Israel) anteriores al Gravetiense. La sepultura más antigua conocida, probablemente que sea una neandertal de Tabún (si bien debería re-estudiarse esa secuencia). Y existen decenas de enterramientos neandertales, en diferentes momentos y diferentes regiones.
Por otro lado, la idea de que con el "hombre moderno" llegan a Europa las tumbas elaboradas es falsa. La fecha propuesta para la presencia del hombre “moderno” en Europa es al menos 10.000 años anterior a sus primeras sepulturas. Se acepta en general que los “modernos” están en Anatolia hacia 50.000 BP, empiezan a aparecer en Europa oriental al menos en 40.000 BP, y llegan hasta el confín occidental h. 35.000 BP.
Los restos propuestos como humano "moderno" más antiguo de Europa (Pestera cu Oase) carecen de contexto arqueológico y están datados h. 35.000 BP.
Las evidencias de enterramientos empiezan a aparecer bien entrado el Gravetiense (después de 32.000 BP), con ocurrencias concretas muy espectaculares como Sungir. La abundancia de sepulturas aumenta progresivamente a lo largo del Paleolítico superior tardío, y se hace común (nunca omnipresente) a partir del Magdaleniense.
Al final de la argumentación sobre las prácticas funerarias, los autores parecen confundir la práctica del enterramiento, como elemento complejo y simbólico, que requiere de la articulación y transmisión de conceptos compartidos, con la necesidad de que se "hable" durante el "entierro".
El trabajo afirma que "resulta tan perfecta y fácilmente imaginable un grupo de humanos acompañando un enterramiento con palabras y gestos rituales como practicándolo en absoluto silencio." Los autores contestan así a la frase de F. d'Errico: "It is difficult to imagine that a human group could excavate a grave, position the corpse in the pit, and offer funerary goods with no form of verbal exchange”.
Yo creo que ambas expresiones –sobre todo la primera- caen en una confusión esencial: No diferencian entre las implicaciones cognitivas, conductuales y comunicativas del acto, y el desarrollo del acto en sí (que efectivamente, puede ser silencioso o no).
La siguiente línea de argumentación es la presencia o ausencia de pigmentos corporales. En este punto, hay que decir que la evidencia es limitada en el caso de los Neandertales europeos. Hay estudios en curso; la información disponible nos da pruebas de que los Neandertales seleccionaban, modificaban y usaban pigmentos minerales.
Además, el registro sugiere que en el Musteriense se usaban los ocres para la decoración corporal, pero no está probado. Hay a una selección de minerales y tonalidades que no es arbitraria, lo que añade significado simbólico a esas prácticas. Hemos tratado el tema aquí.
Pero el artículo cae en el doble rasero. Por ejemplo, se citan materiales -ocres- de Quafzeh que se han relacionado con comportamiento simbólico y hombres "modernos". Se ponen en relación con los enterramientos de esa cueva. Ahora bien, esos materiales no están asociados a ninguna de las sepulturas humanas. Y hay poquísima información espacial y estratigráfica de los mismos.
Volviendo al tema del artículo, en mi opinión los restos de ocre de Quafzeh no son un registro adecuado, ni tienen las cualidades necesarias para aportar "pruebas" de comportamiento simbólico. No presentan elementos simbólicos (como decoraciones), no están relacionados con las sepulturas, y no se ha probado que se utilizaran para la decoración corporal (aunque es posible que así fuera).
La información que sí relaciona comportamiento simbólico y ocres son los bloques grabados de Blombo's Cave (Sudáfrica). Estos son aceptados por el total de la comunidad científica. Esa evidencia apunta a que el comportamiento simbólico en el Pleistoceno, no es algo especialmente "moderno", ni "revolucionario" (y su presencia "fósil" va a aparecer y desaparecer del registro, a lo largo de decenas de miles de años).
Por concluir este apartado, me gustaría señalar un hecho: de confirmarse la selección cromática y el uso de pigmentos corporales entre los Neandertales europeos, sería muy bizarro considerar que no hay un componente simbólico en ello.
Tampoco sería razonable pensar que la selección, uso y transmisión social de esas prácticas, puede hacerse sin un lenguaje complejo y articulado.
En el apartado de los ornamentos personales tipo "colgantes", me parece que los autores buscan demostrar que esos adornos no son ni comunes, ni antiguos, entre los Neandertales.
Eso es correcto, pero obvia el dato más importante proporcionado por el registro: varias comunidades neandertales, en un momento de su desarrollo histórico, utilizaron elementos de adorno corporal.
Con ese dato, no tiene sentido basar la incapacidad lingüística de los neandertales en la ausencia de colgantes durante una parte –aunque sea amplia- de su historia. No puede considerarse un razonamiento correcto.
Si los colgantes se pueden usar como evidencia de capacidad simbólica y complejidad social entre los humanos "modernos", esos mismos criterios, y no otros, deben ser utilizados con los neandertales.
No se puede deducir que los neandertales, al fabricar colgantes, emularan de forma no-inteligente a los humanos modernos, sólo porque los humanos modernos los usaran y fabricaran antes en el tiempo.
Tampoco es razonable creer que mediante la emulación no-inteligente se pueda desarrollar un proceso de fabricación que implica:
- Obtener una materia prima animal.
- Modificarla con varias herramientas (a su vez fabricadas por un proceso tecnológico complejo).
- Suspenderla de un cordel (que a su vez hay que elaborar).
- Y llevarla como adorno.
Si esa capacidad técnica, simbólica y social, se considera evidencia indirecta de lenguaje elaborado entre los humanos modernos, un razonamiento sin prejuicios lleva a la conclusión de que lo mismo sucede con los Neandertales.
A pesar de todos los apartados que se centran en la bibliografía arqueológica, salta a la vista un sesgo en la evidencia: Hay un notable silencio sobre la tecnología lítica, una de las pruebas más sólidas de la capacidad cognitiva, comunicativa, y social de los neandertales.
En el artículo se hacen referencias muy generales a la monotonía, ausencia de cambios y falta de variabilidad en las industrias neandertales. La única referencia a la tecnología lítica neandertal es una vaga descripción de la técnica Levallois.
A ello se suma una enumeración de rasgos "modernos", entre los que se incluyen algunos referidos a la "superior" industria lítica. Vale la pena comentar esos rasgos:
(1) paso de tecnologías basadas en lascas a otras basadas en la producción de formas de hojas más regulares y largas;
Sabemos hace más de una década que la tecnología laminar (en varias modalidades) es conocida y utilizada a lo largo de todo el Paleolítico medio, como hemos explicado aquí.
(2) nuevas formas de utensilios de piedra (raspadores en hocico, variados tipos de buriles, etc.);
Que aparezcan raspadores en hocico en industrias “modernas” es un hecho. Que eso suponga una superioridad o ventaja, no. Buscando cierta lógica a la afirmación, ese útil podría llegar a tener alguna pequeña ventaja en la forma de reavivarlo, respecto a otros soportes como una raedera espesa (que también puede funcionar como núcleo de lascas y laminillas).
En cuanto al buril, pienso que su inclusión en el listado no responde a una reflexión muy profunda. Conceptualmente, el buril no es algo complejo ni elaborado.
En esencia, para crear un buril sólo necesitamos dar un pisotón sobre una lasca, de forma que al partirse forme un bisel. Es cierto que muchos buriles no se fabrican de forma tan básica, pero lo que trato de decir es que el concepto es muy simple.
El buril, por si mismo, es un tipo de herramienta que responde a una necesidad (trabajo de hueso y asta) social y económica, y no tiene sentido deducir de ella una mayor capacidad cognitiva o comunicativa.
(3) acusado aumento en la complejidad morfológica asociada a la producción de herramientas;
Esto puede ser cierto en una visión reduccionista (tipología), pero no es correcto como planteamiento general: La complejidad conceptual de la producción de herramientas neandertales (sistemas de talla y gestión del utillaje) es tan amplia como la presente entre los humanos modernos.
Los autores confunden la complejidad con el hecho de que la variabilidad tipológica de los soportes está cronológicamente determinada en el Paleolítico superior.
Visto en perspectiva, resulta llamativo que el grueso de la argumentación sobre la tecnología neandertal sea ignorarla, suprimiendo las evidencias disponibles a fecha de redacción del artículo. Se obvian los trabajos sobre variabilidad, capacidad de conceptualización, transmisión del conocimiento, planificación, organización del espacio, relaciones socio-económicas, y cambios diacrónicos entre neandertales.
Este post continúa: ¿(In) capacidades Lingüísticas Neandertales? Segunda (y última) parte
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